sábado, 12 de septiembre de 2009

Cap. 15 – Obsesión Bárbara

Sina lóme
I narmo ná laime mi ná er
Elye ná i mótima
Muina ar mista mi métima maltasse.
(1)


- Losodiolosodiolosodiolosodio – era lo única capaz de decir la pequeña bárbara mientras cruzaba la puerta que separaba la seguridad del reino con la zona de combate.

Había pasado ya un par de semanas desde su visita a su prima en Dohsim, durante las cuales había aprovechado de entrenar lo suficiente para que Mazzara, la entrenadora de Raeraia, la autorizara a dar sus primeros pasos en las peligrosas tierras fuera del muro. Rápidamente se dirigió a la casa de su prima, para descubrir que el grupo (incluido el brujo ignita) había partido hacía un par de días rumbo a Herbred).

Completamente molesta, enfadada y disgustada (2) comenzó su recorrido a través del bosque, demasiado concentrada en su enojo como para prestar atención en lo que le rodeaba. Gran error.

Súbitamente su carrera es detenida por un frío penetrante que la rodea y le impide cualquier movimiento. Estática en su posición, logra ver a una bruja ignita, acompañada de una bárbara elfa no mayor que ella, y dos tiradores moloks.

- La **** que los ***** - pensó mientras el hechizo terminaba, permitiendo a sus enemigos atacarla en conjunto. Tirada en el suelo, lamentando ya lo corta que resultó su aventura se preparó para morir.

Al no sentir ningún golpe de gracia abrió los ojos, para encontrar a los dos arqueros desangrándose cerca de ella, y a un alto y poderoso bárbaro golpeando sin piedad a la bruja ignita. Rayos y rocas ígneas caían sobre él, pero nada pudo detener su embiste y con un poderoso movimiento de su martillo, la esquelia cayó con el cráneo destrozado a los pies del semielfo, mientras la pequeña bárbara ignita huía del lugar.

Sentada junto a los cuerpos, la adolescente observaba al guerrero con absoluta (adoración) admiración.

- Niña, no corras sola por acá, esto es un campo de batalla, no un jardín de infantes – le dice el bárbaro con profunda y varonil voz, mientras acomoda su arma en su espalda y comienza su caminata rumbo al fuerte.

Tras unos segundos sin reaccionar (embobada por (el bárbaro) los recientes acontecimientos), la semielfa se levanta y comienza a seguir al guerrero, dejando suficiente distancia para no molestarlo, pero sin perderlo de vista.

Había decidido que aquel hombre sería su maestro.

Durante un buen par de horas se mantiene cerca de él, deteniéndose a (admirar) observar la forma en que el guerrero acababa con feroces leones y enormes cíclopes con uno o dos golpes, y cómo los solitarios enemigos que se cruzaban en su camino huían al verle. Cada minuto que pasaba, la (adoración) admiración de la joven por el guerrero crecía.

Finalmente, tras un largo rodeo, llegaron al mercado cercano al fuerte central. En el lugar pudo ver (a lo lejos) a su prima y su grupo descansando, cerca de varios pequeños grupos de guerreros. Aún molesta con ellos, decidió no acercarse, manteniendo toda su atención en el bárbaro.

El guerrero se acomoda cerca de la cabaña de los mercaderes, y se quita la parte superior de su armadura para descansar. Tras media hora en el lugar un bárbaro se acerca a él.

- Lobo, ¿ya viste a la niña que anda detrás de ti? - el semielfo hace una mueca de fastidio.

- Ya sé que me sigue. No sé qué hacer, si cuidarla para que no la maten o matarla yo mismo – responde a Mig Rog, arrancando con su oración un suspiro de la adolescente.

- ¡Oh, benditos señores de la naturaleza!, ¡que frío e indiferente! - el guerrero la mira molesto.

- ¿Dioses? sólo conocí uno. Y lo maté.

- Los salvajes ignitas adoran dioses, yo respeto a la naturaleza ¡Bendito Tulkas que ha puesto en nuestra tierra a un igual para deleitarnos con su lucha en las batallas!

- ¿Tulka? Conocí un sacerdote ignita que se llamaba así. Comí sus tripas. Sabían mal.

- ¡Y devora a sus enemigos! ¡Como aquellos que buscan absorber la fuerza de los caídos!

Cerca, Climene y su grupo contenían la risa a duras penas. Ver a su pequeña e impetuosa prima demostrando completa adoración por uno de los guerreros más fríos y poco sentimentales del reino era una escena digna de observar.

- ¡Anda Lobito!, no seas malo con la pobre niña y muestra un poco más de corazón – exclamó la semielfa, para volver a reír ante el gesto del guerrero.

- ¿Lobo, aquel llamado el Maldito? - pregunto la pequeña bárbara, recibiendo señales afirmativas de quienes los rodeaban - ¡Bendita suerte la que me ha acompañado!, ¡oh, gran señor de la guerra!, ¿me concederías el honor de permitirme aprender de ti las más perfectas artes de la guerra?

- No

- Por favor...

- No

- ¿Por qué no?

- Porque no quiero

- Porfavorporfavorporfavor...

- ¡No!

- Por favor, haré cualquier cosa que me pidas...

El guerrero no contesta, pensando. Si la cría estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, podría enviarla a alguna misión imposible y sacársela de encima.

- Muy bien – dijo, provocando un salto de alegría por parte de la joven, y la sorpresa de los demás – si quieres que te enseñe, deberás conseguir con tus propias manos... la esencia de un ánima de Arvanna.

- Pff, fácil, delo por hecho.

- La melena de un león salvaje – la joven hizo un gesto extraño, pero asintió con la cabeza, demostrando el deseo de lograr su objetivo. Lobo sonrió con malicia – y... un colmillo de Thorkul.

El mercado quedó en silencio. La pequeña bárbara observó por un par de segundos al guerrero con seriedad, para luego dar un salto, saltar a su cuello, besarlo rápidamente y correr rumbo a la muralla del reino.

Antes de que alguien más pudiese reaccionar, Climene se levantó de donde se encontraba y (con su mano cubierta por el metálico guante de su armadura) golpea al bárbaro en el pecho descubierto.

- ¡Pedazo de bruto!, si te la querías quitar de encima me hubieses dicho en vez de mandarla a una misión como esa. Pobre de ti que algo le pase a mi prima consiguiendo tus tonteras, porque te tocará responder ante mí y mi familia completa, pedazo de animal – le reclamó la guerrera, golpeándolo nuevamente para tomar después sus armas y partir con sus amigos tras la adolescente.

- ¿La cría es prima de Clime? - preguntó el bárbaro, recibiendo la confirmación de algunos de los presentes - ¡y por qué demonios nadie me lo dijo antes! - gritó mientras tomaba su armadura y partía a masticar su furia en el fuerte cercano.







(1) Adaptación libre de Lobo, de Jorge Luis Borges. Traducción al elfito por Julio Enrique Brugos
Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
Eres el último.
furtivo y gris en la penumbra última.

(2) Si, es repetitivo, la idea es dar énfasis en su estado emocional.

Cap. 14 – Teadorareporsiempre

I áre cenutye
Harnanien melio
Cenuotye tereve
Kirie indossenya
(1)


Al despertar, una extraña inmovilidad y algo en su espalda llamaron su atención. Al abrir los ojos, y ver los brazos de Enlil rodeándola las imágenes de la pasada noche volvieron a su mente.

Completamente avergonzada, intentó levantarse con cuidado para no despertar al elfo, pero un rápido movimiento de aquellos brazos la acercó más al cuerpo del mago.

- No te vayas - susurró en su oído, el que luego comenzó a besar delicadamente, provocando un estremecimiento en la joven. Poco a poco comenzó a recorrer su cuello para terminar besando sus hombros, mientras una de sus manos bajaba lentamente por su abdomen.

Sin poder evitarlo, comenzó a responder a las caricias de Enlil, jadeando ante cada movimiento de sus manos. Reuniendo lo poco que le quedaba de su fuerza de voluntad intenta nuevamente escapar de sus brazos y levantarse, pero el elfo es más rápido y, con un hábil movimiento, la dejó recostada de espalda en la cama, colocándose sobre ella mientras enredaba los dedos en su cabello. Acercó su rostro al de la semielfa y comenzó a besarla de forma suave pero segura, destruyendo todas las defensas de la joven.

x - x - x - x

En cuanto Enlil se asomó a la puerta de la casa fue asaltado por un grupo de infantes que lo llevó a rastras junto a Akasavut, el entrenador de brujos del pueblo, para que les enseñara y les hablara de magia, batallas y la nigromancia reconocida de Ignis. Aunque la joven conjuradora tuvo el impulso de preguntarle la razón detrás de la enorme sonrisa que lucía el mago, prefirió esperar a que el pobre elfo se desocupara del asedio de los pequeños.

Su hermana apareció poco después, con un leve sonrojo y un extraño nerviosismo que se dejaba ver en la torpeza con la que realizaba las cosas que su madre le pedía. Por muy joven e inocente que fuera, su mente comenzó a atar cabos, y una sonrisa pícara asomó en su rostro. Cómo se iba a divertir molestando a su hermana.

Y no fue la única en darse cuenta de los cambios en esos dos.

La última semana había sido una de las más largas vividas por la pequeña Nilil. Pese a su corta edad, se había dado cuenta de que su padre se comportaba de forma distinta ante la semielfa, y podía imaginar su preocupación por las heridas de la joven. Con la perspicacia propia de los niños, no tardó en notar las reacciones de su padre y de la guerrera a su llegada al pueblo, las extrañas miradas que se daban y el nerviosismo que mostraban al estar juntos.

Y obviamente, se dio cuenta que su padre esa noche no apareció en el cuarto que compartían en la antigua casona de Dohsim.

Sin poder aguantar la curiosidad (también, muy propia de los niños), se acercó a la semielfa, quien se encontraba revisando las reparaciones a su armadura y equipo en el mercado, y tomando su mano le preguntó:

- ¿Vas a ser mi nueva mamá?

El rostro de la guerrera se tiño de fuerte carmín, ante las miradas curiosas de todos los presentes en el mercado. Unos metros a la distancia Enlil (que había escuchado perfectamente la pregunta de su hija), intentaba ignorar la (mal contenida) risa de Akasavut.

Antes de poder responder (mejor dicho, pensar en una respuesta), un fuerte grito proveniente de la entrada del pueblo desvió su atención.

- ¡¡PRIMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

- Oh, no – fue lo único que logró decir Climene antes de ser arrojada al suelo por una figura pequeña enfundada en una armadura de cuero. Tratando de superar la asfixia provocada por el fuerte abrazo del que era víctima, buscó con desesperación alguien que la ayudara a sacarse aquel peso de encima.

- Ele, ¡me estás ahogando!

- Primita lindaaaaaaaaaa – exclamó la adolescente bárbara sentándose junto a ella – estabatanpreocupadaporti :snif: cuandosupequetehabíanherido :snif: quiseiravertearaeperopapánomedejó :snif: yocreíaquetemoríasynoteveíamás :snif: primaaaaaaaaaaaaaa – volvió a exclamar para colgarse nuevamente a su cuello en un apretado abrazo.

La semielfa no pudo más que devolver el abrazo y tratar de consolar a su muy emocionada prima, bajo la mirada y risa de su hermana, Nilil y del resto de los mercaderes.

- ¿Quién es ella? - preguntó en el antiguo idioma el brujo al acercarse a ellas.

- Es la hija del hermano menor de la madre de Climene... es alocada, suele hablar demasiado rápido y muy emocional, pero igual la queremos – respondió la conjuradora disfrutando del espectáculo frente a ella.

Al oírlos, la (más) joven guerrera detuvo su llanto, soltó a su pariente y volteó a mirar al ignita seriamente.

- ¿Tú eres el brujo que desobedeció las órdenes del consejo para salir al combate frente a la muralla? - pregunto con extrema gravedad.

- Si, soy... - no alcanzó a terminar su frase, ya que la pequeña semielfa se lanzó contra él arrojándolo al suelo.

- Graciasgraciasgraciasgracias :snif: erestanbuenograciasporsalvaramiprimita :snif: siyolaquierotantoquenosequehariasinellla :snif: teadorareporsiempreserasmiheroe...

x - x - x - x

Una vez que lograron calmar a la pequeña bárbara (con un vaso de agua, ordenándole respiraciones lentas y que diera tiempo a que sus pulmones obtuvieran algo de aire entre cada palabra que emitía), pudieron acomodarse en la casona a conversar un rato durante la cena. Ele, como le gustaba que la llamaran (ya que su nombre completo, Tar Elestirne (2), jamás le había gustado) entretuvo a todos con los relatos de sus aventuras durante su entrenamiento, y no los dejó tranquilos hasta que le prometieron que la llevarían a conocer la Zona de Guerra cuando Climene se recuperara.

Al caer la noche, aún resintiendo las heridas del combate, la guerrera decidió retirarse a su habitación. Bajo la atenta mirada de su hermana y su madre subió las escaleras hasta perderse en el segundo nivel de la casa. Pese a los deseos de acompañarla, Enlil decidió quedarse, ya que había notado la forma en que la conjuradora lo observaba cada vez que se acercaba a la semielfa. Aunque su intento de que sus intenciones pasaran desapercibidas no duraron mucho.

- ¿No irás a dormir esta noche con Clime, Ada (4)? - preguntó con total inocencia su pequeña hija.

La joven bárbara lo miró con curiosidad, sin entender completamente a qué se refería la pequeña. Ananké intentó sofocar su risa con su mano, mientras su madre observaba con severidad al brujo ignita.

Completamente sonrojado, el elfo se levantó y, tomando a su hija de la mano, realizó una pequeña reverencia ante las mujeres presentes en el salón, y se retiró a su habitación. Demasiada vergüenza por un día como para intentar pasar la noche nuevamente con su amada semielfa.







(1) Poema I Áre Cenutye
La luz de tus ojos
me ha herido de amor
tus ojos penetrantes
se han clavado en mi alma
(2) Élfico, Señora de la frente estrellada. Nombre de una de las reinas de Númenor.
(3) Papá