Sina lóme
I narmo ná laime mi ná er
Elye ná i mótima
Muina ar mista mi métima maltasse. (1)
- Losodiolosodiolosodiolosodio – era lo única capaz de decir la pequeña bárbara mientras cruzaba la puerta que separaba la seguridad del reino con la zona de combate.
Había pasado ya un par de semanas desde su visita a su prima en Dohsim, durante las cuales había aprovechado de entrenar lo suficiente para que Mazzara, la entrenadora de Raeraia, la autorizara a dar sus primeros pasos en las peligrosas tierras fuera del muro. Rápidamente se dirigió a la casa de su prima, para descubrir que el grupo (incluido el brujo ignita) había partido hacía un par de días rumbo a Herbred).
Completamente molesta, enfadada y disgustada (2) comenzó su recorrido a través del bosque, demasiado concentrada en su enojo como para prestar atención en lo que le rodeaba. Gran error.
Súbitamente su carrera es detenida por un frío penetrante que la rodea y le impide cualquier movimiento. Estática en su posición, logra ver a una bruja ignita, acompañada de una bárbara elfa no mayor que ella, y dos tiradores moloks.
- La **** que los ***** - pensó mientras el hechizo terminaba, permitiendo a sus enemigos atacarla en conjunto. Tirada en el suelo, lamentando ya lo corta que resultó su aventura se preparó para morir.
Al no sentir ningún golpe de gracia abrió los ojos, para encontrar a los dos arqueros desangrándose cerca de ella, y a un alto y poderoso bárbaro golpeando sin piedad a la bruja ignita. Rayos y rocas ígneas caían sobre él, pero nada pudo detener su embiste y con un poderoso movimiento de su martillo, la esquelia cayó con el cráneo destrozado a los pies del semielfo, mientras la pequeña bárbara ignita huía del lugar.
Sentada junto a los cuerpos, la adolescente observaba al guerrero con absoluta (adoración) admiración.
- Niña, no corras sola por acá, esto es un campo de batalla, no un jardín de infantes – le dice el bárbaro con profunda y varonil voz, mientras acomoda su arma en su espalda y comienza su caminata rumbo al fuerte.
Tras unos segundos sin reaccionar (embobada por (el bárbaro) los recientes acontecimientos), la semielfa se levanta y comienza a seguir al guerrero, dejando suficiente distancia para no molestarlo, pero sin perderlo de vista.
Había decidido que aquel hombre sería su maestro.
Durante un buen par de horas se mantiene cerca de él, deteniéndose a (admirar) observar la forma en que el guerrero acababa con feroces leones y enormes cíclopes con uno o dos golpes, y cómo los solitarios enemigos que se cruzaban en su camino huían al verle. Cada minuto que pasaba, la (adoración) admiración de la joven por el guerrero crecía.
Finalmente, tras un largo rodeo, llegaron al mercado cercano al fuerte central. En el lugar pudo ver (a lo lejos) a su prima y su grupo descansando, cerca de varios pequeños grupos de guerreros. Aún molesta con ellos, decidió no acercarse, manteniendo toda su atención en el bárbaro.
El guerrero se acomoda cerca de la cabaña de los mercaderes, y se quita la parte superior de su armadura para descansar. Tras media hora en el lugar un bárbaro se acerca a él.
- Lobo, ¿ya viste a la niña que anda detrás de ti? - el semielfo hace una mueca de fastidio.
- Ya sé que me sigue. No sé qué hacer, si cuidarla para que no la maten o matarla yo mismo – responde a Mig Rog, arrancando con su oración un suspiro de la adolescente.
- ¡Oh, benditos señores de la naturaleza!, ¡que frío e indiferente! - el guerrero la mira molesto.
- ¿Dioses? sólo conocí uno. Y lo maté.
- Los salvajes ignitas adoran dioses, yo respeto a la naturaleza ¡Bendito Tulkas que ha puesto en nuestra tierra a un igual para deleitarnos con su lucha en las batallas!
- ¿Tulka? Conocí un sacerdote ignita que se llamaba así. Comí sus tripas. Sabían mal.
- ¡Y devora a sus enemigos! ¡Como aquellos que buscan absorber la fuerza de los caídos!
Cerca, Climene y su grupo contenían la risa a duras penas. Ver a su pequeña e impetuosa prima demostrando completa adoración por uno de los guerreros más fríos y poco sentimentales del reino era una escena digna de observar.
- ¡Anda Lobito!, no seas malo con la pobre niña y muestra un poco más de corazón – exclamó la semielfa, para volver a reír ante el gesto del guerrero.
- ¿Lobo, aquel llamado el Maldito? - pregunto la pequeña bárbara, recibiendo señales afirmativas de quienes los rodeaban - ¡Bendita suerte la que me ha acompañado!, ¡oh, gran señor de la guerra!, ¿me concederías el honor de permitirme aprender de ti las más perfectas artes de la guerra?
- No
- Por favor...
- No
- ¿Por qué no?
- Porque no quiero
- Porfavorporfavorporfavor...
- ¡No!
- Por favor, haré cualquier cosa que me pidas...
El guerrero no contesta, pensando. Si la cría estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, podría enviarla a alguna misión imposible y sacársela de encima.
- Muy bien – dijo, provocando un salto de alegría por parte de la joven, y la sorpresa de los demás – si quieres que te enseñe, deberás conseguir con tus propias manos... la esencia de un ánima de Arvanna.
- Pff, fácil, delo por hecho.
- La melena de un león salvaje – la joven hizo un gesto extraño, pero asintió con la cabeza, demostrando el deseo de lograr su objetivo. Lobo sonrió con malicia – y... un colmillo de Thorkul.
El mercado quedó en silencio. La pequeña bárbara observó por un par de segundos al guerrero con seriedad, para luego dar un salto, saltar a su cuello, besarlo rápidamente y correr rumbo a la muralla del reino.
Antes de que alguien más pudiese reaccionar, Climene se levantó de donde se encontraba y (con su mano cubierta por el metálico guante de su armadura) golpea al bárbaro en el pecho descubierto.
- ¡Pedazo de bruto!, si te la querías quitar de encima me hubieses dicho en vez de mandarla a una misión como esa. Pobre de ti que algo le pase a mi prima consiguiendo tus tonteras, porque te tocará responder ante mí y mi familia completa, pedazo de animal – le reclamó la guerrera, golpeándolo nuevamente para tomar después sus armas y partir con sus amigos tras la adolescente.
- ¿La cría es prima de Clime? - preguntó el bárbaro, recibiendo la confirmación de algunos de los presentes - ¡y por qué demonios nadie me lo dijo antes! - gritó mientras tomaba su armadura y partía a masticar su furia en el fuerte cercano.
(1) Adaptación libre de Lobo, de Jorge Luis Borges. Traducción al elfito por Julio Enrique Brugos
Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
Eres el último.
furtivo y gris en la penumbra última.
(2) Si, es repetitivo, la idea es dar énfasis en su estado emocional.
sábado, 12 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario