Arie liruvan falmassë
mirima imbe i maiwi.
Ar hiruvarnye ómalye lauka,
ar hyruvanye henulya melinor (1)
Con sólo cruzar la puerta se encontró con decenas de enemigos atacando a los guardias y a los pocos aliados que ya habían salido a luchar. Sujetando con fuerza la corta espada que usaba como apoyo, y concentrando toda su energía en su escudo para bloquear la mayor cantidad de ataque, se abalanzó contra un grupo de magos agrupados cerca del transportador a Eferias.
Con un hábil movimiento de su espada y la magia de guerra practicada durante mucho tiempo, formo un poderoso tifón que noqueó a la mayor parte del grupo que atacaba. Dos guerreros más junto a ella aprovecharon para rematar a un par de brujos, mientras la semielfa se lanzaba contra una conjuradora que había logrado evadir el efecto del golpe y huía del lugar.
Pero antes de poder alcanzarla, unas fuertes hiedras crecieron inesperadamente a sus pies, deteniendo su marcha; un fuerte golpe en su espalda la arrojó al suelo, y lo último que vio fue un martillo de dragón sobre su cabeza.
x - x - x - x
Aunque cruzó la puerta apenas 5 segundos después que la guerrera, la oleada de alsirios le impidió encontrarla entre los pocos aliados que rodeaban a los guardias. Elevando su concentración al máximo, logró clavar una de sus flechas entre los ojos de una bruja antes de correr hacia los árboles más cercanos. Buscando una posición que le asegurara un rango óptimo de ataque, alcanzó a ver una figura pequeña en el suelo a sólo unos metros de donde se encontraba, siendo brutalmente atacada por un guerrero uthgar.
Reconociendo a su querida amiga en la joven atacada, tomó una flecha de su carcaj y la imbuyó en antigua magia para que mordiera como venenosa serpiente; retrocediendo para mantener el blanco, lanzó letales saetas al bárbaro hasta verlo caer muy cerca de él.
Corrió junto a su amiga y, agachándose junto a ella, buscó desesperadamente a su alrededor, hasta lograr ver a Anyelis y Ananké cerca de muralla. A gritos logró llamar su atención, en el preciso momento en que un grupo de enemigos se dirigía hacia él. Protegido por la magia y el demonio de su tutora, comenzó a atacar y mantener a distancia a los alsirios, mientras la joven conjuradora intentaba reanimar a su hermana.
De forma sorpresiva, el Zarkit de un joven conjurador enemigo corrió a su lado y comenzó a atacar a quien originalmente lo invocara; un par de relámpagos y rocas cayendo del cielo llamaron su atención hacia el brujo ignita que llegaba junto a ellos. Antes de poder preguntar cómo había conseguido un báculo y logrado salir del reino, Enlil tomó en brazos a su amiga y ordenó la retirada del grupo.
Sin discutirle, lanzó un par de flechas para distraer a sus enemigos y corrió junto a las conjuradoras hacia el lado seguro del muro.
x - x - x - x
Llevaba ya varias horas sentado observándola. Los golpes del bárbaro habían provocado numerosas heridas internas en la semielfa que su hermana y Anyelis tardaron en curar. Para asegurar su recuperación, le indujeron un sueño mágico para permitir a su cuerpo descansar y recuperar fuerzas.
Luego que las magas y Belnazzar iban a las habitaciones que habían alquilado en la posada de la ciudad, Enlil se quedó junto a la guerrera, velando su mágico sueño. Tonos violáceos marcaban las zonas del rostro y cuello (no protegidos por la armadura) que habían recibido parte de la brutal paliza y que oprimían el corazón del mago.
Acercó una mano al rostro de la semielfa y acarició su mejilla, provocando un estremecimiento en la joven; estrechó la mano de la guerrera y la acercó a su rostro, para besar suavemente sus dedos. Inconcientemente, Climene se había convertido en algo más que una amiga para el brujo ignita, y aunque ella no correspondiera sus sentimientos, y aunque tuviera que desafiar a todo el reino verde, haría lo que fuera necesario para que la joven jamás volviera a estar en una situación similar.
x - x - x - x
Un fuerte dolor en el abdomen fue lo primero que llamó su atención al despertar. Quiso llevar su mano al lugar adolorido, pero una presión sobre ella le indicó que algo la sujetaba. Al abrir los ojos, encontró Enlil dormido en una silla junto a su cama, y sujetando fuertemente su mano.
Se sonrojó, y el dolor en su abdomen pasó a un extraño cosquilleo en el estómago. En ese mes había descubierto que el mago ignita le gustaba, más de lo que cualquier otro hombre le había gustado antes. Serio y correcto, pero con un oculto humor que surgía estando a solas con su pequeño grupo; completamente preocupado por su hija, era capaz demostrar la misma preocupación por las personas que aprendía a apreciar y querer en este reino; amable, educado, fiel a sus creencias... el brujo se había ganado el corazón de la semielfa en los pocos días que llevaban juntos en Syrtis.
Aguantando el dolor al moverse, se acercó a la orilla de la cama y acercó la mano que retenía la suya a su pecho. Acariciándola, se acurrucó, y dejó que su cuerpo retomara el descanso que necesitaba.
x - x - x - x
La noticia de la escapada de Enlil a ZG durante al asedio alsirio llegó rápidamente a oídos del consejo. Aunque la violación a la prohibición de usar su magia no era del agrado de los nobles, su actuar durante el combate, y el arriesgarse para salvar a una de las guerreras del reino era un hecho que ya era comentado (y alabado) por muchos, y que los llevaron a dar algo más de libertad al brujo ignita.
A una semana del combate se encontraban de regreso en Dohsim. Mientras Enlil era asediado por niños y jóvenes del pueblo, que ahora veían en él no sólo la posibilidad de aprender sus primeros pasos en la magia, sino también la oportunidad de practicar y aprender algunos secretos ignitas. Abrumado por tanta atención, el elfo no tuvo más remedio que prometerles algunas lecciones a la semana a los más jóvenes aprendices de la aldea.
Climene observaba desde el balcón de su pieza. Comenzaba a caer la tarde, y el sol teñía de rojo el cielo sobre el mar, que brillaba reflejando los tonos carmesí de su contraparte.
Durante esa semana, antes de regresar al pueblo, Enlil no se había separado en ningún momento de ella. Cada vez que rozaba su mano aquel cosquilleo en su estómago regresaba; cuando la ayudaba a levantarse o a sentarse, acercando su cuerpo al suyo, debía luchar para no sonrojarse. No sabía exactamente qué sentía el mago, pero cada gesto que tenía hacia ella le hacía pensar que quizás, sólo quizás, era correspondida.
Observó el sol ocultarse en el mar mientras dejaba escapar un suspiro...
- ¿Por quién suspiras? - aquel suave susurro en su oído la asustó. Volteó rápidamente, encontrando al dueño de sus pensamientos muy cerca de ella.
Y su rostro tomó un rojo más brillante que el de la bandera ignita.
- ¿Suspiras por mí? - preguntó en voz baja, acercándose más a la joven. Ella no respondió, aunque la expresión de su rostro lo decía todo. Tomó su cintura y acercó su rostro al de la semielfa - ¿Suspiras por mí, pequeña? - acercó sus labios a los de la joven.
- Sí, suspiro por ti – susurró Climene, antes de ser besada por el brujo. Llevó sus manos al cuello del mago, quien profundizó el beso mientras llevaba sus manos a la espalda de la joven.
(1)Adaptación de Heunya Hautar Luine Nénnssen
Un día cantaré en la playa
libre entre las gaviotas.
Y encontraré tu voz cálida
y encontraré tus ojos amantes
domingo, 16 de agosto de 2009
sábado, 15 de agosto de 2009
Cap. 12 - Lucha
Naur vi eryn,
lanc i dalaf.
Mâb le i nagor.
Dorthach vi mar han?
Dagrathach go hain? (1)
Llevaban casi un mes desde la llegada del brujo, y de la aceptación del consejo de darle asilo en tierras syrtenses. Durante ese tiempo Climene no había salido nuevamente a ZG, quedándose junto a su madre y su hermana en su casa en Dohsim, en donde alojaban Enlil y su pequeña.
La llegada del ignita por alguna razón no había sido bien recibida por algunas personas de su clan. Aún cuando conocían la amistad de la guerrera con el mago desde su primer encuentro, muchos no aprobaban su nueva cercanía con la joven y su presencia en el reino. Llego el momento en que la semielfa debió tomar una decisión, y ante la salida de su joven amigo Belnazzar del clan por algunas diferencias, se retiró del grupo junto a su hermana.
Y ahí estaban, compartiendo un momento familiar en la playa de Dohsim: Climene y Ananké jugando con la pequeña Nilil junto al agua, mientras Enlil conversaba con Amarië, la madre de las jóvenes; junto a ellos, Belnazzar (ya casi oficialmente adoptado en aquella familia) tomaba una siesta acompañado de la enigmática maga que solía acompañarlo y cuidarlo desde hacía un tiempo.
En aquel mes Enlil había logrado dominar casi completamente la lengua del reino verde (tarea que le era más complicada a su pequeña hija), y aunque extrañaba el poder practicar la antigua magia a la que estaba atado (ya que una de las condiciones para permitir su estadía, era una temporada de prueba sin poder hacer uso de ningún hechizo), había aprovechado el tiempo estudiando algunos antiguos textos que había sacado de su reino, y comparándolos con los que Ananké le había conseguido.
Estudiaba la forma en que los antiguos exiliados habían oscurecido su piel. Como una protección ante el ardiente sol de Ignis (además de diferenciarlos de quienes los habían expulsado de aquellas verdes tierras), la oscura piel de los elfos nigromantes era parte ya de su orgullo, y los hechizos que permitieron el cambio prácticamente se habían perdido en el tiempo. Pero Enlil deseaba encontrar una forma de revertir el proceso, para dar a su hija la oportunidad de crecer como una semielfa más del reino de Syrtis.
- Enlil – la joven guerrera se acerca al mago llevando a la pequeña de la mano.
- Dime, Wilwarin (2) – el sonrojo de la semielfa al ser llamada así es casi imperceptible. Enlil sólo sonríe al ver la reacción de la chica.
- Iremos a Raeraia a buscar la nueva túnica que Ananké encargó a Tyria, y pensé que quizás quieras acompañarnos. Tengo entendido que Dardel tiene algunos textos sobre el exilio de los nigromantes, y es probable que encuentres algo que te pueda servir.
El mago se toma un par de segundos antes de aceptar. Aunque sabe que Nilil se encuentra segura dentro de las murallas del reino, los años de preocupación pasados en Ignis son difíciles de olvidar. Finalmente, luego de acompañar a Amarië y a la niña a la antigua casona en que vivían, el grupo (al que se ha unido un aún adormilado tirador y una silenciosa maga) parte rumbo a la ciudad.
Les toma casi medio día llegar a Raeraia, en donde se separan. El brujo junto a la maga buscan a la encantadora de la ciudad, para intentar averiguar sobre los textos que posee. Belnazzar y Climene buscan al herrero, con la esperanza de encontrar alguna pieza nueva para sus armaduras. Ananké se detiene junto a la sastre de la ciudad, y luego de probarse su nueva túnica acepta la invitación de la otra joven de quedarse a beber algo para conversar.
Media hora de tranquilidad en la Frontera Norte que no dura demasiado.
- ¡Alsirios, alsirios en muralla! - se escucha el grito de un joven cerca de la puerta norte de la ciudad. Rápidamente los pocos guerreros que se encuentran en el lugar se acercan al bárbaro.
- ¿Cuantos enemigos y en que sector se encuentran? - Le pregunta Jerome sin siquiera permitirle tomar un respiro.
- Más de 400 alsirios se acercan a la puerta del reino desde los montes camino a Algaros. Al menos son los que pudo rastrear el caza con el que estaba. Se quedó en la zona para ver si lograba determinar el número exacto mientras yo venía con la noticia.
- ¡Todos los guerreros en la ciudad prepárense para combatir en muralla! Lleven a los niños a los refugios y cubran... - Fatha comenzó rápidamente a dar órdenes y dirigir el movimiento de la ciudad. Climene, Belnazzar y Ananké partieron junto a las tropas que marcharon a la puerta. Anyelis se quedó atrás.
- Sabes que no te dejarán ir – le dijo al brujo, al ver la expresión de su rostro.
- Lo sé y no me gusta. Vine a esta tierra en busca de asilo, y estoy dispuesto a luchar para asegurar una buena vida de mi hija. Pero me atan de manos cuando podría ir a ayudarle.
- Lo siento – fue lo único que respondió la maga antes de partir tras los últimos guerreros que salían de la ciudad.
Pocos minutos después el ruido de la batalla podía oírse desde la ciudad. De pie en la entrada, cerca de los guardias, Enlil recordaba la historia que Amarië le contará poco después de llegar: la vida de las chicas en Raeraia, cuando recién se conocieron, el primer asedio alsirio al reino, la ciudad arrasada y el padre de las jóvenes muerto en las afueras de Raeraia...
Cuando los primero heridos comenzaron a llegar, el brujo tomó una decisión: corrió al hogar de Dardel y aprovechó su ausencia para tomar el primer báculo de buen poder que encontró, y se dirigió a las murallas que protegían al reino del conflicto. Al llegar al lugar encontró una escena dantesca: los pocos guerreros que se encontraban en la ciudad eran masacrados por una horda alsiria que arrasaba con todo lo que se encontrara a su paso, deseosos de llegar a la enorme puerta y derribarla a golpes bestiales.
Ennoah, la joven encargada de controlar la magia que permitía a los syrtenses atravesar la muralla a salvo, se mantenía acurrucada y temerosa en un rincón protegida por dos de los guardias y un brujo aliado. Aunque se encontraba aterrada, no estaba dispuesta a cruzar la muralla y abandonar a sus compatriotas sin una opción de regresar a la seguridad del reino.
Invocó el antiguo terror y arrojó al suelo a gran cantidad de enemigos que se acercaban hacia la puerta, quienes fueron rápidamente rematados por los guardias y los pocos guerreros que se mantenían en la zona. Con un par de relámpagos y unas cuantas rocas ígneas se abrió camino hacia el teletransportador que llevaba al castillo.
Y junto a un árbol, la pequeña guerrera se encontraba inconciente, siendo protegida únicamente por un joven tirador, una conjuradora y su demonio, mientras era atendida por su muy asustada hermana.
Con una furia que en el momento no pudo entender, y apenas dándose el tiempo de levantar las protecciones mágicas mínimas que cualquier mago conoce, se lanzó contra los enemigos que asediaban al pequeño grupo: robando la invocación de un uthgar la dejó como apoyo para el arquero, mientras comenzaba a utilizar todo su arsenal de hechizos y maldiciones para alejar y acabar con cuanto alsirio se les acercara. Dándose un segundo para pensar, y dándose cuenta de que lo único sensato era salir del lugar lo más rápido posible, invocó nuevamente aquel viejo truco que lanzó al suelo a sus enemigos alsirio; tomando a la inconciente semielfa en brazos, le ordenó al resto seguirlo rumbo a la puerta.
Cuando la magia de la joven transportadora los llevaba hacia el interior, lograron ver a lo lejos las tropas que llegaban desde los fuertes y el castillo para defender al reino. Detrás del muro, centenares de guerreros syrtenses se preparaban para salir en una oleada que sorprendiera a sus enemigos.
Pero nada de eso importaba. El brujo ignita sólo tenía en mente llegar lo más rápido posible a la ciudad, aferrando fuertemente el cuerpo de la guerrera entre sus brazos.
(1)Entmoot, de la película The Lord of the Rings
Los bosques están ardiendo,
el suelo yace desnudo.
La guerra está sobre ti,
¿Eres parte de este mundo?
¿Te unirás a su lucha?
(2) Mariposa
lanc i dalaf.
Mâb le i nagor.
Dorthach vi mar han?
Dagrathach go hain? (1)
Llevaban casi un mes desde la llegada del brujo, y de la aceptación del consejo de darle asilo en tierras syrtenses. Durante ese tiempo Climene no había salido nuevamente a ZG, quedándose junto a su madre y su hermana en su casa en Dohsim, en donde alojaban Enlil y su pequeña.
La llegada del ignita por alguna razón no había sido bien recibida por algunas personas de su clan. Aún cuando conocían la amistad de la guerrera con el mago desde su primer encuentro, muchos no aprobaban su nueva cercanía con la joven y su presencia en el reino. Llego el momento en que la semielfa debió tomar una decisión, y ante la salida de su joven amigo Belnazzar del clan por algunas diferencias, se retiró del grupo junto a su hermana.
Y ahí estaban, compartiendo un momento familiar en la playa de Dohsim: Climene y Ananké jugando con la pequeña Nilil junto al agua, mientras Enlil conversaba con Amarië, la madre de las jóvenes; junto a ellos, Belnazzar (ya casi oficialmente adoptado en aquella familia) tomaba una siesta acompañado de la enigmática maga que solía acompañarlo y cuidarlo desde hacía un tiempo.
En aquel mes Enlil había logrado dominar casi completamente la lengua del reino verde (tarea que le era más complicada a su pequeña hija), y aunque extrañaba el poder practicar la antigua magia a la que estaba atado (ya que una de las condiciones para permitir su estadía, era una temporada de prueba sin poder hacer uso de ningún hechizo), había aprovechado el tiempo estudiando algunos antiguos textos que había sacado de su reino, y comparándolos con los que Ananké le había conseguido.
Estudiaba la forma en que los antiguos exiliados habían oscurecido su piel. Como una protección ante el ardiente sol de Ignis (además de diferenciarlos de quienes los habían expulsado de aquellas verdes tierras), la oscura piel de los elfos nigromantes era parte ya de su orgullo, y los hechizos que permitieron el cambio prácticamente se habían perdido en el tiempo. Pero Enlil deseaba encontrar una forma de revertir el proceso, para dar a su hija la oportunidad de crecer como una semielfa más del reino de Syrtis.
- Enlil – la joven guerrera se acerca al mago llevando a la pequeña de la mano.
- Dime, Wilwarin (2) – el sonrojo de la semielfa al ser llamada así es casi imperceptible. Enlil sólo sonríe al ver la reacción de la chica.
- Iremos a Raeraia a buscar la nueva túnica que Ananké encargó a Tyria, y pensé que quizás quieras acompañarnos. Tengo entendido que Dardel tiene algunos textos sobre el exilio de los nigromantes, y es probable que encuentres algo que te pueda servir.
El mago se toma un par de segundos antes de aceptar. Aunque sabe que Nilil se encuentra segura dentro de las murallas del reino, los años de preocupación pasados en Ignis son difíciles de olvidar. Finalmente, luego de acompañar a Amarië y a la niña a la antigua casona en que vivían, el grupo (al que se ha unido un aún adormilado tirador y una silenciosa maga) parte rumbo a la ciudad.
Les toma casi medio día llegar a Raeraia, en donde se separan. El brujo junto a la maga buscan a la encantadora de la ciudad, para intentar averiguar sobre los textos que posee. Belnazzar y Climene buscan al herrero, con la esperanza de encontrar alguna pieza nueva para sus armaduras. Ananké se detiene junto a la sastre de la ciudad, y luego de probarse su nueva túnica acepta la invitación de la otra joven de quedarse a beber algo para conversar.
Media hora de tranquilidad en la Frontera Norte que no dura demasiado.
- ¡Alsirios, alsirios en muralla! - se escucha el grito de un joven cerca de la puerta norte de la ciudad. Rápidamente los pocos guerreros que se encuentran en el lugar se acercan al bárbaro.
- ¿Cuantos enemigos y en que sector se encuentran? - Le pregunta Jerome sin siquiera permitirle tomar un respiro.
- Más de 400 alsirios se acercan a la puerta del reino desde los montes camino a Algaros. Al menos son los que pudo rastrear el caza con el que estaba. Se quedó en la zona para ver si lograba determinar el número exacto mientras yo venía con la noticia.
- ¡Todos los guerreros en la ciudad prepárense para combatir en muralla! Lleven a los niños a los refugios y cubran... - Fatha comenzó rápidamente a dar órdenes y dirigir el movimiento de la ciudad. Climene, Belnazzar y Ananké partieron junto a las tropas que marcharon a la puerta. Anyelis se quedó atrás.
- Sabes que no te dejarán ir – le dijo al brujo, al ver la expresión de su rostro.
- Lo sé y no me gusta. Vine a esta tierra en busca de asilo, y estoy dispuesto a luchar para asegurar una buena vida de mi hija. Pero me atan de manos cuando podría ir a ayudarle.
- Lo siento – fue lo único que respondió la maga antes de partir tras los últimos guerreros que salían de la ciudad.
Pocos minutos después el ruido de la batalla podía oírse desde la ciudad. De pie en la entrada, cerca de los guardias, Enlil recordaba la historia que Amarië le contará poco después de llegar: la vida de las chicas en Raeraia, cuando recién se conocieron, el primer asedio alsirio al reino, la ciudad arrasada y el padre de las jóvenes muerto en las afueras de Raeraia...
Cuando los primero heridos comenzaron a llegar, el brujo tomó una decisión: corrió al hogar de Dardel y aprovechó su ausencia para tomar el primer báculo de buen poder que encontró, y se dirigió a las murallas que protegían al reino del conflicto. Al llegar al lugar encontró una escena dantesca: los pocos guerreros que se encontraban en la ciudad eran masacrados por una horda alsiria que arrasaba con todo lo que se encontrara a su paso, deseosos de llegar a la enorme puerta y derribarla a golpes bestiales.
Ennoah, la joven encargada de controlar la magia que permitía a los syrtenses atravesar la muralla a salvo, se mantenía acurrucada y temerosa en un rincón protegida por dos de los guardias y un brujo aliado. Aunque se encontraba aterrada, no estaba dispuesta a cruzar la muralla y abandonar a sus compatriotas sin una opción de regresar a la seguridad del reino.
Invocó el antiguo terror y arrojó al suelo a gran cantidad de enemigos que se acercaban hacia la puerta, quienes fueron rápidamente rematados por los guardias y los pocos guerreros que se mantenían en la zona. Con un par de relámpagos y unas cuantas rocas ígneas se abrió camino hacia el teletransportador que llevaba al castillo.
Y junto a un árbol, la pequeña guerrera se encontraba inconciente, siendo protegida únicamente por un joven tirador, una conjuradora y su demonio, mientras era atendida por su muy asustada hermana.
Con una furia que en el momento no pudo entender, y apenas dándose el tiempo de levantar las protecciones mágicas mínimas que cualquier mago conoce, se lanzó contra los enemigos que asediaban al pequeño grupo: robando la invocación de un uthgar la dejó como apoyo para el arquero, mientras comenzaba a utilizar todo su arsenal de hechizos y maldiciones para alejar y acabar con cuanto alsirio se les acercara. Dándose un segundo para pensar, y dándose cuenta de que lo único sensato era salir del lugar lo más rápido posible, invocó nuevamente aquel viejo truco que lanzó al suelo a sus enemigos alsirio; tomando a la inconciente semielfa en brazos, le ordenó al resto seguirlo rumbo a la puerta.
Cuando la magia de la joven transportadora los llevaba hacia el interior, lograron ver a lo lejos las tropas que llegaban desde los fuertes y el castillo para defender al reino. Detrás del muro, centenares de guerreros syrtenses se preparaban para salir en una oleada que sorprendiera a sus enemigos.
Pero nada de eso importaba. El brujo ignita sólo tenía en mente llegar lo más rápido posible a la ciudad, aferrando fuertemente el cuerpo de la guerrera entre sus brazos.
(1)Entmoot, de la película The Lord of the Rings
Los bosques están ardiendo,
el suelo yace desnudo.
La guerra está sobre ti,
¿Eres parte de este mundo?
¿Te unirás a su lucha?
(2) Mariposa
lunes, 3 de agosto de 2009
Cap. 11 - Refugio
Ú i vethed nâ i onnad
Si boe ú-dhanna.
estelio han, estelio veleth.
Teliach nad, estelio han. (1)
Los dos últimos días se había dedicado a recorrer la zona de guerra de su reino, evadiendo astutamente a los enviados de los Goldenheart. No tenía ganas de pararse frente a un grupo de nobles con nula experiencia en guerras reales, para explicar su relación con el brujo ignita.
Se había detenido un par de minutos junto al transportador que permitía a los guerreros que se encontraran dentro del reino llegar rápidamente al castillo para defenderlo de posibles ataques. Llevaba medio día recorriendo la zona cerca de la puerta, atenta a cualquier movimiento enemigo. Sin embargo, ni alsirios ni ignitas se habían asomado en varias semanas desde la derrota de la tropa del ejército azul.
Se levantó, decidida a llegar al castillo por el camino largo. Tomó su lanza y su escudo y comenzó su caminara hacia el Este. A los pocos minutos pudo ver a una alta figura de caminar lento frente a ella. Sonrió al reconocer a Lobo, y notar en su caminar que los rumores que decían que Masterclan había continuado la celebración del Ehtele'mele por su cuenta eran correctos. Decidió seguirlo sin llamar la atención, por si llegase a necesitar algo de ayuda al encontrar a algún enemigo.
Casi llegando al inicio de la playa, logró ver a la distancia una figura caminando lentamente rumbo a la muralla. La verde túnica de la Muerte Alada lo señalaba como brujo, y su oscura piel su origen: Ignis. Sin embargo, su lento caminar, y un extraño bulto a su espalda indicaba que no estaba preparado para combatir.
El bárbaro frente a ella también lo vio, y tomando su martillo hizo brotar su sed de sangre y embistió hacia su enemigo. Sin embargo, el metálico sonido al chocar su arma contra un escudo le hizo notar que su golpe no había alcanzado a su objetivo.
Frente a él, la joven guerrera levantaba su defensa, protegiendo al sorprendido brujo. Cuando iba a reclamar a su amiga su acción, notó el bulto que el elfo llevaba en la espalda.
Una asustada niña de no más de 5 años, de puntiagudas y cortas orejas y piel levemente oscura.
Una semielfa ignita. Una niña prohibida.
- Sorpresa sorpresa – fue lo único que pudo decir, atontado por lo extraño de la situación (y por el alcohol que aún corría por sus venas).
- Alma, Enlil (2) – saludó Climene a su amigo - ¿Qué te trae por aquí?
- Alma, mellon nîn (3)– respondió el ignita – He venido buscando refugio.
La semielfa lo observó por unos segundos, para luego poner atención en su aturdido amigo bárbaro.
- Lobo, él es Enlil. Viene a pedir asilo en nuestro reino – el guerrero se queda mirando a la chica, como tratando de procesar la información. Luego de unos minutos, lo único que tiene claro es que debe dejar de beber cuando se encuentra en la zona de guerra. - Vayamos al muro – es lo único que dice, dando media vuelta y encaminando sus pasos hacia la puerta del reino.
La guerrera hace una seña a su amigo para que la siga, tratando de no alejarse demasiado del (mareado) semielfo. Observa a la pequeña en la espalda del ignita, quien trataba de ocultar su rostro entre sus brazos.
- ¿Es tu hija? - el elfo asiente.
- Nilil, ella es Climene, una amiga de tierras syrtenses, quien conoce el antiguo idioma – la niña la mira con sus ojos, y le regala una sonrisa – Su madre murió hace cinco años, en una batalla contra los alsirios en Menirah – la voz del brujo le recuerda aquella conversación en la playa del lago, hace ya exactamente cinco años...
- ¿Es por ella que has tomado esta decisión?
- Ignis es muy diferente a tu reino. Durante décadas, los elfos oscuros han mantenido la pureza de la raza con medidas extremas y estúpidas. Un semielfo no sólo es una deshonra, es una traición a lo que somos y a lo que aspiran las altas cúpulas. Lo único que le espera a mi hija en esas tierras es ser tratada como una paria, y eso si es que tiene suerte. No puedo permitir que la nobleza y la teocracia transformen la vida de mi pequeña en un infierno: prefiero traicionar a mi reino y buscar asilo en Syrtis, en donde no la discriminarán por ser una semielfa.
Climene había oído hablar de las restricciones existentes entre los elfos oscuros, para preservar la pureza de su raza, pero jamás pensó que podrían llevar a alguien a traicionar a su gente sólo para dar seguridad a sus hijos. Si bien la curiosidad que su amigo le generaba había sido en gran parte satisfecha de forma rápida, en lo único en que podía pensar era en la dura vida que debió llevar en estos años, criando a una niña rechazada por los suyos.
Llegaron a la gran puerta que protegía las tierras de su reino, y tras convencer a los guardias lograron entrar junto a brujo y su pequeña. Escoltados por varios syrtenses que los vieron llegar (desconfiados ante la presencia del ignita), dirigieron sus pasos hacia Fisgael, la capital de la república.
Aunque Lobo los dejó antes de iniciar su camino: algo sobre su clan y un cuarto en Raeraia fue lo poco que lograron entender entre el enredo de sus palabras. Enlil reía disimuladamente: de no llevar a su pequeña, se habría divertido un rato luchando contra aquel guerrero en aquel estado.
Caminando junto a su padre (y fuertemente aferrada a su mano) la pequeña observaba todo con emoción: los altos árboles del bosque de Myil y el brillante verde de las praderas de la Frontera Norte eran un espectáculo sin comparación para aquellos inocentes ojos. En lo alto de una meseta un enorme escarabajo observaba al grupo cruzar la unión de los tres caminos; asustada por los cíclopes que rodeaban las Colinas Esmeraldas, tomó la mano de la guerrera y tironeo hasta acercarla más a ella, protegiéndose entre los dos adultos.
Sus compatriotas, que caminaban detrás de ellos, no miraron con buenos ojos esta acción. Los tres, de la mano, caminando tranquilamente, era una imagen demasiado familiar (4) para un par de ignitas y una syrtense.
Al llegar a Fisgael, vieron a Larissa y su hija esperándolos junto a los guardias de la entrada Este; ignorando la desaprobatoria mirada que le diera la general, Climene llevó a Enlil y su hija frente al consejo. Sabía que en la ciudad no había nadie que conociera el antiguo idioma, lo que la convertía en la única intérprete capaz de traducir las palabras de Enlil, por lo que era casi imposible que la altiva Goldenheart pudiese tener el gusto de interrogarla a solas mientras el consejo y la nobleza de Syrtis la necesitara para hablar con el elfo oscuro.
Y bajo las curiosas miradas de los habitantes de la ciudad, los tres entraron en el edificio central. Solos.
(1)Evenstar, de la película The Lord of the Rings
Este no es el fin, sino el comienzo.
Ahora es necesario no caer.
Confía en esto, confía en el amor.
Tú significas algo, confía en esto.
(2) Salud, Enlil
(3) Salud, Amiga mía
(4) Este familiar no va en el sentido de conocido, sino de Familia.
Si boe ú-dhanna.
estelio han, estelio veleth.
Teliach nad, estelio han. (1)
Los dos últimos días se había dedicado a recorrer la zona de guerra de su reino, evadiendo astutamente a los enviados de los Goldenheart. No tenía ganas de pararse frente a un grupo de nobles con nula experiencia en guerras reales, para explicar su relación con el brujo ignita.
Se había detenido un par de minutos junto al transportador que permitía a los guerreros que se encontraran dentro del reino llegar rápidamente al castillo para defenderlo de posibles ataques. Llevaba medio día recorriendo la zona cerca de la puerta, atenta a cualquier movimiento enemigo. Sin embargo, ni alsirios ni ignitas se habían asomado en varias semanas desde la derrota de la tropa del ejército azul.
Se levantó, decidida a llegar al castillo por el camino largo. Tomó su lanza y su escudo y comenzó su caminara hacia el Este. A los pocos minutos pudo ver a una alta figura de caminar lento frente a ella. Sonrió al reconocer a Lobo, y notar en su caminar que los rumores que decían que Masterclan había continuado la celebración del Ehtele'mele por su cuenta eran correctos. Decidió seguirlo sin llamar la atención, por si llegase a necesitar algo de ayuda al encontrar a algún enemigo.
Casi llegando al inicio de la playa, logró ver a la distancia una figura caminando lentamente rumbo a la muralla. La verde túnica de la Muerte Alada lo señalaba como brujo, y su oscura piel su origen: Ignis. Sin embargo, su lento caminar, y un extraño bulto a su espalda indicaba que no estaba preparado para combatir.
El bárbaro frente a ella también lo vio, y tomando su martillo hizo brotar su sed de sangre y embistió hacia su enemigo. Sin embargo, el metálico sonido al chocar su arma contra un escudo le hizo notar que su golpe no había alcanzado a su objetivo.
Frente a él, la joven guerrera levantaba su defensa, protegiendo al sorprendido brujo. Cuando iba a reclamar a su amiga su acción, notó el bulto que el elfo llevaba en la espalda.
Una asustada niña de no más de 5 años, de puntiagudas y cortas orejas y piel levemente oscura.
Una semielfa ignita. Una niña prohibida.
- Sorpresa sorpresa – fue lo único que pudo decir, atontado por lo extraño de la situación (y por el alcohol que aún corría por sus venas).
- Alma, Enlil (2) – saludó Climene a su amigo - ¿Qué te trae por aquí?
- Alma, mellon nîn (3)– respondió el ignita – He venido buscando refugio.
La semielfa lo observó por unos segundos, para luego poner atención en su aturdido amigo bárbaro.
- Lobo, él es Enlil. Viene a pedir asilo en nuestro reino – el guerrero se queda mirando a la chica, como tratando de procesar la información. Luego de unos minutos, lo único que tiene claro es que debe dejar de beber cuando se encuentra en la zona de guerra. - Vayamos al muro – es lo único que dice, dando media vuelta y encaminando sus pasos hacia la puerta del reino.
La guerrera hace una seña a su amigo para que la siga, tratando de no alejarse demasiado del (mareado) semielfo. Observa a la pequeña en la espalda del ignita, quien trataba de ocultar su rostro entre sus brazos.
- ¿Es tu hija? - el elfo asiente.
- Nilil, ella es Climene, una amiga de tierras syrtenses, quien conoce el antiguo idioma – la niña la mira con sus ojos, y le regala una sonrisa – Su madre murió hace cinco años, en una batalla contra los alsirios en Menirah – la voz del brujo le recuerda aquella conversación en la playa del lago, hace ya exactamente cinco años...
- ¿Es por ella que has tomado esta decisión?
- Ignis es muy diferente a tu reino. Durante décadas, los elfos oscuros han mantenido la pureza de la raza con medidas extremas y estúpidas. Un semielfo no sólo es una deshonra, es una traición a lo que somos y a lo que aspiran las altas cúpulas. Lo único que le espera a mi hija en esas tierras es ser tratada como una paria, y eso si es que tiene suerte. No puedo permitir que la nobleza y la teocracia transformen la vida de mi pequeña en un infierno: prefiero traicionar a mi reino y buscar asilo en Syrtis, en donde no la discriminarán por ser una semielfa.
Climene había oído hablar de las restricciones existentes entre los elfos oscuros, para preservar la pureza de su raza, pero jamás pensó que podrían llevar a alguien a traicionar a su gente sólo para dar seguridad a sus hijos. Si bien la curiosidad que su amigo le generaba había sido en gran parte satisfecha de forma rápida, en lo único en que podía pensar era en la dura vida que debió llevar en estos años, criando a una niña rechazada por los suyos.
Llegaron a la gran puerta que protegía las tierras de su reino, y tras convencer a los guardias lograron entrar junto a brujo y su pequeña. Escoltados por varios syrtenses que los vieron llegar (desconfiados ante la presencia del ignita), dirigieron sus pasos hacia Fisgael, la capital de la república.
Aunque Lobo los dejó antes de iniciar su camino: algo sobre su clan y un cuarto en Raeraia fue lo poco que lograron entender entre el enredo de sus palabras. Enlil reía disimuladamente: de no llevar a su pequeña, se habría divertido un rato luchando contra aquel guerrero en aquel estado.
Caminando junto a su padre (y fuertemente aferrada a su mano) la pequeña observaba todo con emoción: los altos árboles del bosque de Myil y el brillante verde de las praderas de la Frontera Norte eran un espectáculo sin comparación para aquellos inocentes ojos. En lo alto de una meseta un enorme escarabajo observaba al grupo cruzar la unión de los tres caminos; asustada por los cíclopes que rodeaban las Colinas Esmeraldas, tomó la mano de la guerrera y tironeo hasta acercarla más a ella, protegiéndose entre los dos adultos.
Sus compatriotas, que caminaban detrás de ellos, no miraron con buenos ojos esta acción. Los tres, de la mano, caminando tranquilamente, era una imagen demasiado familiar (4) para un par de ignitas y una syrtense.
Al llegar a Fisgael, vieron a Larissa y su hija esperándolos junto a los guardias de la entrada Este; ignorando la desaprobatoria mirada que le diera la general, Climene llevó a Enlil y su hija frente al consejo. Sabía que en la ciudad no había nadie que conociera el antiguo idioma, lo que la convertía en la única intérprete capaz de traducir las palabras de Enlil, por lo que era casi imposible que la altiva Goldenheart pudiese tener el gusto de interrogarla a solas mientras el consejo y la nobleza de Syrtis la necesitara para hablar con el elfo oscuro.
Y bajo las curiosas miradas de los habitantes de la ciudad, los tres entraron en el edificio central. Solos.
(1)Evenstar, de la película The Lord of the Rings
Este no es el fin, sino el comienzo.
Ahora es necesario no caer.
Confía en esto, confía en el amor.
Tú significas algo, confía en esto.
(2) Salud, Enlil
(3) Salud, Amiga mía
(4) Este familiar no va en el sentido de conocido, sino de Familia.
Cap. 10 - Primavera
Indotya ná pitya seldo
Salquentar líreion
Tucuvatyen nandeletye
Ar náuvatye quentaro
Vanye nyaro elenen (1)
Gracias a la información extraída a los prisioneros alsirios, y a la excelente coordinación de varios clanes de la República, se logró detener un ataque coordinado a ambos fuertes y castillos, que buscaba debilitar las principales defensas de Syrtis para caer luego con gran fuerza contra el gran muro y entrar al reino.
Con la confianza dada por esta victoria, sumado a una reciente baja de agresividad desde Ignis, los syrtenses se prepararon para el Ehtele'mele (2), principal festividad que celebraba la llegada de la Primavera y el renacer de la vida, y que permitía a los cansados guerreros olvidar por un día las penurias de la guerra.
Fisgael, la ciudad capital, se encontraba adornada con verdes ramas (traídas desde los distintos bosques del reino), flores y frutos de la estación; las jóvenes solteras (tanto civiles como aquellas que hacían de la guerra parte de su vida) lucían cortas y ligeras túnicas, y coronas floridas tejidas por ellas mismas. Los jóvenes buscaban a sus amadas, o a aquellas amigas o compañeras de batalla más leales, y les obsequiaban brazaletes hechos con ramas de madreselva (4), representación del cariño que les profesaban.
La comida era compartida en forma abundante, junto al aguamiel y el miruvor (3), mientras los talentosos bardos, elfos y alturian, llenaban el ambiente con su música, invitando a los presentes a compartir con alegres y enérgicas danzas en los alrededores de la ciudad.
Cerca a la Puerta Este (5), frente a las caballerizas, Luca daba el bajo a una botella de vino de Dohsim, mientras entusiasmaba a algunos novatos para aprovechar de gastarle un par de bromas al siempre estirado Irehok; junto a el Lobo, no muy amigo de las festividades y de las reuniones masivas (y que había sido arrastrado a la ciudad por sus compañeros del clan), se reía a costa de Lloid y sus frustrados intentos de conquistar a una hermosa elfa (mucho mayor que él, aunque el joven cazador aún no se daba cuenta de este detalle).
El clan de las Perras se había unido y preparado para llevar a esta festividad a Belnazzar, quien se encontraba con el corazón roto tras ser traicionado por la mujer que amaba. Los miembros del clan se habían puesto de acuerdo para acompañarlo y levantarle el ánimo, pero antes de poder ejecutar su plan Mig Rog, uno de los mejores amigos del joven tirador, lo tomó sorpresivamente para arrastrarlo por toda la ciudad, mientras coqueteaba con cuanta elfa y semielfa se le cruzara por delante.
El pobre semielfo intentaba mantenerse al paso del enérgico bárbaro, pero deseoso de poder encontrar alguna chica que de una vez por todas prestara atención a su amigo, y así poder descansar en algún rincón tranquilo; al cruzar (por enésima vez) frente al altar en donde muchas jóvenes parejas aprovechaban de tomar votos matrimoniales durante el Ehtele'mele, logró ver a Climene, de pie junto a algunos de sus amigos, quienes le impedían ver los desesperados gestos del arquero.
Resignado ya a continuar el suplicio de acompañar a su amigo en sus (intentos de) conquistas, logró ver algo que le dio la excusa perfecta para alejarse del bárbaro: Gatuno, el joven cazador del clan, llevaba de la mano a su novia, Gatuna, hacia el altar fuera de la ciudad. Inmediatamente los miembros del clan rodearon a la pareja, para verlos pronunciar los votos nupciales, mientras ataban sus manos con un lazo blanco como símbolo de su unión (6).
Antes de que el bárbaro lograra llevarse a Belnazzar, Climene tomó al tirador de un brazo y lo llevó junto a las chicas del clan, quienes comenzaban el festejo por los novios danzando cerca de los bardos. El tirador hizo un gesto de aflicción al verse arrastrado al centro del baile.
- O pretendes intentar bailar con nosotras, o Mig te llevará a recorrer nuevamente Fisgael – le susurró la semielfa al oído, lo que logró cambiar el rostro del joven, quien intentó mostrarse entusiasmado por la situación. Sin embargo, tras sólo ver sus primeros intentos de seguirles en el baile, las chicas decidieron que lo mejor para todos sería dejarlo con el resto de los hombres del clan. Al verse libre de las chicas y de su viejo amigo, Bel se acomodó rápidamente junto a Maipucino y Poison Arrow, lo más oculto posible de la vista de los demás.
Cuando se cansó de bailar junto a sus amigas (y de molestar a la nueva novia), Climene se acomodó junto a uno de los muros de la ciudad, dispuesta a disfrutar de un poco de paz y una copa de miruvor. Su soledad, sin embargo, no duro demasiado, ya que Lobo aprovechó de alejarse de la masa y sentarse a su lado.
- Hola Lobito – dijo la guerrera mientras bebía otro trago de su bebida. El bárbaro sólo hizo un gesto con su cabeza, y brindó a su vez bebiendo de la botella de vino que había logrado quitarle a Luca.
- Alguien de tu clan me comentó que te encontraste nuevamente con el brujo ignita – directo al punto, pensó la semielfa mientras bebía otro poco, sin mirar al guerrero – no quiero ser demasiado insistente – no me digas – pero nos gustaría saber si averiguaste algo de sus planes, o el porqué de pronto se han vuelto tan pasivos. Llevan ya tres o cuatro días sin aparecer por nuestras tierras.
- Honestamente, no se más que el resto de ustedes -respondió ella, mirando fijamente su (ahora) vacía copa - Ignis aún intenta hacerse con las gemas (al igual que Alsius) y controlar al Dragón Dorado. Y a Enlil lo vi antes del ataque alsirio, hace más de una semana, antes de que sus compañeros detuvieran sus ataques de forma tan brusca – Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que el semielfo se levantó con calma.
- ¿Sabías que la conjuradora que llevaste a Eferias te vio hablar con el ignita? - Climene levantó su mirada, la sorpresa reflejada en sus ojos: ella había creído que la alsiria se encontraba inconciente durante su encuentro con el brujo – He oído que los Goldenheart quieren hablar contigo: su fuese tú, no me quedaría en la ciudad al terminar las celebraciones – le dijo antes de marchar junto a su clan, quienes ya comenzaban a prepararse para regresar a la zona de batalla.
Rápidamente abandonó su refugio junto al muro y fue en busca de sus cosas. Antes de que el atardecer cubriera Fisgael, la joven guerrera partía rumbo a Herbred junto a los miembros de su clan.
x - x - x - x
Mucho más lejos, en una ciudad rodeada de rojas arenas, sus habitantes no estaban celebrando. Gente murmurando en cada esquina, extraños rumores nacidos de la desesperación, y el movimiento de decenas de soldados y civiles preparándose para recorrer las tierras del reino agitaban el lugar.
En una casa en las orillas de la ciudad, un hombre terminaba de empacar algunas cosas, observado fijamente por un par de pequeños ojos.
- Mani marte, Ada? (7)
- Nos vamos, sellnin (8). Marchamos en busca de un verdadero hogar.
(1)Poema Salquentar líreion
Tu corazón es un niño pequeño
pastor de canciones
Te traeré los acordes de tu arpa
y serás narrador
de bellos cuentos para las estrellas
(2) Equinoccio de Primavera
(3) Licor ligero destilado por los elfos.
(4) Madreselva, representa la fraternidad, los lazos de amor y de afecto.
(5) La orientación de las puertas está considerada desde el punto de vista de alguien parado en la plaza de Fisgael, mirando hacia el edificio de los nobles.
(6) Dentro de la Wicca o neopaganismo, la ceremonia de matrimonio es conocida como la Atadura de Manos, y suele realizarse durante la celebración de Ostara (Equinoccio de Primavera) o Beltane (festividad asociada al verano).
(7) ¿Qué ocurre, papá?
(8) Hija mía
Salquentar líreion
Tucuvatyen nandeletye
Ar náuvatye quentaro
Vanye nyaro elenen (1)
Gracias a la información extraída a los prisioneros alsirios, y a la excelente coordinación de varios clanes de la República, se logró detener un ataque coordinado a ambos fuertes y castillos, que buscaba debilitar las principales defensas de Syrtis para caer luego con gran fuerza contra el gran muro y entrar al reino.
Con la confianza dada por esta victoria, sumado a una reciente baja de agresividad desde Ignis, los syrtenses se prepararon para el Ehtele'mele (2), principal festividad que celebraba la llegada de la Primavera y el renacer de la vida, y que permitía a los cansados guerreros olvidar por un día las penurias de la guerra.
Fisgael, la ciudad capital, se encontraba adornada con verdes ramas (traídas desde los distintos bosques del reino), flores y frutos de la estación; las jóvenes solteras (tanto civiles como aquellas que hacían de la guerra parte de su vida) lucían cortas y ligeras túnicas, y coronas floridas tejidas por ellas mismas. Los jóvenes buscaban a sus amadas, o a aquellas amigas o compañeras de batalla más leales, y les obsequiaban brazaletes hechos con ramas de madreselva (4), representación del cariño que les profesaban.
La comida era compartida en forma abundante, junto al aguamiel y el miruvor (3), mientras los talentosos bardos, elfos y alturian, llenaban el ambiente con su música, invitando a los presentes a compartir con alegres y enérgicas danzas en los alrededores de la ciudad.
Cerca a la Puerta Este (5), frente a las caballerizas, Luca daba el bajo a una botella de vino de Dohsim, mientras entusiasmaba a algunos novatos para aprovechar de gastarle un par de bromas al siempre estirado Irehok; junto a el Lobo, no muy amigo de las festividades y de las reuniones masivas (y que había sido arrastrado a la ciudad por sus compañeros del clan), se reía a costa de Lloid y sus frustrados intentos de conquistar a una hermosa elfa (mucho mayor que él, aunque el joven cazador aún no se daba cuenta de este detalle).
El clan de las Perras se había unido y preparado para llevar a esta festividad a Belnazzar, quien se encontraba con el corazón roto tras ser traicionado por la mujer que amaba. Los miembros del clan se habían puesto de acuerdo para acompañarlo y levantarle el ánimo, pero antes de poder ejecutar su plan Mig Rog, uno de los mejores amigos del joven tirador, lo tomó sorpresivamente para arrastrarlo por toda la ciudad, mientras coqueteaba con cuanta elfa y semielfa se le cruzara por delante.
El pobre semielfo intentaba mantenerse al paso del enérgico bárbaro, pero deseoso de poder encontrar alguna chica que de una vez por todas prestara atención a su amigo, y así poder descansar en algún rincón tranquilo; al cruzar (por enésima vez) frente al altar en donde muchas jóvenes parejas aprovechaban de tomar votos matrimoniales durante el Ehtele'mele, logró ver a Climene, de pie junto a algunos de sus amigos, quienes le impedían ver los desesperados gestos del arquero.
Resignado ya a continuar el suplicio de acompañar a su amigo en sus (intentos de) conquistas, logró ver algo que le dio la excusa perfecta para alejarse del bárbaro: Gatuno, el joven cazador del clan, llevaba de la mano a su novia, Gatuna, hacia el altar fuera de la ciudad. Inmediatamente los miembros del clan rodearon a la pareja, para verlos pronunciar los votos nupciales, mientras ataban sus manos con un lazo blanco como símbolo de su unión (6).
Antes de que el bárbaro lograra llevarse a Belnazzar, Climene tomó al tirador de un brazo y lo llevó junto a las chicas del clan, quienes comenzaban el festejo por los novios danzando cerca de los bardos. El tirador hizo un gesto de aflicción al verse arrastrado al centro del baile.
- O pretendes intentar bailar con nosotras, o Mig te llevará a recorrer nuevamente Fisgael – le susurró la semielfa al oído, lo que logró cambiar el rostro del joven, quien intentó mostrarse entusiasmado por la situación. Sin embargo, tras sólo ver sus primeros intentos de seguirles en el baile, las chicas decidieron que lo mejor para todos sería dejarlo con el resto de los hombres del clan. Al verse libre de las chicas y de su viejo amigo, Bel se acomodó rápidamente junto a Maipucino y Poison Arrow, lo más oculto posible de la vista de los demás.
Cuando se cansó de bailar junto a sus amigas (y de molestar a la nueva novia), Climene se acomodó junto a uno de los muros de la ciudad, dispuesta a disfrutar de un poco de paz y una copa de miruvor. Su soledad, sin embargo, no duro demasiado, ya que Lobo aprovechó de alejarse de la masa y sentarse a su lado.
- Hola Lobito – dijo la guerrera mientras bebía otro trago de su bebida. El bárbaro sólo hizo un gesto con su cabeza, y brindó a su vez bebiendo de la botella de vino que había logrado quitarle a Luca.
- Alguien de tu clan me comentó que te encontraste nuevamente con el brujo ignita – directo al punto, pensó la semielfa mientras bebía otro poco, sin mirar al guerrero – no quiero ser demasiado insistente – no me digas – pero nos gustaría saber si averiguaste algo de sus planes, o el porqué de pronto se han vuelto tan pasivos. Llevan ya tres o cuatro días sin aparecer por nuestras tierras.
- Honestamente, no se más que el resto de ustedes -respondió ella, mirando fijamente su (ahora) vacía copa - Ignis aún intenta hacerse con las gemas (al igual que Alsius) y controlar al Dragón Dorado. Y a Enlil lo vi antes del ataque alsirio, hace más de una semana, antes de que sus compañeros detuvieran sus ataques de forma tan brusca – Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que el semielfo se levantó con calma.
- ¿Sabías que la conjuradora que llevaste a Eferias te vio hablar con el ignita? - Climene levantó su mirada, la sorpresa reflejada en sus ojos: ella había creído que la alsiria se encontraba inconciente durante su encuentro con el brujo – He oído que los Goldenheart quieren hablar contigo: su fuese tú, no me quedaría en la ciudad al terminar las celebraciones – le dijo antes de marchar junto a su clan, quienes ya comenzaban a prepararse para regresar a la zona de batalla.
Rápidamente abandonó su refugio junto al muro y fue en busca de sus cosas. Antes de que el atardecer cubriera Fisgael, la joven guerrera partía rumbo a Herbred junto a los miembros de su clan.
x - x - x - x
Mucho más lejos, en una ciudad rodeada de rojas arenas, sus habitantes no estaban celebrando. Gente murmurando en cada esquina, extraños rumores nacidos de la desesperación, y el movimiento de decenas de soldados y civiles preparándose para recorrer las tierras del reino agitaban el lugar.
En una casa en las orillas de la ciudad, un hombre terminaba de empacar algunas cosas, observado fijamente por un par de pequeños ojos.
- Mani marte, Ada? (7)
- Nos vamos, sellnin (8). Marchamos en busca de un verdadero hogar.
(1)Poema Salquentar líreion
Tu corazón es un niño pequeño
pastor de canciones
Te traeré los acordes de tu arpa
y serás narrador
de bellos cuentos para las estrellas
(2) Equinoccio de Primavera
(3) Licor ligero destilado por los elfos.
(4) Madreselva, representa la fraternidad, los lazos de amor y de afecto.
(5) La orientación de las puertas está considerada desde el punto de vista de alguien parado en la plaza de Fisgael, mirando hacia el edificio de los nobles.
(6) Dentro de la Wicca o neopaganismo, la ceremonia de matrimonio es conocida como la Atadura de Manos, y suele realizarse durante la celebración de Ostara (Equinoccio de Primavera) o Beltane (festividad asociada al verano).
(7) ¿Qué ocurre, papá?
(8) Hija mía
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