sábado, 12 de septiembre de 2009

Cap. 15 – Obsesión Bárbara

Sina lóme
I narmo ná laime mi ná er
Elye ná i mótima
Muina ar mista mi métima maltasse.
(1)


- Losodiolosodiolosodiolosodio – era lo única capaz de decir la pequeña bárbara mientras cruzaba la puerta que separaba la seguridad del reino con la zona de combate.

Había pasado ya un par de semanas desde su visita a su prima en Dohsim, durante las cuales había aprovechado de entrenar lo suficiente para que Mazzara, la entrenadora de Raeraia, la autorizara a dar sus primeros pasos en las peligrosas tierras fuera del muro. Rápidamente se dirigió a la casa de su prima, para descubrir que el grupo (incluido el brujo ignita) había partido hacía un par de días rumbo a Herbred).

Completamente molesta, enfadada y disgustada (2) comenzó su recorrido a través del bosque, demasiado concentrada en su enojo como para prestar atención en lo que le rodeaba. Gran error.

Súbitamente su carrera es detenida por un frío penetrante que la rodea y le impide cualquier movimiento. Estática en su posición, logra ver a una bruja ignita, acompañada de una bárbara elfa no mayor que ella, y dos tiradores moloks.

- La **** que los ***** - pensó mientras el hechizo terminaba, permitiendo a sus enemigos atacarla en conjunto. Tirada en el suelo, lamentando ya lo corta que resultó su aventura se preparó para morir.

Al no sentir ningún golpe de gracia abrió los ojos, para encontrar a los dos arqueros desangrándose cerca de ella, y a un alto y poderoso bárbaro golpeando sin piedad a la bruja ignita. Rayos y rocas ígneas caían sobre él, pero nada pudo detener su embiste y con un poderoso movimiento de su martillo, la esquelia cayó con el cráneo destrozado a los pies del semielfo, mientras la pequeña bárbara ignita huía del lugar.

Sentada junto a los cuerpos, la adolescente observaba al guerrero con absoluta (adoración) admiración.

- Niña, no corras sola por acá, esto es un campo de batalla, no un jardín de infantes – le dice el bárbaro con profunda y varonil voz, mientras acomoda su arma en su espalda y comienza su caminata rumbo al fuerte.

Tras unos segundos sin reaccionar (embobada por (el bárbaro) los recientes acontecimientos), la semielfa se levanta y comienza a seguir al guerrero, dejando suficiente distancia para no molestarlo, pero sin perderlo de vista.

Había decidido que aquel hombre sería su maestro.

Durante un buen par de horas se mantiene cerca de él, deteniéndose a (admirar) observar la forma en que el guerrero acababa con feroces leones y enormes cíclopes con uno o dos golpes, y cómo los solitarios enemigos que se cruzaban en su camino huían al verle. Cada minuto que pasaba, la (adoración) admiración de la joven por el guerrero crecía.

Finalmente, tras un largo rodeo, llegaron al mercado cercano al fuerte central. En el lugar pudo ver (a lo lejos) a su prima y su grupo descansando, cerca de varios pequeños grupos de guerreros. Aún molesta con ellos, decidió no acercarse, manteniendo toda su atención en el bárbaro.

El guerrero se acomoda cerca de la cabaña de los mercaderes, y se quita la parte superior de su armadura para descansar. Tras media hora en el lugar un bárbaro se acerca a él.

- Lobo, ¿ya viste a la niña que anda detrás de ti? - el semielfo hace una mueca de fastidio.

- Ya sé que me sigue. No sé qué hacer, si cuidarla para que no la maten o matarla yo mismo – responde a Mig Rog, arrancando con su oración un suspiro de la adolescente.

- ¡Oh, benditos señores de la naturaleza!, ¡que frío e indiferente! - el guerrero la mira molesto.

- ¿Dioses? sólo conocí uno. Y lo maté.

- Los salvajes ignitas adoran dioses, yo respeto a la naturaleza ¡Bendito Tulkas que ha puesto en nuestra tierra a un igual para deleitarnos con su lucha en las batallas!

- ¿Tulka? Conocí un sacerdote ignita que se llamaba así. Comí sus tripas. Sabían mal.

- ¡Y devora a sus enemigos! ¡Como aquellos que buscan absorber la fuerza de los caídos!

Cerca, Climene y su grupo contenían la risa a duras penas. Ver a su pequeña e impetuosa prima demostrando completa adoración por uno de los guerreros más fríos y poco sentimentales del reino era una escena digna de observar.

- ¡Anda Lobito!, no seas malo con la pobre niña y muestra un poco más de corazón – exclamó la semielfa, para volver a reír ante el gesto del guerrero.

- ¿Lobo, aquel llamado el Maldito? - pregunto la pequeña bárbara, recibiendo señales afirmativas de quienes los rodeaban - ¡Bendita suerte la que me ha acompañado!, ¡oh, gran señor de la guerra!, ¿me concederías el honor de permitirme aprender de ti las más perfectas artes de la guerra?

- No

- Por favor...

- No

- ¿Por qué no?

- Porque no quiero

- Porfavorporfavorporfavor...

- ¡No!

- Por favor, haré cualquier cosa que me pidas...

El guerrero no contesta, pensando. Si la cría estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, podría enviarla a alguna misión imposible y sacársela de encima.

- Muy bien – dijo, provocando un salto de alegría por parte de la joven, y la sorpresa de los demás – si quieres que te enseñe, deberás conseguir con tus propias manos... la esencia de un ánima de Arvanna.

- Pff, fácil, delo por hecho.

- La melena de un león salvaje – la joven hizo un gesto extraño, pero asintió con la cabeza, demostrando el deseo de lograr su objetivo. Lobo sonrió con malicia – y... un colmillo de Thorkul.

El mercado quedó en silencio. La pequeña bárbara observó por un par de segundos al guerrero con seriedad, para luego dar un salto, saltar a su cuello, besarlo rápidamente y correr rumbo a la muralla del reino.

Antes de que alguien más pudiese reaccionar, Climene se levantó de donde se encontraba y (con su mano cubierta por el metálico guante de su armadura) golpea al bárbaro en el pecho descubierto.

- ¡Pedazo de bruto!, si te la querías quitar de encima me hubieses dicho en vez de mandarla a una misión como esa. Pobre de ti que algo le pase a mi prima consiguiendo tus tonteras, porque te tocará responder ante mí y mi familia completa, pedazo de animal – le reclamó la guerrera, golpeándolo nuevamente para tomar después sus armas y partir con sus amigos tras la adolescente.

- ¿La cría es prima de Clime? - preguntó el bárbaro, recibiendo la confirmación de algunos de los presentes - ¡y por qué demonios nadie me lo dijo antes! - gritó mientras tomaba su armadura y partía a masticar su furia en el fuerte cercano.







(1) Adaptación libre de Lobo, de Jorge Luis Borges. Traducción al elfito por Julio Enrique Brugos
Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
Eres el último.
furtivo y gris en la penumbra última.

(2) Si, es repetitivo, la idea es dar énfasis en su estado emocional.

Cap. 14 – Teadorareporsiempre

I áre cenutye
Harnanien melio
Cenuotye tereve
Kirie indossenya
(1)


Al despertar, una extraña inmovilidad y algo en su espalda llamaron su atención. Al abrir los ojos, y ver los brazos de Enlil rodeándola las imágenes de la pasada noche volvieron a su mente.

Completamente avergonzada, intentó levantarse con cuidado para no despertar al elfo, pero un rápido movimiento de aquellos brazos la acercó más al cuerpo del mago.

- No te vayas - susurró en su oído, el que luego comenzó a besar delicadamente, provocando un estremecimiento en la joven. Poco a poco comenzó a recorrer su cuello para terminar besando sus hombros, mientras una de sus manos bajaba lentamente por su abdomen.

Sin poder evitarlo, comenzó a responder a las caricias de Enlil, jadeando ante cada movimiento de sus manos. Reuniendo lo poco que le quedaba de su fuerza de voluntad intenta nuevamente escapar de sus brazos y levantarse, pero el elfo es más rápido y, con un hábil movimiento, la dejó recostada de espalda en la cama, colocándose sobre ella mientras enredaba los dedos en su cabello. Acercó su rostro al de la semielfa y comenzó a besarla de forma suave pero segura, destruyendo todas las defensas de la joven.

x - x - x - x

En cuanto Enlil se asomó a la puerta de la casa fue asaltado por un grupo de infantes que lo llevó a rastras junto a Akasavut, el entrenador de brujos del pueblo, para que les enseñara y les hablara de magia, batallas y la nigromancia reconocida de Ignis. Aunque la joven conjuradora tuvo el impulso de preguntarle la razón detrás de la enorme sonrisa que lucía el mago, prefirió esperar a que el pobre elfo se desocupara del asedio de los pequeños.

Su hermana apareció poco después, con un leve sonrojo y un extraño nerviosismo que se dejaba ver en la torpeza con la que realizaba las cosas que su madre le pedía. Por muy joven e inocente que fuera, su mente comenzó a atar cabos, y una sonrisa pícara asomó en su rostro. Cómo se iba a divertir molestando a su hermana.

Y no fue la única en darse cuenta de los cambios en esos dos.

La última semana había sido una de las más largas vividas por la pequeña Nilil. Pese a su corta edad, se había dado cuenta de que su padre se comportaba de forma distinta ante la semielfa, y podía imaginar su preocupación por las heridas de la joven. Con la perspicacia propia de los niños, no tardó en notar las reacciones de su padre y de la guerrera a su llegada al pueblo, las extrañas miradas que se daban y el nerviosismo que mostraban al estar juntos.

Y obviamente, se dio cuenta que su padre esa noche no apareció en el cuarto que compartían en la antigua casona de Dohsim.

Sin poder aguantar la curiosidad (también, muy propia de los niños), se acercó a la semielfa, quien se encontraba revisando las reparaciones a su armadura y equipo en el mercado, y tomando su mano le preguntó:

- ¿Vas a ser mi nueva mamá?

El rostro de la guerrera se tiño de fuerte carmín, ante las miradas curiosas de todos los presentes en el mercado. Unos metros a la distancia Enlil (que había escuchado perfectamente la pregunta de su hija), intentaba ignorar la (mal contenida) risa de Akasavut.

Antes de poder responder (mejor dicho, pensar en una respuesta), un fuerte grito proveniente de la entrada del pueblo desvió su atención.

- ¡¡PRIMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

- Oh, no – fue lo único que logró decir Climene antes de ser arrojada al suelo por una figura pequeña enfundada en una armadura de cuero. Tratando de superar la asfixia provocada por el fuerte abrazo del que era víctima, buscó con desesperación alguien que la ayudara a sacarse aquel peso de encima.

- Ele, ¡me estás ahogando!

- Primita lindaaaaaaaaaa – exclamó la adolescente bárbara sentándose junto a ella – estabatanpreocupadaporti :snif: cuandosupequetehabíanherido :snif: quiseiravertearaeperopapánomedejó :snif: yocreíaquetemoríasynoteveíamás :snif: primaaaaaaaaaaaaaa – volvió a exclamar para colgarse nuevamente a su cuello en un apretado abrazo.

La semielfa no pudo más que devolver el abrazo y tratar de consolar a su muy emocionada prima, bajo la mirada y risa de su hermana, Nilil y del resto de los mercaderes.

- ¿Quién es ella? - preguntó en el antiguo idioma el brujo al acercarse a ellas.

- Es la hija del hermano menor de la madre de Climene... es alocada, suele hablar demasiado rápido y muy emocional, pero igual la queremos – respondió la conjuradora disfrutando del espectáculo frente a ella.

Al oírlos, la (más) joven guerrera detuvo su llanto, soltó a su pariente y volteó a mirar al ignita seriamente.

- ¿Tú eres el brujo que desobedeció las órdenes del consejo para salir al combate frente a la muralla? - pregunto con extrema gravedad.

- Si, soy... - no alcanzó a terminar su frase, ya que la pequeña semielfa se lanzó contra él arrojándolo al suelo.

- Graciasgraciasgraciasgracias :snif: erestanbuenograciasporsalvaramiprimita :snif: siyolaquierotantoquenosequehariasinellla :snif: teadorareporsiempreserasmiheroe...

x - x - x - x

Una vez que lograron calmar a la pequeña bárbara (con un vaso de agua, ordenándole respiraciones lentas y que diera tiempo a que sus pulmones obtuvieran algo de aire entre cada palabra que emitía), pudieron acomodarse en la casona a conversar un rato durante la cena. Ele, como le gustaba que la llamaran (ya que su nombre completo, Tar Elestirne (2), jamás le había gustado) entretuvo a todos con los relatos de sus aventuras durante su entrenamiento, y no los dejó tranquilos hasta que le prometieron que la llevarían a conocer la Zona de Guerra cuando Climene se recuperara.

Al caer la noche, aún resintiendo las heridas del combate, la guerrera decidió retirarse a su habitación. Bajo la atenta mirada de su hermana y su madre subió las escaleras hasta perderse en el segundo nivel de la casa. Pese a los deseos de acompañarla, Enlil decidió quedarse, ya que había notado la forma en que la conjuradora lo observaba cada vez que se acercaba a la semielfa. Aunque su intento de que sus intenciones pasaran desapercibidas no duraron mucho.

- ¿No irás a dormir esta noche con Clime, Ada (4)? - preguntó con total inocencia su pequeña hija.

La joven bárbara lo miró con curiosidad, sin entender completamente a qué se refería la pequeña. Ananké intentó sofocar su risa con su mano, mientras su madre observaba con severidad al brujo ignita.

Completamente sonrojado, el elfo se levantó y, tomando a su hija de la mano, realizó una pequeña reverencia ante las mujeres presentes en el salón, y se retiró a su habitación. Demasiada vergüenza por un día como para intentar pasar la noche nuevamente con su amada semielfa.







(1) Poema I Áre Cenutye
La luz de tus ojos
me ha herido de amor
tus ojos penetrantes
se han clavado en mi alma
(2) Élfico, Señora de la frente estrellada. Nombre de una de las reinas de Númenor.
(3) Papá

domingo, 16 de agosto de 2009

Cap. 13 - Amante

Arie liruvan falmassë
mirima imbe i maiwi.
Ar hiruvarnye ómalye lauka,
ar hyruvanye henulya melinor
(1)


Con sólo cruzar la puerta se encontró con decenas de enemigos atacando a los guardias y a los pocos aliados que ya habían salido a luchar. Sujetando con fuerza la corta espada que usaba como apoyo, y concentrando toda su energía en su escudo para bloquear la mayor cantidad de ataque, se abalanzó contra un grupo de magos agrupados cerca del transportador a Eferias.

Con un hábil movimiento de su espada y la magia de guerra practicada durante mucho tiempo, formo un poderoso tifón que noqueó a la mayor parte del grupo que atacaba. Dos guerreros más junto a ella aprovecharon para rematar a un par de brujos, mientras la semielfa se lanzaba contra una conjuradora que había logrado evadir el efecto del golpe y huía del lugar.

Pero antes de poder alcanzarla, unas fuertes hiedras crecieron inesperadamente a sus pies, deteniendo su marcha; un fuerte golpe en su espalda la arrojó al suelo, y lo último que vio fue un martillo de dragón sobre su cabeza.

x - x - x - x

Aunque cruzó la puerta apenas 5 segundos después que la guerrera, la oleada de alsirios le impidió encontrarla entre los pocos aliados que rodeaban a los guardias. Elevando su concentración al máximo, logró clavar una de sus flechas entre los ojos de una bruja antes de correr hacia los árboles más cercanos. Buscando una posición que le asegurara un rango óptimo de ataque, alcanzó a ver una figura pequeña en el suelo a sólo unos metros de donde se encontraba, siendo brutalmente atacada por un guerrero uthgar.

Reconociendo a su querida amiga en la joven atacada, tomó una flecha de su carcaj y la imbuyó en antigua magia para que mordiera como venenosa serpiente; retrocediendo para mantener el blanco, lanzó letales saetas al bárbaro hasta verlo caer muy cerca de él.

Corrió junto a su amiga y, agachándose junto a ella, buscó desesperadamente a su alrededor, hasta lograr ver a Anyelis y Ananké cerca de muralla. A gritos logró llamar su atención, en el preciso momento en que un grupo de enemigos se dirigía hacia él. Protegido por la magia y el demonio de su tutora, comenzó a atacar y mantener a distancia a los alsirios, mientras la joven conjuradora intentaba reanimar a su hermana.

De forma sorpresiva, el Zarkit de un joven conjurador enemigo corrió a su lado y comenzó a atacar a quien originalmente lo invocara; un par de relámpagos y rocas cayendo del cielo llamaron su atención hacia el brujo ignita que llegaba junto a ellos. Antes de poder preguntar cómo había conseguido un báculo y logrado salir del reino, Enlil tomó en brazos a su amiga y ordenó la retirada del grupo.

Sin discutirle, lanzó un par de flechas para distraer a sus enemigos y corrió junto a las conjuradoras hacia el lado seguro del muro.

x - x - x - x

Llevaba ya varias horas sentado observándola. Los golpes del bárbaro habían provocado numerosas heridas internas en la semielfa que su hermana y Anyelis tardaron en curar. Para asegurar su recuperación, le indujeron un sueño mágico para permitir a su cuerpo descansar y recuperar fuerzas.

Luego que las magas y Belnazzar iban a las habitaciones que habían alquilado en la posada de la ciudad, Enlil se quedó junto a la guerrera, velando su mágico sueño. Tonos violáceos marcaban las zonas del rostro y cuello (no protegidos por la armadura) que habían recibido parte de la brutal paliza y que oprimían el corazón del mago.

Acercó una mano al rostro de la semielfa y acarició su mejilla, provocando un estremecimiento en la joven; estrechó la mano de la guerrera y la acercó a su rostro, para besar suavemente sus dedos. Inconcientemente, Climene se había convertido en algo más que una amiga para el brujo ignita, y aunque ella no correspondiera sus sentimientos, y aunque tuviera que desafiar a todo el reino verde, haría lo que fuera necesario para que la joven jamás volviera a estar en una situación similar.

x - x - x - x

Un fuerte dolor en el abdomen fue lo primero que llamó su atención al despertar. Quiso llevar su mano al lugar adolorido, pero una presión sobre ella le indicó que algo la sujetaba. Al abrir los ojos, encontró Enlil dormido en una silla junto a su cama, y sujetando fuertemente su mano.

Se sonrojó, y el dolor en su abdomen pasó a un extraño cosquilleo en el estómago. En ese mes había descubierto que el mago ignita le gustaba, más de lo que cualquier otro hombre le había gustado antes. Serio y correcto, pero con un oculto humor que surgía estando a solas con su pequeño grupo; completamente preocupado por su hija, era capaz demostrar la misma preocupación por las personas que aprendía a apreciar y querer en este reino; amable, educado, fiel a sus creencias... el brujo se había ganado el corazón de la semielfa en los pocos días que llevaban juntos en Syrtis.

Aguantando el dolor al moverse, se acercó a la orilla de la cama y acercó la mano que retenía la suya a su pecho. Acariciándola, se acurrucó, y dejó que su cuerpo retomara el descanso que necesitaba.

x - x - x - x

La noticia de la escapada de Enlil a ZG durante al asedio alsirio llegó rápidamente a oídos del consejo. Aunque la violación a la prohibición de usar su magia no era del agrado de los nobles, su actuar durante el combate, y el arriesgarse para salvar a una de las guerreras del reino era un hecho que ya era comentado (y alabado) por muchos, y que los llevaron a dar algo más de libertad al brujo ignita.

A una semana del combate se encontraban de regreso en Dohsim. Mientras Enlil era asediado por niños y jóvenes del pueblo, que ahora veían en él no sólo la posibilidad de aprender sus primeros pasos en la magia, sino también la oportunidad de practicar y aprender algunos secretos ignitas. Abrumado por tanta atención, el elfo no tuvo más remedio que prometerles algunas lecciones a la semana a los más jóvenes aprendices de la aldea.

Climene observaba desde el balcón de su pieza. Comenzaba a caer la tarde, y el sol teñía de rojo el cielo sobre el mar, que brillaba reflejando los tonos carmesí de su contraparte.

Durante esa semana, antes de regresar al pueblo, Enlil no se había separado en ningún momento de ella. Cada vez que rozaba su mano aquel cosquilleo en su estómago regresaba; cuando la ayudaba a levantarse o a sentarse, acercando su cuerpo al suyo, debía luchar para no sonrojarse. No sabía exactamente qué sentía el mago, pero cada gesto que tenía hacia ella le hacía pensar que quizás, sólo quizás, era correspondida.

Observó el sol ocultarse en el mar mientras dejaba escapar un suspiro...

- ¿Por quién suspiras? - aquel suave susurro en su oído la asustó. Volteó rápidamente, encontrando al dueño de sus pensamientos muy cerca de ella.

Y su rostro tomó un rojo más brillante que el de la bandera ignita.

- ¿Suspiras por mí? - preguntó en voz baja, acercándose más a la joven. Ella no respondió, aunque la expresión de su rostro lo decía todo. Tomó su cintura y acercó su rostro al de la semielfa - ¿Suspiras por mí, pequeña? - acercó sus labios a los de la joven.

- Sí, suspiro por ti – susurró Climene, antes de ser besada por el brujo. Llevó sus manos al cuello del mago, quien profundizó el beso mientras llevaba sus manos a la espalda de la joven.







(1)Adaptación de Heunya Hautar Luine Nénnssen
Un día cantaré en la playa
libre entre las gaviotas.
Y encontraré tu voz cálida
y encontraré tus ojos amantes

sábado, 15 de agosto de 2009

Cap. 12 - Lucha

Naur vi eryn,
lanc i dalaf.
Mâb le i nagor.
Dorthach vi mar han?
Dagrathach go hain
? (1)


Llevaban casi un mes desde la llegada del brujo, y de la aceptación del consejo de darle asilo en tierras syrtenses. Durante ese tiempo Climene no había salido nuevamente a ZG, quedándose junto a su madre y su hermana en su casa en Dohsim, en donde alojaban Enlil y su pequeña.

La llegada del ignita por alguna razón no había sido bien recibida por algunas personas de su clan. Aún cuando conocían la amistad de la guerrera con el mago desde su primer encuentro, muchos no aprobaban su nueva cercanía con la joven y su presencia en el reino. Llego el momento en que la semielfa debió tomar una decisión, y ante la salida de su joven amigo Belnazzar del clan por algunas diferencias, se retiró del grupo junto a su hermana.

Y ahí estaban, compartiendo un momento familiar en la playa de Dohsim: Climene y Ananké jugando con la pequeña Nilil junto al agua, mientras Enlil conversaba con Amarië, la madre de las jóvenes; junto a ellos, Belnazzar (ya casi oficialmente adoptado en aquella familia) tomaba una siesta acompañado de la enigmática maga que solía acompañarlo y cuidarlo desde hacía un tiempo.

En aquel mes Enlil había logrado dominar casi completamente la lengua del reino verde (tarea que le era más complicada a su pequeña hija), y aunque extrañaba el poder practicar la antigua magia a la que estaba atado (ya que una de las condiciones para permitir su estadía, era una temporada de prueba sin poder hacer uso de ningún hechizo), había aprovechado el tiempo estudiando algunos antiguos textos que había sacado de su reino, y comparándolos con los que Ananké le había conseguido.

Estudiaba la forma en que los antiguos exiliados habían oscurecido su piel. Como una protección ante el ardiente sol de Ignis (además de diferenciarlos de quienes los habían expulsado de aquellas verdes tierras), la oscura piel de los elfos nigromantes era parte ya de su orgullo, y los hechizos que permitieron el cambio prácticamente se habían perdido en el tiempo. Pero Enlil deseaba encontrar una forma de revertir el proceso, para dar a su hija la oportunidad de crecer como una semielfa más del reino de Syrtis.

- Enlil – la joven guerrera se acerca al mago llevando a la pequeña de la mano.

- Dime, Wilwarin (2) – el sonrojo de la semielfa al ser llamada así es casi imperceptible. Enlil sólo sonríe al ver la reacción de la chica.

- Iremos a Raeraia a buscar la nueva túnica que Ananké encargó a Tyria, y pensé que quizás quieras acompañarnos. Tengo entendido que Dardel tiene algunos textos sobre el exilio de los nigromantes, y es probable que encuentres algo que te pueda servir.

El mago se toma un par de segundos antes de aceptar. Aunque sabe que Nilil se encuentra segura dentro de las murallas del reino, los años de preocupación pasados en Ignis son difíciles de olvidar. Finalmente, luego de acompañar a Amarië y a la niña a la antigua casona en que vivían, el grupo (al que se ha unido un aún adormilado tirador y una silenciosa maga) parte rumbo a la ciudad.

Les toma casi medio día llegar a Raeraia, en donde se separan. El brujo junto a la maga buscan a la encantadora de la ciudad, para intentar averiguar sobre los textos que posee. Belnazzar y Climene buscan al herrero, con la esperanza de encontrar alguna pieza nueva para sus armaduras. Ananké se detiene junto a la sastre de la ciudad, y luego de probarse su nueva túnica acepta la invitación de la otra joven de quedarse a beber algo para conversar.

Media hora de tranquilidad en la Frontera Norte que no dura demasiado.

- ¡Alsirios, alsirios en muralla! - se escucha el grito de un joven cerca de la puerta norte de la ciudad. Rápidamente los pocos guerreros que se encuentran en el lugar se acercan al bárbaro.

- ¿Cuantos enemigos y en que sector se encuentran? - Le pregunta Jerome sin siquiera permitirle tomar un respiro.

- Más de 400 alsirios se acercan a la puerta del reino desde los montes camino a Algaros. Al menos son los que pudo rastrear el caza con el que estaba. Se quedó en la zona para ver si lograba determinar el número exacto mientras yo venía con la noticia.

- ¡Todos los guerreros en la ciudad prepárense para combatir en muralla! Lleven a los niños a los refugios y cubran... - Fatha comenzó rápidamente a dar órdenes y dirigir el movimiento de la ciudad. Climene, Belnazzar y Ananké partieron junto a las tropas que marcharon a la puerta. Anyelis se quedó atrás.

- Sabes que no te dejarán ir – le dijo al brujo, al ver la expresión de su rostro.

- Lo sé y no me gusta. Vine a esta tierra en busca de asilo, y estoy dispuesto a luchar para asegurar una buena vida de mi hija. Pero me atan de manos cuando podría ir a ayudarle.

- Lo siento – fue lo único que respondió la maga antes de partir tras los últimos guerreros que salían de la ciudad.

Pocos minutos después el ruido de la batalla podía oírse desde la ciudad. De pie en la entrada, cerca de los guardias, Enlil recordaba la historia que Amarië le contará poco después de llegar: la vida de las chicas en Raeraia, cuando recién se conocieron, el primer asedio alsirio al reino, la ciudad arrasada y el padre de las jóvenes muerto en las afueras de Raeraia...

Cuando los primero heridos comenzaron a llegar, el brujo tomó una decisión: corrió al hogar de Dardel y aprovechó su ausencia para tomar el primer báculo de buen poder que encontró, y se dirigió a las murallas que protegían al reino del conflicto. Al llegar al lugar encontró una escena dantesca: los pocos guerreros que se encontraban en la ciudad eran masacrados por una horda alsiria que arrasaba con todo lo que se encontrara a su paso, deseosos de llegar a la enorme puerta y derribarla a golpes bestiales.

Ennoah, la joven encargada de controlar la magia que permitía a los syrtenses atravesar la muralla a salvo, se mantenía acurrucada y temerosa en un rincón protegida por dos de los guardias y un brujo aliado. Aunque se encontraba aterrada, no estaba dispuesta a cruzar la muralla y abandonar a sus compatriotas sin una opción de regresar a la seguridad del reino.

Invocó el antiguo terror y arrojó al suelo a gran cantidad de enemigos que se acercaban hacia la puerta, quienes fueron rápidamente rematados por los guardias y los pocos guerreros que se mantenían en la zona. Con un par de relámpagos y unas cuantas rocas ígneas se abrió camino hacia el teletransportador que llevaba al castillo.

Y junto a un árbol, la pequeña guerrera se encontraba inconciente, siendo protegida únicamente por un joven tirador, una conjuradora y su demonio, mientras era atendida por su muy asustada hermana.

Con una furia que en el momento no pudo entender, y apenas dándose el tiempo de levantar las protecciones mágicas mínimas que cualquier mago conoce, se lanzó contra los enemigos que asediaban al pequeño grupo: robando la invocación de un uthgar la dejó como apoyo para el arquero, mientras comenzaba a utilizar todo su arsenal de hechizos y maldiciones para alejar y acabar con cuanto alsirio se les acercara. Dándose un segundo para pensar, y dándose cuenta de que lo único sensato era salir del lugar lo más rápido posible, invocó nuevamente aquel viejo truco que lanzó al suelo a sus enemigos alsirio; tomando a la inconciente semielfa en brazos, le ordenó al resto seguirlo rumbo a la puerta.

Cuando la magia de la joven transportadora los llevaba hacia el interior, lograron ver a lo lejos las tropas que llegaban desde los fuertes y el castillo para defender al reino. Detrás del muro, centenares de guerreros syrtenses se preparaban para salir en una oleada que sorprendiera a sus enemigos.

Pero nada de eso importaba. El brujo ignita sólo tenía en mente llegar lo más rápido posible a la ciudad, aferrando fuertemente el cuerpo de la guerrera entre sus brazos.





(1)Entmoot, de la película The Lord of the Rings
Los bosques están ardiendo,
el suelo yace desnudo.
La guerra está sobre ti,
¿Eres parte de este mundo?
¿Te unirás a su lucha?

(2) Mariposa

lunes, 3 de agosto de 2009

Cap. 11 - Refugio

Ú i vethed nâ i onnad
Si boe ú-dhanna.
estelio han, estelio veleth.

Teliach nad, estelio han.
(1)


Los dos últimos días se había dedicado a recorrer la zona de guerra de su reino, evadiendo astutamente a los enviados de los Goldenheart. No tenía ganas de pararse frente a un grupo de nobles con nula experiencia en guerras reales, para explicar su relación con el brujo ignita.

Se había detenido un par de minutos junto al transportador que permitía a los guerreros que se encontraran dentro del reino llegar rápidamente al castillo para defenderlo de posibles ataques. Llevaba medio día recorriendo la zona cerca de la puerta, atenta a cualquier movimiento enemigo. Sin embargo, ni alsirios ni ignitas se habían asomado en varias semanas desde la derrota de la tropa del ejército azul.

Se levantó, decidida a llegar al castillo por el camino largo. Tomó su lanza y su escudo y comenzó su caminara hacia el Este. A los pocos minutos pudo ver a una alta figura de caminar lento frente a ella. Sonrió al reconocer a Lobo, y notar en su caminar que los rumores que decían que Masterclan había continuado la celebración del Ehtele'mele por su cuenta eran correctos. Decidió seguirlo sin llamar la atención, por si llegase a necesitar algo de ayuda al encontrar a algún enemigo.

Casi llegando al inicio de la playa, logró ver a la distancia una figura caminando lentamente rumbo a la muralla. La verde túnica de la Muerte Alada lo señalaba como brujo, y su oscura piel su origen: Ignis. Sin embargo, su lento caminar, y un extraño bulto a su espalda indicaba que no estaba preparado para combatir.

El bárbaro frente a ella también lo vio, y tomando su martillo hizo brotar su sed de sangre y embistió hacia su enemigo. Sin embargo, el metálico sonido al chocar su arma contra un escudo le hizo notar que su golpe no había alcanzado a su objetivo.

Frente a él, la joven guerrera levantaba su defensa, protegiendo al sorprendido brujo. Cuando iba a reclamar a su amiga su acción, notó el bulto que el elfo llevaba en la espalda.

Una asustada niña de no más de 5 años, de puntiagudas y cortas orejas y piel levemente oscura.

Una semielfa ignita. Una niña prohibida.

- Sorpresa sorpresa – fue lo único que pudo decir, atontado por lo extraño de la situación (y por el alcohol que aún corría por sus venas).

- Alma, Enlil (2) – saludó Climene a su amigo - ¿Qué te trae por aquí?

- Alma, mellon nîn (3)– respondió el ignita – He venido buscando refugio.

La semielfa lo observó por unos segundos, para luego poner atención en su aturdido amigo bárbaro.

- Lobo, él es Enlil. Viene a pedir asilo en nuestro reino – el guerrero se queda mirando a la chica, como tratando de procesar la información. Luego de unos minutos, lo único que tiene claro es que debe dejar de beber cuando se encuentra en la zona de guerra. - Vayamos al muro – es lo único que dice, dando media vuelta y encaminando sus pasos hacia la puerta del reino.

La guerrera hace una seña a su amigo para que la siga, tratando de no alejarse demasiado del (mareado) semielfo. Observa a la pequeña en la espalda del ignita, quien trataba de ocultar su rostro entre sus brazos.

- ¿Es tu hija? - el elfo asiente.

- Nilil, ella es Climene, una amiga de tierras syrtenses, quien conoce el antiguo idioma – la niña la mira con sus ojos, y le regala una sonrisa – Su madre murió hace cinco años, en una batalla contra los alsirios en Menirah – la voz del brujo le recuerda aquella conversación en la playa del lago, hace ya exactamente cinco años...

- ¿Es por ella que has tomado esta decisión?

- Ignis es muy diferente a tu reino. Durante décadas, los elfos oscuros han mantenido la pureza de la raza con medidas extremas y estúpidas. Un semielfo no sólo es una deshonra, es una traición a lo que somos y a lo que aspiran las altas cúpulas. Lo único que le espera a mi hija en esas tierras es ser tratada como una paria, y eso si es que tiene suerte. No puedo permitir que la nobleza y la teocracia transformen la vida de mi pequeña en un infierno: prefiero traicionar a mi reino y buscar asilo en Syrtis, en donde no la discriminarán por ser una semielfa.

Climene había oído hablar de las restricciones existentes entre los elfos oscuros, para preservar la pureza de su raza, pero jamás pensó que podrían llevar a alguien a traicionar a su gente sólo para dar seguridad a sus hijos. Si bien la curiosidad que su amigo le generaba había sido en gran parte satisfecha de forma rápida, en lo único en que podía pensar era en la dura vida que debió llevar en estos años, criando a una niña rechazada por los suyos.

Llegaron a la gran puerta que protegía las tierras de su reino, y tras convencer a los guardias lograron entrar junto a brujo y su pequeña. Escoltados por varios syrtenses que los vieron llegar (desconfiados ante la presencia del ignita), dirigieron sus pasos hacia Fisgael, la capital de la república.

Aunque Lobo los dejó antes de iniciar su camino: algo sobre su clan y un cuarto en Raeraia fue lo poco que lograron entender entre el enredo de sus palabras. Enlil reía disimuladamente: de no llevar a su pequeña, se habría divertido un rato luchando contra aquel guerrero en aquel estado.

Caminando junto a su padre (y fuertemente aferrada a su mano) la pequeña observaba todo con emoción: los altos árboles del bosque de Myil y el brillante verde de las praderas de la Frontera Norte eran un espectáculo sin comparación para aquellos inocentes ojos. En lo alto de una meseta un enorme escarabajo observaba al grupo cruzar la unión de los tres caminos; asustada por los cíclopes que rodeaban las Colinas Esmeraldas, tomó la mano de la guerrera y tironeo hasta acercarla más a ella, protegiéndose entre los dos adultos.

Sus compatriotas, que caminaban detrás de ellos, no miraron con buenos ojos esta acción. Los tres, de la mano, caminando tranquilamente, era una imagen demasiado familiar (4) para un par de ignitas y una syrtense.


Al llegar a Fisgael, vieron a Larissa y su hija esperándolos junto a los guardias de la entrada Este; ignorando la desaprobatoria mirada que le diera la general, Climene llevó a Enlil y su hija frente al consejo. Sabía que en la ciudad no había nadie que conociera el antiguo idioma, lo que la convertía en la única intérprete capaz de traducir las palabras de Enlil, por lo que era casi imposible que la altiva Goldenheart pudiese tener el gusto de interrogarla a solas mientras el consejo y la nobleza de Syrtis la necesitara para hablar con el elfo oscuro.

Y bajo las curiosas miradas de los habitantes de la ciudad, los tres entraron en el edificio central. Solos.





(1)Evenstar, de la película The Lord of the Rings
Este no es el fin, sino el comienzo.
Ahora es necesario no caer.
Confía en esto, confía en el amor.
Tú significas algo, confía en esto.

(2) Salud, Enlil
(3) Salud, Amiga mía
(4) Este familiar no va en el sentido de conocido, sino de Familia.

Cap. 10 - Primavera

Indotya ná pitya seldo
Salquentar líreion
Tucuvatyen nandeletye
Ar náuvatye quentaro
Vanye nyaro elenen
(1)


Gracias a la información extraída a los prisioneros alsirios, y a la excelente coordinación de varios clanes de la República, se logró detener un ataque coordinado a ambos fuertes y castillos, que buscaba debilitar las principales defensas de Syrtis para caer luego con gran fuerza contra el gran muro y entrar al reino.

Con la confianza dada por esta victoria, sumado a una reciente baja de agresividad desde Ignis, los syrtenses se prepararon para el Ehtele'mele (2), principal festividad que celebraba la llegada de la Primavera y el renacer de la vida, y que permitía a los cansados guerreros olvidar por un día las penurias de la guerra.

Fisgael, la ciudad capital, se encontraba adornada con verdes ramas (traídas desde los distintos bosques del reino), flores y frutos de la estación; las jóvenes solteras (tanto civiles como aquellas que hacían de la guerra parte de su vida) lucían cortas y ligeras túnicas, y coronas floridas tejidas por ellas mismas. Los jóvenes buscaban a sus amadas, o a aquellas amigas o compañeras de batalla más leales, y les obsequiaban brazaletes hechos con ramas de madreselva (4), representación del cariño que les profesaban.

La comida era compartida en forma abundante, junto al aguamiel y el miruvor (3), mientras los talentosos bardos, elfos y alturian, llenaban el ambiente con su música, invitando a los presentes a compartir con alegres y enérgicas danzas en los alrededores de la ciudad.

Cerca a la Puerta Este (5), frente a las caballerizas, Luca daba el bajo a una botella de vino de Dohsim, mientras entusiasmaba a algunos novatos para aprovechar de gastarle un par de bromas al siempre estirado Irehok; junto a el Lobo, no muy amigo de las festividades y de las reuniones masivas (y que había sido arrastrado a la ciudad por sus compañeros del clan), se reía a costa de Lloid y sus frustrados intentos de conquistar a una hermosa elfa (mucho mayor que él, aunque el joven cazador aún no se daba cuenta de este detalle).

El clan de las Perras se había unido y preparado para llevar a esta festividad a Belnazzar, quien se encontraba con el corazón roto tras ser traicionado por la mujer que amaba. Los miembros del clan se habían puesto de acuerdo para acompañarlo y levantarle el ánimo, pero antes de poder ejecutar su plan Mig Rog, uno de los mejores amigos del joven tirador, lo tomó sorpresivamente para arrastrarlo por toda la ciudad, mientras coqueteaba con cuanta elfa y semielfa se le cruzara por delante.

El pobre semielfo intentaba mantenerse al paso del enérgico bárbaro, pero deseoso de poder encontrar alguna chica que de una vez por todas prestara atención a su amigo, y así poder descansar en algún rincón tranquilo; al cruzar (por enésima vez) frente al altar en donde muchas jóvenes parejas aprovechaban de tomar votos matrimoniales durante el Ehtele'mele, logró ver a Climene, de pie junto a algunos de sus amigos, quienes le impedían ver los desesperados gestos del arquero.

Resignado ya a continuar el suplicio de acompañar a su amigo en sus (intentos de) conquistas, logró ver algo que le dio la excusa perfecta para alejarse del bárbaro: Gatuno, el joven cazador del clan, llevaba de la mano a su novia, Gatuna, hacia el altar fuera de la ciudad. Inmediatamente los miembros del clan rodearon a la pareja, para verlos pronunciar los votos nupciales, mientras ataban sus manos con un lazo blanco como símbolo de su unión (6).

Antes de que el bárbaro lograra llevarse a Belnazzar, Climene tomó al tirador de un brazo y lo llevó junto a las chicas del clan, quienes comenzaban el festejo por los novios danzando cerca de los bardos. El tirador hizo un gesto de aflicción al verse arrastrado al centro del baile.

- O pretendes intentar bailar con nosotras, o Mig te llevará a recorrer nuevamente Fisgael – le susurró la semielfa al oído, lo que logró cambiar el rostro del joven, quien intentó mostrarse entusiasmado por la situación. Sin embargo, tras sólo ver sus primeros intentos de seguirles en el baile, las chicas decidieron que lo mejor para todos sería dejarlo con el resto de los hombres del clan. Al verse libre de las chicas y de su viejo amigo, Bel se acomodó rápidamente junto a Maipucino y Poison Arrow, lo más oculto posible de la vista de los demás.

Cuando se cansó de bailar junto a sus amigas (y de molestar a la nueva novia), Climene se acomodó junto a uno de los muros de la ciudad, dispuesta a disfrutar de un poco de paz y una copa de miruvor. Su soledad, sin embargo, no duro demasiado, ya que Lobo aprovechó de alejarse de la masa y sentarse a su lado.

- Hola Lobito – dijo la guerrera mientras bebía otro trago de su bebida. El bárbaro sólo hizo un gesto con su cabeza, y brindó a su vez bebiendo de la botella de vino que había logrado quitarle a Luca.

- Alguien de tu clan me comentó que te encontraste nuevamente con el brujo ignita – directo al punto, pensó la semielfa mientras bebía otro poco, sin mirar al guerrero – no quiero ser demasiado insistente – no me digas – pero nos gustaría saber si averiguaste algo de sus planes, o el porqué de pronto se han vuelto tan pasivos. Llevan ya tres o cuatro días sin aparecer por nuestras tierras.

- Honestamente, no se más que el resto de ustedes -respondió ella, mirando fijamente su (ahora) vacía copa - Ignis aún intenta hacerse con las gemas (al igual que Alsius) y controlar al Dragón Dorado. Y a Enlil lo vi antes del ataque alsirio, hace más de una semana, antes de que sus compañeros detuvieran sus ataques de forma tan brusca – Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que el semielfo se levantó con calma.

- ¿Sabías que la conjuradora que llevaste a Eferias te vio hablar con el ignita? - Climene levantó su mirada, la sorpresa reflejada en sus ojos: ella había creído que la alsiria se encontraba inconciente durante su encuentro con el brujo – He oído que los Goldenheart quieren hablar contigo: su fuese tú, no me quedaría en la ciudad al terminar las celebraciones – le dijo antes de marchar junto a su clan, quienes ya comenzaban a prepararse para regresar a la zona de batalla.

Rápidamente abandonó su refugio junto al muro y fue en busca de sus cosas. Antes de que el atardecer cubriera Fisgael, la joven guerrera partía rumbo a Herbred junto a los miembros de su clan.

x - x - x - x

Mucho más lejos, en una ciudad rodeada de rojas arenas, sus habitantes no estaban celebrando. Gente murmurando en cada esquina, extraños rumores nacidos de la desesperación, y el movimiento de decenas de soldados y civiles preparándose para recorrer las tierras del reino agitaban el lugar.

En una casa en las orillas de la ciudad, un hombre terminaba de empacar algunas cosas, observado fijamente por un par de pequeños ojos.

- Mani marte, Ada? (7)

- Nos vamos, sellnin (8). Marchamos en busca de un verdadero hogar.



(1)Poema Salquentar líreion
Tu corazón es un niño pequeño
pastor de canciones
Te traeré los acordes de tu arpa
y serás narrador
de bellos cuentos para las estrellas


(2) Equinoccio de Primavera
(3) Licor ligero destilado por los elfos.
(4) Madreselva, representa la fraternidad, los lazos de amor y de afecto.
(5) La orientación de las puertas está considerada desde el punto de vista de alguien parado en la plaza de Fisgael, mirando hacia el edificio de los nobles.
(6) Dentro de la Wicca o neopaganismo, la ceremonia de matrimonio es conocida como la Atadura de Manos, y suele realizarse durante la celebración de Ostara (Equinoccio de Primavera) o Beltane (festividad asociada al verano).
(7) ¿Qué ocurre, papá?
(8) Hija mía

viernes, 19 de junio de 2009

Cap. 9 - Reencuentros

Mathach vi geven?

Nostach vi `wilith?

Mâb le i nagor,

Bâd gurth vi ngalad firiel.(1)

Habían pasado ya algunos años desde aquella conversación con el brujo ignita, en donde descubrió más de lo que podía imaginar sobre la guerra. Durante la mayor parte de ese tiempo las cosas no habían cambiado, pero hacía unos pocos meses que habían notado un considerable aumento las avanzadas ignitas, que cada vez tomaban más confianza y manejaban mejor las batallas en tierra syrtense. Los alsirios, en cambio, habían disminuido sus ataques, sin que nadie pudiese descubrir la razón tras esta extraña actitud.

El Clan de Perras se había movilizado hacia Puente Blanco, siguiendo a un pequeño grupo alsirio que rastrearon desde la Playa del Lago. La dama blanca junto a los gatos (2) iban adelante intentando mantener el rastro de la tropa azul; no muy atrás Climene, Maipucino y Luis trataban de seguir el paso a los cazadores, preparados para protegerlos (y al resto del grupo) con sus escudos en caso de un enfrentamiento; algo más atrás, Belnazzar trotaba muy cerca de una elfa rubia, seguidos de un joven brujo, quien corría junto a Ananke y su actual guía, Satana.

- ¿Algo? - preguntó uno de los caballeros, al ver a los cazadores detenerse buscando alguna señal.

- Dos rastros distintos – dijeron a un mismo tiempo los gatos, cada uno señalando hacia la misma dirección.

- Tal parece que los azules están siendo cazados por ignitas... se puede ver un nuevo grupo de huellas sobre la de los alsirios, y los superan en número – explico la Dama Blanca mientras reacomodaba el carcaj (3) en su espalda.

- Sigamos adelante, aún si logramos llevarnos a un alsirio vivo será suficiente para que en Eferias logren sacarle algo de información – dijo Luis, mientras el resto del grupo asentía. Cualquier información que ayudase a descubrir los planes de sus enemigos era de vital importancia, por lo que no estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad de hacerse con al menos un prisionero.

Por cerca de media hora continuaron su camino, desviándose finalmente hacia la zona del pantano. Apenas y se habían internado en el sombrío lugar cuando el conocido sonido de una batalla llamó la atención del grupo. Se acercaron con cuidado, ocultos entre la vegetación, para descubrir al grupo alsirio siendo sometidos por unos 10 ignitas. Los arqueros pusieron una flecha en sus arcos, mientras los guerreros se prepararon para avanzar hacia el grupo.

Con rapidez, Devastación y Meylin invocaron aquella antigua ilusión que sometió a sus enemigos en un profundo terror que los arrojó al suelo; de forma inmediata los guerreros corrieron al centro del grupo: Climene realizó un movimiento con su lanza para mantenerlos en el suelo, mientras Luis y Maipucino remataban a los conjuradores ignitas, movimiento necesario para debilitar a dicho grupo.

Los cazadores comenzaron a enredar con sus flechas los pies de los alsirios, para impedirles la huída, mientras el tirador y los brujos atacaban a los rojos que intentaban sobreponerse a la arremetida. Mientras acababan a los ignitas y rodeaban al resto de sus enemigos, Climene vio a una conjuradora alsiria correr entre los árboles, aprovechando la bruma verdosa del lugar para pasar desapercibida. Confiando en la diferencia de poder, la guerrera se separó del grupo para perseguir a la maga.

Cuando estaba a pasos de alcanzarla, un rayo cayó desde el cielo sobre la chica, dejándola malherida. Débil e incapaz de defenderse, Climene sólo necesitó un suave golpe en la nuca de la alsiria para noquearla.

- Aaye (4) – dijo alguien a su espalda. Al voltear, pudo ver a aquel brujo ignita con el que conversara en aquella playa, hacía ya un buen tiempo.

- Aaye – respondió ella con una sonrisa – Nae saian luume' (2) – dijo mientras terminaba de atar las manos de la conjuradora que se mantenía inconciente a sus pies.

- Demasiado tiempo en una guerra demasiado larga – dijo él, mientras se acercaba. Sintiéndose segura en compañía del mago, Climene se sentó en una roca cercana para ajustar su armadura y descansar antes de partir al castillo junto a su prisionera - ¿Es una nueva política de tu reino, no matar, sino hacer prisioneros? - preguntó el elfo, extrañado por la decisión de la semielfa de atar a su enemiga en vez de terminar con ella.

- Es una vieja política de todos los reinos, Enlil, me extraña que no la conozcas – le respondió ella, mientras soltaba su pechera para poder respirar con mayor facilidad. La pesada armadura era realmente útil para bloquear los ataques enemigos, pero se transformaba en una pesadilla tras muchas horas de batalla o largas caminatas – Alsius ha estado demasiado tranquilo en los últimos meses, y eso tiene preocupado a toda la república, en especial al consejo. Creemos que un poco de buen incentivo nos ayude a convencer a estos jóvenes prisioneros a contar algunas de las razones de su inactividad.

- Demasiados tranquilos es decir poco. Desde hace un mes que nuestras tropas han realizado fuertes ataques a su castillo y al fuerte Aggersborg, y hemos encontrado una mínima resistencia. Nuestra gente también sospecha de algún movimiento especial tramado por los azules, y ya se están preparando para enfrentar un ataque fuerte – comentó Enlil mientras se sentaba junto a la guerrera.

Se quedaron unos minutos en silencio, disfrutando de la tranquilidad que brindaba aquel oscuro lugar.

- ¿Aún pretenden tomar todas las gemas? - preguntó la semielfa, mientras observaba a la alsiria a sus pies, asegurándose de que aún no despertara.

- Eso me temo. Nuestros nobles han logrado convencer al pueblo de que es el deseo de los Señores (6) el capturar las gemas para dirigir la guerra a nuestro favor – el brujo bajó la mirada, fijando la vista en sus manos vacías - No importa qué deban sacrificar para lograrlo, lo único que les interesa es mantener su poder, y controlar a los otros reinos con él.

Climene no quiso mirarlo. Al igual que en su último encuentro, la voz del mago mostraba una profunda tristeza, desánimo y algo de rencor. Nuevamente se quedaron en silencio, hasta que cierta incomodidad obligó a la guerrera a mirar al brujo: este había cambiado la dirección de su mirada, y la observaba con atención.

- ¿Qué se siente? - le preguntó. La joven hizo un gesto de confusión - ¿qué se siente ser semielfa?, ¿no ser parte de una raza ni de otra, sino una mezcla? - el tono de voz, aún más que la pregunta en sí, la sorprendió.

-¿Qué se siente? - repitió la pregunta, aún tratando de entenderla. Para ella, el ser semielfa era tan normal como ser elfa o humana: no había diferencia – No lo sé... jamás me había preocupado de algo así. Jamás me he sentido diferente, ni de mi hermana (que es elfa), ni de mis amigos, humanos o elfos. Jamás he sido discriminada, ni tampoco los otros semielfos que conozco.

El brujo regresó la vista a sus manos, mientras la guerrera se acercaba a la joven alsiria, quien parecía que comenzaba despertar.

- Tenna rato – dijo el elfo mientras tomaba su báculo y se acercaba al camino – Nai ayuval maara (6).

- Tenna rato – respondió Climene, mientras veía como se perdía en el pantano. Dando un par de ligeros golpes en las mejillas de su prisionera logró despertarla por completo, para luego levantarla e iniciar el camino hacia Eferias.



(1) Entmoot (canción de la película ESDLA, Las Dos Torres)

¿Lo sientes en la tierra?

¿Puedes olerlo en el aire?

La guerra está sobre ti,

la muerte se mueve en la luz que desaparece.

(2) Gatuna y Gatuno

(3) El carcaj o aljaba es una caja o cilindro de piel, madera o tela usada por los arqueros para llevar las flechas, permitiéndoles alcanzarlas con facilidad y rapidez.

(4) Saludos

(5) Ha pasado mucho tiempo

(6) Ojala estés bien