viernes, 19 de junio de 2009

Cap. 9 - Reencuentros

Mathach vi geven?

Nostach vi `wilith?

Mâb le i nagor,

Bâd gurth vi ngalad firiel.(1)

Habían pasado ya algunos años desde aquella conversación con el brujo ignita, en donde descubrió más de lo que podía imaginar sobre la guerra. Durante la mayor parte de ese tiempo las cosas no habían cambiado, pero hacía unos pocos meses que habían notado un considerable aumento las avanzadas ignitas, que cada vez tomaban más confianza y manejaban mejor las batallas en tierra syrtense. Los alsirios, en cambio, habían disminuido sus ataques, sin que nadie pudiese descubrir la razón tras esta extraña actitud.

El Clan de Perras se había movilizado hacia Puente Blanco, siguiendo a un pequeño grupo alsirio que rastrearon desde la Playa del Lago. La dama blanca junto a los gatos (2) iban adelante intentando mantener el rastro de la tropa azul; no muy atrás Climene, Maipucino y Luis trataban de seguir el paso a los cazadores, preparados para protegerlos (y al resto del grupo) con sus escudos en caso de un enfrentamiento; algo más atrás, Belnazzar trotaba muy cerca de una elfa rubia, seguidos de un joven brujo, quien corría junto a Ananke y su actual guía, Satana.

- ¿Algo? - preguntó uno de los caballeros, al ver a los cazadores detenerse buscando alguna señal.

- Dos rastros distintos – dijeron a un mismo tiempo los gatos, cada uno señalando hacia la misma dirección.

- Tal parece que los azules están siendo cazados por ignitas... se puede ver un nuevo grupo de huellas sobre la de los alsirios, y los superan en número – explico la Dama Blanca mientras reacomodaba el carcaj (3) en su espalda.

- Sigamos adelante, aún si logramos llevarnos a un alsirio vivo será suficiente para que en Eferias logren sacarle algo de información – dijo Luis, mientras el resto del grupo asentía. Cualquier información que ayudase a descubrir los planes de sus enemigos era de vital importancia, por lo que no estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad de hacerse con al menos un prisionero.

Por cerca de media hora continuaron su camino, desviándose finalmente hacia la zona del pantano. Apenas y se habían internado en el sombrío lugar cuando el conocido sonido de una batalla llamó la atención del grupo. Se acercaron con cuidado, ocultos entre la vegetación, para descubrir al grupo alsirio siendo sometidos por unos 10 ignitas. Los arqueros pusieron una flecha en sus arcos, mientras los guerreros se prepararon para avanzar hacia el grupo.

Con rapidez, Devastación y Meylin invocaron aquella antigua ilusión que sometió a sus enemigos en un profundo terror que los arrojó al suelo; de forma inmediata los guerreros corrieron al centro del grupo: Climene realizó un movimiento con su lanza para mantenerlos en el suelo, mientras Luis y Maipucino remataban a los conjuradores ignitas, movimiento necesario para debilitar a dicho grupo.

Los cazadores comenzaron a enredar con sus flechas los pies de los alsirios, para impedirles la huída, mientras el tirador y los brujos atacaban a los rojos que intentaban sobreponerse a la arremetida. Mientras acababan a los ignitas y rodeaban al resto de sus enemigos, Climene vio a una conjuradora alsiria correr entre los árboles, aprovechando la bruma verdosa del lugar para pasar desapercibida. Confiando en la diferencia de poder, la guerrera se separó del grupo para perseguir a la maga.

Cuando estaba a pasos de alcanzarla, un rayo cayó desde el cielo sobre la chica, dejándola malherida. Débil e incapaz de defenderse, Climene sólo necesitó un suave golpe en la nuca de la alsiria para noquearla.

- Aaye (4) – dijo alguien a su espalda. Al voltear, pudo ver a aquel brujo ignita con el que conversara en aquella playa, hacía ya un buen tiempo.

- Aaye – respondió ella con una sonrisa – Nae saian luume' (2) – dijo mientras terminaba de atar las manos de la conjuradora que se mantenía inconciente a sus pies.

- Demasiado tiempo en una guerra demasiado larga – dijo él, mientras se acercaba. Sintiéndose segura en compañía del mago, Climene se sentó en una roca cercana para ajustar su armadura y descansar antes de partir al castillo junto a su prisionera - ¿Es una nueva política de tu reino, no matar, sino hacer prisioneros? - preguntó el elfo, extrañado por la decisión de la semielfa de atar a su enemiga en vez de terminar con ella.

- Es una vieja política de todos los reinos, Enlil, me extraña que no la conozcas – le respondió ella, mientras soltaba su pechera para poder respirar con mayor facilidad. La pesada armadura era realmente útil para bloquear los ataques enemigos, pero se transformaba en una pesadilla tras muchas horas de batalla o largas caminatas – Alsius ha estado demasiado tranquilo en los últimos meses, y eso tiene preocupado a toda la república, en especial al consejo. Creemos que un poco de buen incentivo nos ayude a convencer a estos jóvenes prisioneros a contar algunas de las razones de su inactividad.

- Demasiados tranquilos es decir poco. Desde hace un mes que nuestras tropas han realizado fuertes ataques a su castillo y al fuerte Aggersborg, y hemos encontrado una mínima resistencia. Nuestra gente también sospecha de algún movimiento especial tramado por los azules, y ya se están preparando para enfrentar un ataque fuerte – comentó Enlil mientras se sentaba junto a la guerrera.

Se quedaron unos minutos en silencio, disfrutando de la tranquilidad que brindaba aquel oscuro lugar.

- ¿Aún pretenden tomar todas las gemas? - preguntó la semielfa, mientras observaba a la alsiria a sus pies, asegurándose de que aún no despertara.

- Eso me temo. Nuestros nobles han logrado convencer al pueblo de que es el deseo de los Señores (6) el capturar las gemas para dirigir la guerra a nuestro favor – el brujo bajó la mirada, fijando la vista en sus manos vacías - No importa qué deban sacrificar para lograrlo, lo único que les interesa es mantener su poder, y controlar a los otros reinos con él.

Climene no quiso mirarlo. Al igual que en su último encuentro, la voz del mago mostraba una profunda tristeza, desánimo y algo de rencor. Nuevamente se quedaron en silencio, hasta que cierta incomodidad obligó a la guerrera a mirar al brujo: este había cambiado la dirección de su mirada, y la observaba con atención.

- ¿Qué se siente? - le preguntó. La joven hizo un gesto de confusión - ¿qué se siente ser semielfa?, ¿no ser parte de una raza ni de otra, sino una mezcla? - el tono de voz, aún más que la pregunta en sí, la sorprendió.

-¿Qué se siente? - repitió la pregunta, aún tratando de entenderla. Para ella, el ser semielfa era tan normal como ser elfa o humana: no había diferencia – No lo sé... jamás me había preocupado de algo así. Jamás me he sentido diferente, ni de mi hermana (que es elfa), ni de mis amigos, humanos o elfos. Jamás he sido discriminada, ni tampoco los otros semielfos que conozco.

El brujo regresó la vista a sus manos, mientras la guerrera se acercaba a la joven alsiria, quien parecía que comenzaba despertar.

- Tenna rato – dijo el elfo mientras tomaba su báculo y se acercaba al camino – Nai ayuval maara (6).

- Tenna rato – respondió Climene, mientras veía como se perdía en el pantano. Dando un par de ligeros golpes en las mejillas de su prisionera logró despertarla por completo, para luego levantarla e iniciar el camino hacia Eferias.



(1) Entmoot (canción de la película ESDLA, Las Dos Torres)

¿Lo sientes en la tierra?

¿Puedes olerlo en el aire?

La guerra está sobre ti,

la muerte se mueve en la luz que desaparece.

(2) Gatuna y Gatuno

(3) El carcaj o aljaba es una caja o cilindro de piel, madera o tela usada por los arqueros para llevar las flechas, permitiéndoles alcanzarlas con facilidad y rapidez.

(4) Saludos

(5) Ha pasado mucho tiempo

(6) Ojala estés bien

sábado, 13 de junio de 2009

Cap. 8 – La Esperanza del Elfo

¿Dónde estás, esperanza del elfo,
Syrtis la bella, flor de amanecer?
Escondida del miedo y la sombra,
aquel que te nombra comienza a creer.
¿Dónde estás, fortaleza rotunda,
lágrima iracunda de mi despertar?
Mientras siga tu llama encendida
la fuerza y la vida no se han de apagar.
(1)


Hacía ya muchas décadas que, tras la lucha contra los ígneos, los ahora elfos oscuros fuesen exiliados de las verdes tierras de Syrtis. Si bien aún mantenían el deseo de recuperar la tierra que añoraban, los combates entre el reino escarlata y el esmeralda no eran muy frecuentes. De hecho, durante años lograron varios momentos de tregua para unir fuerzas contra las tropas alsirias, ansiosas de ampliar si imperio tomando las tierras que ambos reinos habitaban,

Durante dichas treguas, Narmo (2) había aprendido mucho de la nueva lengua nacida entre los habitantes del reino de Ignis, lo que le era de mucha utilidad estando prisionero en Meleketi. Hacía ya un par de semanas que con su grupo fueron capturados y llevados a esa apartada zona portuaria del reino rojo.

Tomó entre sus manos el medallón que colgaba de su cuello, grabado con el viejo emblema familiar, intentando evocar con su tacto aquello que había dejado atrás: su hogar en Raeraia, su adorada mujer, y la pequeña niña de sus ojos.

Mira niñita
te voy a llevar
a ver la luna
brillando en el mar
mira hacia el cielo
y olvida ese lánguido temor
que fue permanente emoción
(3)

Comenzó a cantar aquel arrullo creado por su esposa para su pequeña, tratando de imaginar que se encontraba con ellas, descansando en la playa cercana a la ciudad, en vez de en esa oscura prisión.

- ¿De qué es esa canción? - una ligera voz lo sacó de sus pensamientos. Cerca de la celda, medio oculto por unos viejos barriles guardados en un rincón, pudo ver al hijo del capitán de guardia de las mazmorras. No tendría más de 6 o 7 años, y lo observaba con seria curiosidad.

- Es hogar, y amor – respondió acariciando el medallón. El pequeño lo observaba sin moverse de su escondite - ¿Qué haces en este sitio? No es el lugar para un niño.

- Da igual. Aún no tengo edad para iniciar el entrenamiento básico en las artes mágicas, y me aburro. Y mi padre jamás nota mi presencia cuando estoy cerca, por lo que no tengo problemas en entrar a este lugar – respondió como si no le importase mientras sacaba un libro y se acomodaba para leer. Pero a las pocas páginas regresó su atención al elfo prisionero.

- ¿Qué es hogar para usted? - preguntó con genuina curiosidad. El syrtense se le quedó mirando unos segundos antes de responder.

- Es el abrazo de la mujer que amo, la risa de mi hija... es la tranquilidad de una tarde en su compañía, y la esperanza de volver a verlas, cueste lo que cueste.

El pequeño elfo lo observó durante unos minutos, para luego regresar su atención al libro, con un gesto de confusión en el rostro.

Durante los siguientes días, junto a sus compañeros comenzó a planear distintas formas de escape de aquellas celdas, de la ciudad y del reino. Al final, decidieron que lo más adecuado era intentar llegar al puerto y tomar una embarcación, y partir rumbo a sus tierras. El problema sería poder salir de aquella prisión y llegar hasta la playa.

Cuando ya creían que no tendrían oportunidad de salir de aquel calabozo una mañana, mientras los guardias distribuían alimentos entre los prisioneros, una fuerte explosión se escuchó desde uno de los extremos de la ciudad. Los gritos de la gente hicieron salir a los guardias para ver lo sucedido, descuidando las celdas... una de las cuales habían dejado abierta.

Una vez que todo el grupo fuera liberado se asomaron con cuidado hacia el exterior del recinto: a la distancia, en la zona cercana a las casas del alquimista y el entrenador de caballeros del pueblo, enormes llamas devoraban las construcciones, y toda persona que podían ver se dirigía hacia dicho lugar para ayudar a controlar el incendio.

Aprovechando la confusión y protegidos por el denso humo que ya cubría aquel poblado, llegaron hasta uno de los muros, escalándolo para caer cerca de la playa, en donde veían un par de embarcaciones cerca del muelle (4). Corrieron hacia el lugar, y eligieron una pequeña goleta anclada más lejos que las demás.

En el momento en que subía al barco, un ruido detrás de el llamó su atención. Al voltear pudo ver al pequeño elfo oscuro de pie observándolo a sólo unos metros de distancia.

- ¿Qué siente un niño que es amado por sus padres? - la pregunta, más que la situación, fue lo que lo sorprendió. Al observar con cuidado al niño, pudo darse cuenta de que su curiosidad era sincera. Verlo ahí, sólo ante un grupo de enemigos, preguntado algo así hizo que su corazón se encogiera.

Se acercó al pequeño, y arrodillándose frente a él, le entregó un viejo anillo, reliquia familiar que siempre llevaba consigo. Luego le regaló una sonrisa, mientras acariciaba su cabeza.

- ¿Cómo te llamas?

- Enlil – le respondió el niño.

- Enlil. Algún día, en unos años más, conocerás a alguien que te amará como nadie en el mundo. Y tendrás un hijo. Él te dará la respuesta – besó la frente del pequeño y se levantó, para subir finalmente a la embarcación.

Durante horas el niño se quedó de pie en el muelle, observando el mar, luego de la partida de la goleta. Al anochecer, con el pueblo ya en calma, volvió a su hogar, con el anillo escondido entre sus ropas.

- x - x -

Llevaban casi una semana navegando, y las pocas provisiones que encontraron en el navío estaban ya por acabar. La mayor parte del grupo creía que habían perdido el rumbo, y que no lograrían encontrar la ruta al reino esmeralda.

De pie en la proa Narmo mantenía la vista fija en las oscuras aguas que los rodeaban. Había encomendado su travesía a Ulmo (5), y confiaba en poder ver en cualquier momento las grandes murallas que protegía su amada tierra, o los montes que rodeaban el antiguo castillo en la península.

Guiado por la posición del sol se aseguraba de que mantuviesen dirección sur, y alzaba la voz con frases de esperanza para sus compañeros. No se dejaría caer: en algún lugar, por esa ruta, se encontraba su reino, su vida y su hogar.





(1) Nuevamente cancioncilla loca. Ya se viene completa.
(2) Lobo
(3) Mira niñita, de Los Jaivas
(4) NO conozco Ignis ni Meleketi, lo escrito aquí es sólo en base a conjeturas, viendo un mapa del poblado en regnumzg y un mapa de Regnum.
(5) Valar, Señor de las Aguas

NO me gusta este capítulo :(. Tenía la idea muy clara, pero fue un parto escribirlo, y no quedó como esperaba. Pero por más que intento ya no se me ocurre nada para cambiarlo :(.

viernes, 12 de junio de 2009

Cap. 7 - Decisión

Ar sindarnóriello caita mornie,
Ar ilye tier unduláve lumbule...
(1)


Era ya de noche cuando regresó a Stone, en donde ya no quedaba casi ningún guerrero en los alrededores. Al entrar al fuerte, pudo ver a una decena dormitando alrededor de la torre, mientras unos pocos hacían guardia desde las tarimas.

Subió silenciosamente la torre buscando algún rincón oscuro y tranquilo para descansar. En lo alto, encontró a su hermana, acurrucada en un rincón cerca de su escudo y su lanza. Con cuidado de no hacer ruido se quitó la pechera y los otros accesorios, y se acomodó junto a la elfa, pasando un brazo sobre sus hombros para abrazarla.

- Amin hiraetha (2) – susurró la joven maga, a medio despertar.

- Ú-moe edhored (3), Onónë – respondió en un susurro similar, mientras abrazaba a su hermana – Aún así, mañana vuelves a la ciudad – la elfa asintió, para acomodarse entre los brazos de la guerrera.

A la mañana siguiente, la conjuradora partió rumbo a Raeraia junto a un grupo de guerreros, bajo la atenta mirada de su hermana. Una vez que cruzaron el mercado rumbo a la muralla, Climene marcho hacia la zona de columnas, en donde sabía que parte del clan se reunía durante las mañanas.

Al llegar encontró a La Dama Blanca en compañía del caballero Maipucino, Belnazzar y Poison Arrow. A la reunión se habían unido además Lobo, Gotten y una conjuradora que no conocía, y que se presentó con el nombre de Har.

Mientras se acomodaba para empezar su desayuno entre sus amigos, sintió las miradas del grupo sobre ella. Tratando de ignorarlas, partió un trozo del pan de viaje (4) que guardaba entre sus provisiones y bebió un sorbo de agua de una botella que estaba en el lugar.

Al levantar la vista, notó que nadie del grupo había dejado de mirarla.

- ¿Qué? - preguntó con fastidio.

- Tienes una hermana – respondió el joven semielfo que conociera al salir a la zona de guerra. Climene abrió los ojos en un gesto de asombro, llevándose una mano al corazón.

- ¡No me digas! - exclamó, fingiendo sorpresa. Un par de risas se sintieron entre el grupo, mientras el rostro del joven se encendía en enojo por la broma de su amiga.

- Tonta – le respondió algo resentido – a lo que me refiero, es que jamás contaste a nadie del clan que tenías una hermana – dijo mientras el resto de los miembros del clan asentía ante esta afirmación. Climene suspiró, mientras sacaba otro trozo de lembas.

- Ananké es la hija de la esposa de mi padre, que vino a vivir con nosotros unos años después de la muerte de mi madre. Es tres años menor que yo.

- ¡Ah!, pero no son hermanas de sangre – comentó Poison – eso explica que no se parezcan.

- Y que tú seas más fea y enana – dijo Belnazzar entre risas, ganándose un fuerte golpe en la cabeza, gracias a la botella vacía y la puntería de la guerrera.

- ¡Anda! Tengo mucho más acierto que tú. Quizás debo convertirme en arquera, es obvio que lo haría mejor que este feo – respondió con malicia la guerrera entre las risas de los demás.

- La trataste muy feo ayer tras el combate – le recriminó la cazadora, tratando de traer la atención nuevamente al tema inicial. Climene comió un último trozo de lemba.

- Ya hablé con ella. Además, es mi hermana, los asuntos pendientes quedan entre nosotros.

- Ya no más – comentó el caballero, quien se había mantenido en silencio. La semielfa lo observó atenta – Dama la reclutó mientras no estabas ayer: como miembros del clan, sus asuntos son nuestros asuntos ahora – Climene hizo una mueca, pero no respondió.

- Hablando del tema, ¿dónde te fuiste ayer? Te estuve buscando para revisar tus heridas. Se supone que debías permanecer en reposo un par de días, no meterte en una batalla y luego salir corriendo Estë (5) sabe dónde – le recriminó Gotten, mirándola con gesto severo. La joven simplemente desvió su mirada en dirección al gran lago.

- Encontré un brujo ignita en la playa – comentó como si no fuese importante, sorprendiendo a todos – conocía el idioma antiguo – comentó despacio, llamando la atención de su amigo cazador.

- ¿Te habló? - cuestionó Lobo, sin creer que un ignita se detuviese a intercambiar palabras con una syrtense.

- Conversamos casi toda la tarde, mientras mirábamos el lago – dijo como si su encuentro del día anterior fuese lo más natural del mundo. Antes de que hicieran más preguntas, les habló del tema de las gemas, y de las ambiciones de Ignis y Alsius.

El grupo quedó en silencio, como intentando entender todo lo que el tema significaba. De ser cierto, la república corría un enorme peligro, proveniente desde ambos frentes. El problema era aún mayor: con la presión provocada por la guerra dentro del consejo de Syrtis, era imposible saber cuál sería la decisión que tomasen en caso de conocer el secreto de las gemas y el posible poder que albergaban.

- Esta información es muy delicada, ¿por qué crees que la comentó tan libremente? - pregunto Har, recibiendo un simple encogimiento de hombros como respuesta. La conjuradora meditó unos minutos – Esto es importante, y debemos decidir qué hacer con este tema: ¿lo contamos a alguien?, ¿hablamos con el consejo?

- No – dijo Lobo con seguridad – El consejo no debe ser informado de esto, no aún. Primero debemos averiguar más sobre este asunto. Con mucho cuidado escogeremos a un par de personas de confianza que nos ayuden a investigar sobre las gemas y el Dragón, pero no se hablará con nadie más – el resto del grupo asintió.

Durante el resto de la mañana discutieron sobre las personas que elegirían para compartir la información, y como manejarían el secreto en sus respectivos clanes. A mediodía se separaron, comprometiéndose previamente para reunirse en el mismo lugar antes de una semana, para compartir cualquier información obtenida.

Lobo, y Gotten partieron rumbo a Algaros para reunirse con su clan, y hablar algunas de las personas que habían sido seleccionadas en la mañana. Har se quedó en Stone junto a Maipucino, para mantener la guardia en el fuerte, mientras el resto tomó rumbo al castillo.

Las manos de Vairë (6) comenzaban a tejer un nuevo futuro de los reinos para adornar las estancias de su esposo.



(1) y todos los caminos se han ahogado en sombras
y la oscuridad que ha venido de un país gris se extiende...
(2) Perdóname (lit. Lo siento)
(3) No hay nada que perdonar
(4) Lembas élficas.
(5) Valier, La Curadora
(6) Vairë, La Tejedora

Cap. 6 - Gothnin

Ú i vethed nâ i onnad
Si boe ú-dhanna.
Ae ú-esteli, esteliach nad.
Ú i vethed nâ i onnad.
Nâ boe ú i.
(1)


Se sentó en la playa, cerca del viejo muelle que alguna vez permitió a los suyos viajar a la isla en el centro del lago. No quería ver a nadie, no quería hablar con nadie.

Sabía que no fue la mejor manera de regañar a su hermana (en especial, con tanta gente presente), pero no pudo evitarlo. Estaba furiosa con los Goldenheart, por ser incapaces de medir las consecuencias de sus decisiones; estaba enojadísima con los que llevaron a los novatos al fuerte, en lugar de guiarlos directamente a Raeraia; estaba enojada con su hermana, por no ser capaz de discernir entre una orden y una demostración de cobardía por parte de un alto rango. Por sobre todo, estaba enojada consigo misma, por la forma de reaccionar ante toda la situación.

¿Dónde estás, esperanza del elfo,
Syrtis la bella, flor de amanecer?
Escondida del miedo y la sombra,
aquel que te nombra comienza a creer.(2)

Acariciando el viejo medallón de su padre tarareaba aquella vieja melodía popular de Dohsim. Una costumbre heredada de Laranda su primera maestra, quien le enseñó a vaciar su mente y su corazón de preocupaciones entonando antiguas canciones de la república.

Más su canto se cortó a la mitad al sentir un frío paralizante que congeló todo su cuerpo. Con dificultad pudo ver a un elfo oscuro acercarse rápidamente hacia ella, presto a continuar su ataque en cuanto el mágico hielo se deshiciera.

En cuanto sintió disminuir el frío, con un gran esfuerzo se puso de pie y retrocedió un par de pasos. Sin escudo ni armas no tenía ninguna chance de ganar, pero no se dejaría vencer fácilmente, aún si tuviese que luchar a mano vacía su enemigo se llevaría un recuerdo de su parte.

- Utinu en lokirim (3) – exclamo mientras veía al mago preparar otro hechizo, que nunca lanzó. En cuanto escuchó esas palabras salir de la boca de la semielfa se detuvo, para mirarla con una expresión extraña.

- Lle quena i'lambe tel'Eldalie? (4) – preguntó, esta vez sorprendiendo a la guerrera syrtense.

Separados por unos pocos metros se observaron con curiosidad. Años de guerra, exilio y separación habían dividido a sus pueblos, y en unos segundos dos simples frases generaban una extraña unión.

- No entiendo (5)– dijeron ambos al mismo tiempo en aquella lengua, logrando sacarles una sonrisa al coincidir sus palabras.

- Enlil (6), brujo de Ignis – se presentó el elfo con una seña muy similar al antiguo saludo al que ella estaba tan acostumbrada.

- Climene, guerrera de la república de Syrtis – respondió ella con la misma cortesía – extraño encontrar en un enemigo a un conocedor de la antigua lengua, ya olvidada incluso por la mayoría de los míos.

- También es extraño para mí. En mi tierra es un idioma casi prohibido, por recordar el exilio obligado de mi gente. Sin embargo, mi viejo maestro pasó años enseñándolo a sus discípulos: la memoria de nuestros orígenes nos permite conocer el camino a nuestro futuro, solía repetir constantemente.

- Sabias palabras. Aún así, es extraño. La lógica me dice que debería estar defendiéndome, no hablando tan cordialmente contigo.

- Quizás debamos dejar de lado la lógica y simplemente disfrutar de un momento de paz entre nosotros. No conozco a nadie con quien poder hablar en este bello idioma, y no quisiera perder la oportunidad en una batalla – respondió el mago, mientras se acercaba un par de metros para luego sentarse, su báculo reposando sobre la arena.

Tras unos segundos de inseguridad, Climene lo imita, sentándose junto a él a observar el plácido lago.

- En ocasiones, me gustaría que no existiese la guerra. Es agradable poder sentarse a admirar la belleza de un día calmo sin pensar en los peligros que nos rodean – dijo la joven después de unos minutos. El ignita asintió.

- La emoción por la guerra sólo dura unos instantes. Luego de un par de años, y muchas pérdidas, se comienza a extrañar aquella época en que los combates no eran parte de nuestras vidas – Climene lo observó fijamente. Algo en la forma en que habló de las pérdidas le llamó la atención.

- ¿Por qué siguen luchando? Tengo entendido que han estudiado las cualidades de las tierras de su reino, y ya han comenzado a trabajarla y hacerla próspera. En unos años podría ser un lugar muy distinto al actual... ¿aún así intentan tomar Syrtis para ustedes? - el elfo guardó silencio por unos minutos, como pensando en responder o no a la pregunta.

- Originalmente, sí: la intención era tomar el reino verde por la fuerza y absorber sus tierras en nuestro reino, pero hace un par de años, luego de una larga batalla con los alsirios en el fuerte Menirah los planes cambiaron voltea a ver a la semielfa, que lo mira con curiosidad - ¿qué sabes de las gemas de tu reino? - la pregunta sorprende a la joven.

- Las gemas... sé que aparecieron de improviso hace unos 20 años, poco antes de la invasión alsiria a nuestro reino. En los altares que las sostienen están grabadas dos frases similares: Y los altos señores enviaron el más antiguo saber en la forma de un dragón, quién envió la Sabiduría a las verdes tierras, para ser la base de la paz. La segunda frase es igual, pero termina con envió la Nobleza, el centro de su ser.

- Hace exactamente el mismo tiempo dos gemas aparecieron en Ignis, y otras dos en Alsius. Las nuestras hablan de la Astucia y la Perseverancia, y las de Alsius del Orgullo y el Valor. Tras un tiempo, nuestros sabios determinaron que la base se refería al Alma del reino, y el centro a su Corazón.

- Eso significa... que el alma de Syrtis es su Sabiduría, y su corazón la Nobleza. Curioso, nunca lo había pensado así.

- Los alsirios llegaron a una conclusión aún más extraña: sus sabios determinaron que quien tuviese las seis gemas, es decir, el alma y corazón de los tres reinos, tendría el poder para controlar al Dragón Dorado enviado por los dioses, y cambiar los resultados de la guerra a su favor. Hace dos años, tras meses luchando con las tropas de Alsius en el fuerte del norte, se corrió la voz en el reino de esta creencia alsiria, y rápidamente los planes de la guerra cambiaron. Hoy las intenciones de Ignis son las mismas que las de Alsius: obtener las gemas y controlar al Dragón.

- ¿Por qué me cuentas todo esto? Prácticamente me revelas todo el plan de tu reino – el elfo no respondió. Tomando su báculo se levantó, y comenzó a caminar en dirección al puente blanco.

Unos metros más adelante se detuvo, y volteó haciendo una semireverencia y una señal de despedida.

- Aa lasser en lle coia orn n'omenta gurtha (7) – dijo, para luego retomar el camino hacia su reino.

- Aa menealle nauva calen ar'malta (8) – respondió ella al verlo partir


Titulo: Enemigo Mio

(1) Evenstar, de J.R.R.Tolkien
Este no es el fin, sino el comienzo.
Ahora es necesario no caer,
Si no confías en algo.
Este no es el fin, sino el comienzo.
Es necesario que no sea.

(2) Cancioncilla loca, ya la tendrán completa en un par de días, junto a otro relato, y con una sorpresa .
(3) Hijo de una serpiente
(4) ¿Conoces el idioma antiguo? (lit.: ¿hablas élfico?)
(5) De aquí en adelante, lo escrito en cursiva significa que está hablado en idioma antiguo (élfico).
(6) Personaje creado por mí. Su nombre viene del dios sumerio del cielo, el viento y las tempestades.
(7) Que las hojas del árbol de tu vida nunca caigan
(8) Que tu camino sea siempre verde y próspero (lit. Verde y dorado)

Cap. 5 - Onónë

Hláranyë ringa Formessúrë,
asúy' aldassen úlassië,
alussa olbalissë nornë,
alamya ve Nuru-nainië.
(1)


Se sentó con cuidado, aún bastante adolorida, para revisar atentamente el estado de su armadura. Si bien prefería reparar su equipo con Kanes en Raeraia, debía admitir que las habilidades y la magia de Dardanus eran lo suficientemente buenas para hacer que aquellas piezas de metal recuperaran su forma y resistencia original.

Daba gracias a Manwë por detener la mano de Námo (2) al querer llevarla a sus recintos, y por enviar aquel par de syrtenses a socorrerla luego de su enfrentamiento. Lobo y Albus, un par de reconocidos guerreros de los que mucho había oído hablar, la encontraron al regresar de una corta inspección de la frontera con Ignis, y la llevaron a una zona más segura. Poco tiempo después llegó un pequeño grupo desde Eferias, persiguiendo a los ignitas que huían de regreso a su reino, y su conjurador, Gotten, se había quedado junto a ellos para sanar sus heridas.

Los tres se encontraban a unos metros de ella, conversando en voz baja. Dardanus, el arriesgado mercader que se mantenía cerca a Puente Blanco para proveer a los guerreros, había regresado ya al sector que ocupaba habitualmente, a unos 20 metros de donde se encontraba ella revisando su armadura.

Mientras terminaba de acomodársela, vio un par de arqueros del grupo de Gotten correr hacia ellos.

- ¡Van hacia el fuerte! Son más de 50 marchando desde Puente Blanco – dijo aquel que reconoció como Lloid.

- Maldición, ¿alguien sabe cuanta gente hay en Stone? - preguntó Lobo a los recién llegados.

- Cuando salimos a buscar a los novatos con Luca, no quedaron más de 10 junto a los guardias – le respondió Climene, acercándose a ellos.

- Ayer enviaron unos 5 más, junto a algunos de los novatos que rescataron y se encontraban en mejores condiciones. Se supone que hoy los enviarían de regreso al reino – Gotten no alcanzó a terminar de hablar cuando la joven guerrera ya corría rumbo al fuerte.

- ¡¿Donde demonios crees que vas?! ¡Aún no te recuperas de tus heridas! - le reclamó el conjurador, recibiendo sólo silencio de parte de ella. El bárbaro embistió y dio más velocidad a sus aliados para poder alcanzar a la semielfa, a quien la preocupación le había permitido ganarles mucho terreno.

Tras cruzar las columnas pudieron oír el sonido de la batalla proveniente desde el fuerte. Unos pocos syrtenses siendo masacrados por las huestes ignitas fue la imagen que los recibió al llegar. Sin embargo, fue una conjuradora agachada junto a un herido lo que llamó la atención de Climene.

Un par de tiradores vieron a la joven maga y dirigieron sus flechas hacia ella. Pero en vez de atravesar la carne chocaron contra un escudo reforzado con antigua magia, sostenido por una pequeña guerrera.

- ¡Sal de aquí de una puta buena vez! - gritó abandonando toda la buena educación que su madre le había inculcado. Mientras la conjuradora ayudaba al herido a levantarse para salir del lugar, Climene concentraba toda su energía en el bloqueo de los variados ataques dirigidos hacia ellos.

Rodearon a las fuerzas enemigas y lograron llegar al fuerte. Una vez adentro, la conjuradora marchó hacia la torre a ayudar con los heridos, mientras la semielfa se recostaba junto a uno de los muros, su mano presionando su abdomen. Pese al excelente trabajo de Gotten, algunas de sus heridas no habían sanado por completo, y el esfuerzo por llegar al fuerte y el combate le estaban pasando la cuenta.

- ¡La puta madre! - exclamó un bárbaro de cabello rojo al entrar el fuerte – estos malnacidos se reproducen como alimañas.

- ¡No aguantaremos mucho! - escucha a alguien gritar desde tarima.

- ¡Aguantaremos! Este fuerte no cae hasta que yo no lo diga – le contestó Lobo desde la puerta mientras se preparaba para salir y destrozar algunos nigromantes. Pero antes de cruzar la puerta el profundo rugido de un cuerno se escuchó en dirección oeste. Climene subió lo más rápido que pudo a la tarima para ver qué se aproximaba.

- ¡Gurth goth Tel'Syrtis! (3) - gritaba un cazador muy conocido para ella, quien en compañía de varios miembros de su clan llegaba seguido de de al menos cien guerreros del ejército esmeralda.

Con renovadas energías los refugiados del fuerte salieron a combatir, rodeando a sus enemigos. Ajustando más su armadura Climene siguió a los dos bárbaros que embistieron violentamente contra los ignitas, abriendo camino al resto de sus aliados. En pocos minutos las fuerzas rojas fueron diezmadas, lo que llevo a un intento de huída rumbo a Puente Blanco. Buena parte de los syrtenses recién llegados partieron a cazarlos.

Con el ambiente ya algo más calmado, mientras los conjuradores recorrían la zona para auxiliar a los heridos, Climene esquivó hábilmente a Gotten (quien llegaba a recriminarle por su arranque al saber del ataque), para llegar junto a la joven conjuradora que salvara previamente.

- ¡Que demonios crees que hacías! ¡Salir a la Zona de Guerra, siendo aún una novata! ¡Yo apenas si puedo mantener con vida acá afuera y tú vienes y tomas una maldita misión de boca de un cobarde para venir a morir! - pese a ser más alta, la maga se veía completamente disminuida ante el arrebato de la guerrera - No quiero seguir viéndote aquí, te marchas de regreso con el primer grupo que salga a Raeraria, ¡y es una maldita orden!

- Pe... pero, onónë (4)...

- ¡Pero nada! No seré yo quien entregue la noticia de tu muerte – con extrema furia arrojó su escudo y su lanza en la entrada del fuerte y se marchó hacia el norte, a la playa del lago. Los que quedaron se miraban entre ellos y a la elfa, que se quedó de pie mirando hacia el suelo, con lágrimas en los ojos.

- ¿Qué demonios fue todo eso? - preguntó en un susurro Gatuna a los que estaban cerca.

- Creo... que la niña es su hermana – respondió Poison, aclarando un poco lo recién acontecido, pero dejando aun más preguntas entre la gente del clan.




(1) Poema Hríveressë
Oigo el frío Viento del Norte,
soplando a través de árboles sin hojas,
rumoreando en las retorcidas ramas,
resonando como un Lamento de Muerte.

(2) Manwë y Námo son dos de los Valar, del mundo de Tolkien. Manwë se pronuncia Manuee.
(3) ¡Muerte a los enemigos de Syrtis!
(4) Hermana

Cap. 4 - Sacrificio

Nu lome fuini
Kela carmië lalantar
Ve sirië tula earesse
Tuluvarye yáresse
An a anna ata carmië
Ar i hehtale turuva indolve
(1)


Hacía ya varias horas que la mayor parte de los guerreros apostados en Herbred habían partido rumbo a Eferias, siendo acompañados por el joven semielfo que conociera cerca de Muralla, y casi todos los miembros del clan que se encontraban en el fuerte; con excepción de Gatuno y Gatuna, una pareja de jóvenes cazadores recién llegados al clan. Los pocos que quedaron en la zona se repartieron los turnos para mantener la vigilancia del lugar.

Acomodada en una de las tarimas del fuerte, Climene mantenía su mirada en el camino hacia Puente Blanco, mientras escuchaba a algunos guerreros entonar una conocida canción de taberna:

¡Ho! ¡Ho! ¡Ho! A la botella acudo
para curar el corazón y ahogar las penas.
La lluvia puede caer, el viento puede soplar
y aún tengo que recorrer muchas millas,
pero me acostaré al pie de un árbol alto
y dejaré que las nubes naveguen en el cielo.

De pronto uno de los guardias señala en dirección al mercado, por donde se ve una figura correr hacia el fuerte. Baja a la puerta y junto a los dos cazadores del clan espera al muy joven bárbaro que llega hasta ellos, seguido de algunos guerreros.

- ¿Los vieron?, ¿ya se fueron? - pregunto jadeante al llegar frente a ellos.

- ¿A quienes, a los que van hacia Eferias? - pregunto la cazadora.

- ¡No!, a mis compañeros, venimos desde Raeraia por orden de Egan Goldenheart, se supone que debemos ir a la zona del pantano con Ignis para inspeccionar el terreno e informar sobre la avanzada Ignita.

- ¡Estás de broma! Apenas eres un niño, no debes tener ni 17 años, ¡cómo te van a enviar a una misión como esa!

- ¿Acaso la edad es importante? Si soy el más joven de mi grupo, pero la mayor apenas si tiene 20... Todos entrenábamos en la ciudad cuando nos dieron las órdenes.

- Ese puto Goldenheart, de seguro la misión era para él y no quiso arriesgarse a salir donde hay batallas reales – dijo un bárbaro de cabello rojo que había llegado poco después que el muchacho - Muy bien, quien más viene conmigo a buscar a esos críos – dijo mientras partía rumbo a la frontera con Ignis.

Climene y los cazadores lo siguieron junto a un brujo que se encontraba en el lugar. Los guardias del fuerte retuvieron al adolescente guerrero, mientras un tirador marchaba rumbo a al castillo para informar y buscar un poco más de ayuda.

Embistiendo con la fuerza nacida de la furia el bárbaro los obligaba a correr a un paso casi inhumano, y así llegar al Puente del Pantano antes del anochecer. El sol recién se ocultaba cuando recorrían aquella insana zona en busca de los jóvenes.

- ¿Algo, Gatuno? - preguntó en un murmullo Climene al cazador

- Nada en 300 metros – respondió mientras intentaba encontrar algún rastro de los compañeros del pequeño bárbaro. Su compañera se adelantó junto al pelirrojo y se encaminaban fuera del pantano, por lo la guerrera y el arquero dejaron su conversación para seguirlos presurosos.

No alcanzaron a avanzar mucho cuando la semielfa se detuvo para oler algo en el aire, gesto que fue imitado por su pareja.

- Sangre... a unos 200 metros hacia el oeste – dijo mientras tomaba el rumbo indicado, seguida de los demás. Con cautela se acercaron a la zona, pero en cuanto vio lo que sucedía frente a ellos el bárbaro embistió para correr directamente a la contienda.

Ya que ocho jóvenes elfos y alturian se enfrentaban en clara desventaja contra no menos de 20 ignitas que los superaban en experiencia: dos arqueros habían caído y eran curados por una conjuradora alta de cabello rubio, mientras sus compañeros (2 caballeros, una bárbara, una bruja y un tirador) se mantenían a duras penas, casi vencidos por sus enemigos.

Con un hábil movimiento de su lanza el pelirrojo envío al suelo a buena parte de los enemigos (2), sorprendidos al no verlo llegar. Aprovechando el desconcierto el brujo junto a ellos invocó el más profundo terror que lanzó al suelo al resto de sus enemigos junto a la lanza de Climene.

- ¡Todos al puente de una puta buena vez! - exclamó el mayor del grupo, quien ya cargaba a uno de los heridos y dirigía al grupo en la huída. Muy cerca de él y presta a seguir curando a los heridos iba la conjuradora, a quien la joven guerrera ya había podido reconocer.

El grupo ya cruzaba el puente siguiendo las órdenes del bárbaro, quien tomaba rumbo al castillo. Climene se detuvo un segundo, observando hacia el pantano. Los ignitas ya se veían por el verdoso camino: con los heridos sería imposible llegar a tiempo junto a sus aliados, y los jóvenes no serían capaces de enfrentar nuevamente a aquellos enemigos.

Tomó con fuerza su escudo y conjuró toda su energía en el, preparando su lanza para la batalla. No podría enfrentarlos a todos, pero al menos podría entretener a un buen número durante suficiente tiempo, y así dar ventaja a los que huían.

- ¡Gurth gothrimlye! (3) - exclamó con la lanza en alto, recibiendo a la tropa escarlata frente a ella.

Bloqueó un par de golpes de espadas, y resistió un relámpago caído del cielo, pero una flecha encantada se enredó en sus pies y una hábil patada la dejó en el suelo. Varios golpes más y pasaron sobre ella, obviando el golpe de gracia para poder ganar tiempo en la persecución de sus presas.

- Nauthannem i ned ôl reniannen (4) – murmuró observando las estrellas entre la sangre – Tenn'oio, Onónë (5)

Dio un último vistazo a la luna, y cerró sus ojos.





- x – x – x -





- No resistirá mucho si nos quedamos aquí.

- No podemos movernos Albus, la zona está llena de ignitas. Además, Gotten estaba muy cerca, estoy seguro que pasará por este camino cuando regrese con su grupo.

- Mani... mani marte? (6) – su cuerpo dolía como si hubiese sido aplastado por una banda de enanos, y sus ojos ardían al punto que no podía abrirlos – onónë...

- Está despierta - dijo la primera voz al acercarse a ella - ¿sabes que está diciendo?

- No lo sé, parece ser el idioma antiguo

- Onónë... hermana

- Llama a su hermana... si al menos pudiésemos saber quién es sabríamos quien debemos entregar...

- ¡Para ya! No se ha muerto y no se morirá. Varios grupos están rastreando a los ignitas, si Gotten no viene de seguro algún otro grupo pasará con un conjurador.

- Espero que tengas razón, Lobo. No me agrada dar noticias de muertes, menos cuando son guerreros tan jóvenes los que caen.





(1) Poema Un Lóme Fuini
Bajo las sombras de la noche
fluye la sangría risueña
Como el río llega al mar
llegará a nuestra sangre
dame pues sangría de nuevo
y el olvido dominará nuestra mente

(2) Es de p*tos incluir las actualizaciones en los relatos. Golpe Relámpago es noqueante y se joden los que quieran reclamar .
(3) ¡Muerte a nuestros enemigos!
(4) Pensé que vagaba en un sueño
(5) Hasta siempre, hermana
(6) ¿Qué ocurre?

Cap. 3 - Mellon

Man ná palan i orni?
Man ná palan laika mandello?
Ná Endore quanta harmava úhira...
Olorinya vilane oar,
Si talinya hilyuva ara olori...
(1)

Habían pasado ya tres años desde que comenzara su entrenamiento en la lejana aldea de Ilreah, en los cuales apenas si había visto un par de veces a su hermana (principalmente en Fisgael, cuando acudía con su entrenador, y la veía a lo lejos practicando con Illiria), y sólo había intercambiado un par de cartas de su madre.

Se había dedicado en cuerpo y mente a fortalecerse, a entrenar sus reflejos y aprender cada técnica que creía le sería útil en el campo de batalla. Sabía que su misión principal no era acabar con los enemigos, sino defender y proteger a sus aliados en batalla, o abrir un camino seguro a los letales bárbaros en la zona de combate.

Compartiendo horas de aprendizaje con Devastación, un joven brujo con el que compartió largos días de combate contra diversas criaturas, fue capaz de idear algunas técnicas para, eventualmente, vencer a un mago; gracias a Poison Arrow había comprendido la ventajas de los cazadores, capaces de desaparecer sin dejar rastros para poder emboscar a sus enemigos, y cómo detenerlos sin caer bajo los ataques de sus mascotas; Tamana, hábil tirador del clan le mostró lo letales que pueden ser los arqueros en una batalla.

Con toda esa preparación, y sin poder evitar algo de nervios, se alistaba para cruzar la puerta de la Gan Muralla de Syrtis y cruzar a la zona de conflicto, cumpliendo las órdenes de la general Larissa Goldenheart. Si bien los Goldenheart no eran de su total agrado (algo que había heredado de su padre era cierta resistencia a la nobleza), las noticias que llegaban a la ciudad (y que llevaron a generar las órdenes que hoy le llevaban fuera de la seguridad que proveían las murallas) eran por lo menos preocupantes.

Pero sólo alcanzó de caminar un par de metros antes de que un ruido desde el bosque de la muralla llamara su atención. Al acercarse pudo ver a un semielfo noqueado en el suelo, siendo atacado por un bárbaro enano. Su armadura y su forma de combate le indicaron que apenas si tenía un nivel de entrenamiento similar al de ella, por lo que rápidamente se interpuso entre el caído y el alsirio, bloqueando el golpe del hacha y respondiendo con una patada que logró desestabilizar al enemigo.

- Primera vez que me alegro de ser tan pequeña – murmuró al ver lo fácil que le era golpear al enano, al tiempo que bloqueaba sus ataques. Sin embargo la resistencia de su pequeño enemigo era extrañamente alta, lo que no auguraba un enfrentamiento corto para ella.

- ¡Agáchate! - la voz a sus espaldas fue suficientemente oportuna para permitirle tomar su escudo de tal manera que la cubriese casi por completo al inclinarse, al tiempo que una flecha envuelta en llamas pasaba sobre ella para clavarse en el brazo del enano. Otra flecha encantada cruzó el aire, dando suficientes motivos al alsirio para tomar su arma y alejarse lo más rápido posible del lugar.

- Nadorhuan (2) – volvió a murmurar para sí al ver correr a su enemigo. Ajustó su lanza nuevamente en su espalda y volteó a ver a su improvisado aliado – Lle ume quel (3), ¿cómo te llamas?

- Belnazzar, tirador en entrenamiento a tu servicio. ¿Y tú eres...?

- Climene, de la Orden de Caballería Esmeralda, y parte del clan Las Perras de Syrtis – respondió la semielfa, haciendo la tradicional señal de saludo entre los elfos.

- ¿Eres de las perras?, ¿en serio? - la joven asintió - ¡yo también! Que extraño, jamás te había visto ni había oído hablar de ti.

- ¡Jaja! Yo tampoco te conocía. Saesa omentien lle (4).

- ¿Sae que?

- ¿No conoces el antiguo idioma de los elfos?

- ¿Alguien lo conoce? Bueno, además de ti obviamente.

- Tal parece que no muchos. En casa acostumbrábamos a hablarlo siempre, pero me he dado cuenta que prácticamente es una lengua muerta para el resto del reino. En fin, ¿qué te trae fuera de las murallas del reino?

- Debo llevar a Eferias unas órdenes especiales de parte de la general Goldenheart. Pero es mi primera vez en la zona de conflicto, y ese enano alsirio me sorprendió con su ataque tan cerca de la puerta.

- ¿Te envió Larissa? Vaya mujer, con lo fácil que era mandar al peligro a una sola persona, envía dos para evitarse el viaje ella misma.

- ¿Tú también vas al castillo? - ella negó con la cabeza.

- No, me envió a Stone, debo pedir enviar refuerzo a Eferias de entre las tropas apostadas en el fuerte. Han llegado a la ciudad informes sobre el movimiento de varias fuerzas ignitas, al parecer pretenden tomar el castillo para usarlo de base de ataque al reino.

Caminaban lentamente, apenas alejándose de la zona en donde se habían enfrentado al bárbaro alsirio. Belnazzar mantenía la cabeza baja, en actitud pensativa. De pronto se detuvo, levantó la cabeza y le dedicó una sonrisa a la semielfa.

- ¡Qué te parece si te acompaño a Stone! Así no tendrás que recorrer todo este camino sola, y no correrás el riesgo de enfrentarte a un enemigo en desventaja - Climene lo observó fijamente, y le respondió con una sonrisa bastante extraña.

- ¿No me digas que tienes miedo de encontrarte con otro guerrero y terminar en el suelo como la última vez? - el rostro del joven arquero se tiñó de un rojo que envidiaría cualquier ignita - ¡jaja! Está bien, después de todo, puedes partir hacia el castillo con las tropas que viajen desde el fuerte.

Caminaron atentos a su alrededor, pendientes de cualquier posible ataque que surgiera de entre los árboles. Aún así se permitieron conversar tranquilamente y conocerse un poco mejor. Y el joven semielfo aprovechó el conocimiento de su nueva amiga de aquella lengua olvidada...

- No entiendo. Si la idea es despedirse, ¿porqué dos frases distintas? ¿Qué más da que use Namarië o Tenna rato?

- Porque las palabras antiguas encierran sentimientos, y deben ser usadas en el momento y situación indicados: Namarië (5) sólo se usa para despedidas largas, o cuando no sabes cuando volverás (o si lo harás); Tenna rato (6) es una despedida casual, la que le darías a cualquier persona al terminar un encuentro o una reunión, no es una despedida a largo plazo, no encierra sentimientos tan fuertes como el anterior.

- El idioma antiguo es bastante complicado, eso explica porqué se ha ido dejando al olvido – comentó el arquero, con un dejo de aburrimiento en su voz. Un segundo después voltea a ver a su nueva amiga con una mirada pícara – Oye, ¿se pueden hacer halagos con lengua antigua?

- ¿Porqué tengo la impresión de que lo que quieres es una frase para conquistar a una chica? - esta vez fue un fuerte tono granate el que cubrió el rostro del joven - ¡jaja! ¡Claro que se puede! Pero tienes que tener cuidado, no se puede mentir en la lengua antigua (7). Si haces un cumplido, o declaras tu amor con estas palabras, quedas atado a las mismas.

- Estoy atado por la eternidad a ella, no hay nada que pueda unirme más a mi elfita – le respondió Belnazzar, mientras desviaba sus ojos hacia el cielo y se quedaba quieto con ojos soñadores.

- ¡Jajaja! Tú si que estás enamorado. Veamos, ¿qué quieres decirle?

- que tal... Ojala la luz de tus ojos bendiga los míos, y que el brillo de tu cabello ilumine mi camino.

- ¡Qué poeta!, no es una frase realmente difícil: nai cala hendelyato laituva i hendenyat, ar sílë findelyo caluva tienyanna oialë...

- Woah! Eso suena genial, ahora sólo debo recordar como pronunciarlo. ¡Mira! Ya llegamos al fuerte – dijo el joven mientras señalaba el fuerte en el horizonte, rodeado de diversos guerreros del ejército esmeralda que entrenaban o esperaban en la zona un próximo combate.




Titulo: Amigo

(1) Poema: Voro I Nén, Oira, Kela Siresse
¿Qué hay más allá de los árboles?
¿Qué hay más allá de esta cárcel verde?
Está Endor, llena des tesoros aún no descubiertos.
Mis sueños volaron hacia allí,
Ahora mis pies seguirán a mis sueños...

(2)Perro Cobarde.
(3) Lo hiciste bien
(4) Un placer conocerte
(5) Adiós
(6) Hasta pronto
(7) Idea sacada de la Trilogía El Legado (Eragon-Eldest-Brisingr)

Cap. 2 - Cachorros

Ilu Ilúvatar en káre eldain a fírimoin
ar antaróta mannar Valion: númessier.
En kárielto eldain Isil, hildin Úr-anar.
Toi írimar. Ilyain antalto annar lestanen
Ilúvatáren. Ilu vanya, fanya, eari,
i-mar, ar ilqa ímen. Írima ye Syrtis
.(1)


Con suave voz cantaba aquellas viejas rimas que su madre le había enseñado, años atrás, mientras observaba el movimiento del Sol entre los árboles. Llevaba casi un mes en la lejana Isla de Iniciación, para cumplir con el primer entrenamiento como guerrera, y aunque ya había sido autorizada por Fardog para viajar a la ciudad y decidir a qué orden ingresaría, decidió quedarse unas horas más en aquel tranquilo bosque cerca de Ulren Asir, para poner en orden sus pensamientos.

Pese a su baja estatura, se veía mayor que la mayoría de los iniciados. Y es que con 20 años era extraño ver a alguien comenzar aquel camino que, finalmente, los llevaría a todos a la guerra fuera del reino. Pese a que aún era joven entre los elfos y semielfos, incluso entre estos lo común era dar los primeros pasos en la isla entre los 14 y 16 años.

Pero no había sido por desidia que había aplazado tanto su entrenamiento. Siempre preocupada por su hermana, sólo se enlistó en el ejército esmeralda cuando vio a la joven elfa lista para iniciar su primer aprendizaje con uno de los maestros en Dohsim, y con el valor suficiente para mantenerse alejadas por todo el tiempo que le tomaría su entrenamiento.

Porque desde aquel día en que las murallas del reino cayeron ante las tropas alsirias, su hermana jamás se había separado de su lado. A los 11 años su madre recién pudo convencerla de dormir en un cuarto propio, sin embargo siguió metiéndose en su cama (para abrazarse temerosa a ella), cada noche de tormenta hasta los 14 años. Recién a los 15 aceptó salir con otros jóvenes sin su compañía, y sólo ahora, al cumplir los 17, fue capaz de reunir suficiente coraje para enfrentar la vida sin su hermana mayor, permitiéndole el ansiado viaje a Ilreah.

Una niña de no más de 14 años pasó cerca de ella. La blanca túnica de principiante no le permitía correr lo suficientemente rápido para alejarse del oso cachorro que la perseguía. Con algo de pereza Climene se levantó de su verde y cómodo lecho, tomó la delgada lanza que reposaba junto al árbol que le daba sombra y corrió hacia la aproblemada alturian.

- ¡Ayuda, por favor, sácamelo de encima! - gritó desesperada la pequeña al verla. Con un rápido movimiento, aprovechando el ataque del animal, dirigió su arma al vientre de la criatura, desgarrándolo. Retrocedió un par de pasos para ver caer al oso, mientras la maga se acercaba temerosa.

- Debes fijarte bien en las criaturas que atacas: éste era el líder de la manada, y su instinto lo convierte en el más peligroso de su grupo. Tienes suerte de que lo encontraras ya débil, de seguro fue atacado bastante antes de enfrentarte a él – le dijo la guerrera mientras comenzaba a arrancar la piel del animal, para juntarla con las que dejó bajo su árbol y llevarlas con la mercader de la aldea, y venderlas para tener un poco más de oro antes de llegar a la ciudad.

Le dio un par de consejos a la joven antes de marchar para deshacerse de su carga y llegar rápido con la mujer que la enviaría al continente. Sólo dos palabras cruzó con la joven – Alma, Mael (2)- para luego sentir aquel molesto vacío en el estómago (tan característico de aquella antigua magia de transportación) y llegar a Arn Ellys, el camino a la gran ciudad de Fisgael.

Más nerviosa de lo que estaba al llegar a Ilreah, comenzó a caminar rumbo a la ciudad. Después de todo, en 13 años sólo había abandonado su amada Dohsim para partir a la remota isla de Iniciación, y el sólo hecho de acercarse a la ciudad en donde los líderes del reino habitaban la llenaba de ansiedad, a tal punto que, al llegar a las escaleras custodiadas por los guardias, no pudo más que quedarse de pie, observando embobada los edificios que se veían sobre ella.

- Es mucho mejor por dentro, sabes – escuchó a alguien hablar a su espalda. Volteó rápidamente para encontrarse con una criatura enorme, de un raro color café y enormes colmillos saliendo de su boca.

- ¡Varda bendita! - exclamó mientras se alejaba rápidamente un par de pasos, lo que provocó una carcajada de alguien detrás del extraño ser.

- ¡Lo siento mucho! - le dijo un joven elfo que salía de detrás del orco – no fue mi intención asustarte, pero mi mascota tiende a acercarse demasiado a las chicas... es algo que aún no puedo evitar – le dijo mientras se acercaba con una sonrisa culpable en el rostro.

- Úman ná (3), Man ná esselya? (4) – respondió la pequeña semielfa.

- Poison Arrow, orgulloso cazador de la república de Syrtis, a tu servicio...

- Climene, nerviosa guerrera iniciada de la república de Syrtis

- ¡Jaja! No tienes de qué estar nerviosa, el futuro de un iniciado puede verse algo difícil, pero es cosa de rodearse de la gente correcta y ya tienes todo el apoyo necesario para seguir adelante. ¿Ya sabes que vas a hacer?

- Sí, deseo unirme a la Orden de Caballería. Deseo prepararme lo suficiente para poder defender a la gente que amo.

- Uno de los más nobles motivos para unirse a ejército, y bastante común entre los nuestros. Todos tenemos personas preciadas a quienes deseamos mantener fuera de peligro. Mi clan, por ejemplo: cada miembro es parte de nuestra familia, a quienes defendemos a muerte en los momentos de dificultad.

- ¿Clan? Había oído algo al respecto entre los guerreros que llegaban a Dohsim, pero nunca supe bien de que trataba... ¿qué son los clanes?

- Depende de la interpretación de las personas: para algunos son sólo un grupo con un nombre importante para hacerse notar en la guerra para otros son amigos y compañeros de batallas; para mí y los míos es Familia, unidos por lazos fuertes difíciles de romper.

- Vaya, suena genial. De seguro con esa unión deben hacerse notar en la Zona de Guerra.

- Un poco. Aunque en realidad no nos preocupamos mucho de hacernos fama. Lo único que nos importa es que todos los cachorros se mantengan unidos y a salvo.

- ¿Cachorros?

- ¡Ja, es verdad! Aún no te he dicho. Mi clan es conocido como Las Perras de Syrtis. Originalmente sólo permitían mujeres, pero hoy en día muchos hombres somos parte de él. Cachorros es un término cariñoso con el que nuestra líder nos llama. Oye, ¿no quieres unirte al clan?

- ¿Yo?, pero si ni siquiera me he unido a una Orden aún.

- Eso se soluciona fácil, ahora que ya llegamos – le dijo señalándole un guerrero de pie a unos pasos de ellos. Mientras hablaban el arquero se las había arreglado para caminar y llevarla dentro de la ciudad, cerca del entrenador de Caballeros.

Luego de una breve charla con Backis, de llenar unos formularios y realizar unas pequeñas pruebas para el entrenador, Climene fue aceptada en la Orden de Caballería del reino. Para celebrar su nuevo amigo le regaló una nueva lanza, de mejor calidad que la que llevaba, y la llevó con Onati para adquirir sus primeras piezas de armadura.

Luego de unas horas ayudándola a completar los primeros ejercicios de aprendizaje ordenados por el entrenador, se encaminaron hacia el Cruce de Nae, en donde se encontraron con una alturian rubia acompañada de un enorme cíclope.

- ¡Poison, wapo! ¿Donde te habías perdido? Hace varios días que no te veía.

- Pagando unos viejos favores, nada importante en realidad. Pero te pedí que vinieras no por mí sino por ella – le dice a la arquera señalando a la semielfa junto a él – Te presento a Climene, acaba de ingresar a la Orden de Caballeros, y pensé que sería bueno para ella ser parte del clan, para que reciba un buen apoyo en su entrenamiento.

- Alassia an omentielme (5) – saludó la guerrera, realizando la característica señal de saludo de los elfos.

- Vaya, conoce el idioma antiguo. Aún entre los elfos está ya algo olvidado. Me agradas niña, serás una excelente cachorra, de seguro nos vendrá bien alguien que nos ayude con nuestro oxidado élfico.

Se encaminaron hacia Raeraia, en donde se reunieron con otros miembros del clan para realizar la sencilla ceremonia de reclutamiento. Al terminar, la Dama Blanca le entrega un anillo tallado con runas.

- Este anillo es símbolo de nuestro clan. Nuestros magos han trabajado en ellos y su magia permite que nos contactemos sin importar dónde te encuentre. Cuando necesites ayuda sólo piensa en nosotros y alguien llegará a apoyarte – le dijo, para luego tomar su arco y partir hacia el muro junto al resto del clan.

- Ahora, manna lelyalyë? (6) - preguntó el cazador al quedar solos en el centro de la ciudad.

- Lelyan Fisgaelenna (7), aún debo seguir mi entrenamiento con Backis. - Poison tomó la mano de la joven guerrera e hizo el tradicional gesto de despedida.

- Nos vemos más adelante, Climene, yo sigo a los otros hacia las zonas de batalla. Si necesitas algo no dudes en llamarnos.

- Vanta máravë, Poison Arrow, estaré esperando el día en que pueda acompañarlos para ayudar a nuestra gente – se despidió ella, mientras veía a su amigo alejarse rumbo al peligroso mundo fuera de los Altos Muros de Syrtis.




Curso básico de élfico con su amiga Climene


(1) Quenya (Tolkien):
El Padre hizo el Mundo para Elfos y Mortales
y lo dejó en manos de los Señores. Están en el Oeste.
Para los Elfos hicieron la Luna, para los Hombres el rojo Sol;
que son hermosos. A todos les dieron en medida los dones
de Ilúvatar. El Mundo es hermoso, el cielo, los mares,
la tierra, y todo lo que en ellos hay. Bella es Syrtis.

Extracto del Poema de Fíriel. El original termina con Bella es Númenor, pero lo cambie por razones obvias.

(2) Síndarin (Tolkien): Salud, Mael.
(3) No es nada (lit., es nada)
(4) ¿Cómo te llamas?
(5) Feliz de nuestro encuentro (lit., feliz porque nos hemos encontrado)
(6) ¿A dónde vas?
(7) Voy a Fisgael
(8) Anda (con) bien

Cap. 1 - Recuerdos

Una de las primeras cosas que vino a su mente, sentada en esa muerta tierra, fue el funeral de su madre.

Con sólo 5 años acompañó a su padre hasta aquel antiguo mausoleo familiar, cavado en los montes que rodean el valle de Arvanna para dejar el cuerpo de quien se dedicara en cuerpo y alma a amarla y cuidarla desde su nacimiento. Pero la fragilidad de los alturian se dejó ver cuando aquella plaga que azotó los tres reinos se llevara muchas vidas humanas, incluida la de su madre.

Pocas cosas importantes pasaron después de eso, hasta que casi dos años después su padre llegara con una joven elfa, a quién pasaría a llamar madre, junto a una niña elfa de no más de 4 años.

Aunque le tomó mucho tiempo tratar a la mujer como su madre, no tuvo mayores problemas para considerar a la niña como su hermana. Desde el primer día le enseño los muchos escondites de la antigua casona, como evadir a la vieja cocinera para salir a escondidas por la puerta trasera para ir donde Bransen y convencerlo de dejarlas montar uno de sus Valkins, o llegar junto a Elvi para que les contara las aventuras fuera de la muralla del reino.

La simple vida de un niño, hasta aquel terrible día.

La mañana había comenzado de forma normal, esquivando a la cocinera para sacar unos dulces que mantenía escondidos, para salir rumbo a la caballeriza con su hermana firmemente agarrada a su mano. Pero no alcanzaron a llegar a la salida de la ciudad cuando un llamado se oye a lo lejos, desde la gran muralla.

- ¡Tropas alsirias en muralla, están rompiendo la puerta! - se escucha un grito cerca de la ciudad, y el caos comienza.

Entre gritos la gente comenzó a correr buscando refugio, mientras los guerreros apostados en la ciudad tomaban sus armas y corrían hacia la frontera. Sin poder enfrentar a la marea de gente las niñas se quedan de pie junto a un muro, intentando no ser empujadas por los que corren a su alrededor. Y de pronto, por un segundo la mayor tiene el impulso de correr fuera la de ciudad, al ver a su padre salir con su arco rumbo a la zona de batalla, pero una suave aunque fuerte mano toma la suya y la arrastra de regreso a su hogar.

Su (nueva) madre la lleva hasta la casa de uno de los armeros, quien mantiene abierta una pequeña trampilla en el piso. Al menos 8 niños más se encontraban escondidos ya en el reducido espacio cuando las pequeñas entran, para luego ver la puerta cerrada y sentir un objeto pesado siendo arrastrado sobre ella.

En ese oscuro escondite, abrazados entre ellos los niños escuchan el sonido de las armas, los gritos de la gente y el aullido triunfal de los enemigos. Cubre con su cuerpo el de su hermana y con sus manos intenta tapar las largas orejas, en un vano intento de protegerla del horror que les llega. Y eleva una plegaria a los señores de la naturaleza (1), prometiendo dedicar su vida a la protección de su gente, si les permite salir con bien de este encuentro.

Lo siguiente que recuerda, recostada en esa tierra muerta, mientras observa las estrellas, es el funeral de su padre.

Con sólo 7 años volvía a aquel seco y muerto paraje, llevando a su hermana de la mano, para dejar el cuerpo de su padre en aquella antigua cripta. Un hacha alsiria había arrebatado de sus vidas al hombre que le había enseñado el nombre de las estrellas, la importancia de los bosques y la belleza del mar en calma bajo una luna llena.

- Llevas el nombre de las olas, Climene (2). Naciste en una noche de olas bajo brillantes estrellas, por eso tu madre te dio un nombre destinado a la fama.

Ahora estaban solas. Su nueva madre, su hermana y ella. Ya no en Raeraia, sino en Dohsim seguirían sus vidas. Junto al mar.




(1) Sacando mi vena ringer. En vez de dioses en este relato los Syrtenses creen en los Señores de la Naturaleza, cuyo origen son los 14 Valar del Silmarillion de Tolkien.
(2) Climene (del griego antiguo fama), era el nombre de dos oceánides, hijas de Océano y Tetis.