sábado, 12 de septiembre de 2009
Cap. 15 – Obsesión Bárbara
I narmo ná laime mi ná er
Elye ná i mótima
Muina ar mista mi métima maltasse. (1)
- Losodiolosodiolosodiolosodio – era lo única capaz de decir la pequeña bárbara mientras cruzaba la puerta que separaba la seguridad del reino con la zona de combate.
Había pasado ya un par de semanas desde su visita a su prima en Dohsim, durante las cuales había aprovechado de entrenar lo suficiente para que Mazzara, la entrenadora de Raeraia, la autorizara a dar sus primeros pasos en las peligrosas tierras fuera del muro. Rápidamente se dirigió a la casa de su prima, para descubrir que el grupo (incluido el brujo ignita) había partido hacía un par de días rumbo a Herbred).
Completamente molesta, enfadada y disgustada (2) comenzó su recorrido a través del bosque, demasiado concentrada en su enojo como para prestar atención en lo que le rodeaba. Gran error.
Súbitamente su carrera es detenida por un frío penetrante que la rodea y le impide cualquier movimiento. Estática en su posición, logra ver a una bruja ignita, acompañada de una bárbara elfa no mayor que ella, y dos tiradores moloks.
- La **** que los ***** - pensó mientras el hechizo terminaba, permitiendo a sus enemigos atacarla en conjunto. Tirada en el suelo, lamentando ya lo corta que resultó su aventura se preparó para morir.
Al no sentir ningún golpe de gracia abrió los ojos, para encontrar a los dos arqueros desangrándose cerca de ella, y a un alto y poderoso bárbaro golpeando sin piedad a la bruja ignita. Rayos y rocas ígneas caían sobre él, pero nada pudo detener su embiste y con un poderoso movimiento de su martillo, la esquelia cayó con el cráneo destrozado a los pies del semielfo, mientras la pequeña bárbara ignita huía del lugar.
Sentada junto a los cuerpos, la adolescente observaba al guerrero con absoluta (adoración) admiración.
- Niña, no corras sola por acá, esto es un campo de batalla, no un jardín de infantes – le dice el bárbaro con profunda y varonil voz, mientras acomoda su arma en su espalda y comienza su caminata rumbo al fuerte.
Tras unos segundos sin reaccionar (embobada por (el bárbaro) los recientes acontecimientos), la semielfa se levanta y comienza a seguir al guerrero, dejando suficiente distancia para no molestarlo, pero sin perderlo de vista.
Había decidido que aquel hombre sería su maestro.
Durante un buen par de horas se mantiene cerca de él, deteniéndose a (admirar) observar la forma en que el guerrero acababa con feroces leones y enormes cíclopes con uno o dos golpes, y cómo los solitarios enemigos que se cruzaban en su camino huían al verle. Cada minuto que pasaba, la (adoración) admiración de la joven por el guerrero crecía.
Finalmente, tras un largo rodeo, llegaron al mercado cercano al fuerte central. En el lugar pudo ver (a lo lejos) a su prima y su grupo descansando, cerca de varios pequeños grupos de guerreros. Aún molesta con ellos, decidió no acercarse, manteniendo toda su atención en el bárbaro.
El guerrero se acomoda cerca de la cabaña de los mercaderes, y se quita la parte superior de su armadura para descansar. Tras media hora en el lugar un bárbaro se acerca a él.
- Lobo, ¿ya viste a la niña que anda detrás de ti? - el semielfo hace una mueca de fastidio.
- Ya sé que me sigue. No sé qué hacer, si cuidarla para que no la maten o matarla yo mismo – responde a Mig Rog, arrancando con su oración un suspiro de la adolescente.
- ¡Oh, benditos señores de la naturaleza!, ¡que frío e indiferente! - el guerrero la mira molesto.
- ¿Dioses? sólo conocí uno. Y lo maté.
- Los salvajes ignitas adoran dioses, yo respeto a la naturaleza ¡Bendito Tulkas que ha puesto en nuestra tierra a un igual para deleitarnos con su lucha en las batallas!
- ¿Tulka? Conocí un sacerdote ignita que se llamaba así. Comí sus tripas. Sabían mal.
- ¡Y devora a sus enemigos! ¡Como aquellos que buscan absorber la fuerza de los caídos!
Cerca, Climene y su grupo contenían la risa a duras penas. Ver a su pequeña e impetuosa prima demostrando completa adoración por uno de los guerreros más fríos y poco sentimentales del reino era una escena digna de observar.
- ¡Anda Lobito!, no seas malo con la pobre niña y muestra un poco más de corazón – exclamó la semielfa, para volver a reír ante el gesto del guerrero.
- ¿Lobo, aquel llamado el Maldito? - pregunto la pequeña bárbara, recibiendo señales afirmativas de quienes los rodeaban - ¡Bendita suerte la que me ha acompañado!, ¡oh, gran señor de la guerra!, ¿me concederías el honor de permitirme aprender de ti las más perfectas artes de la guerra?
- No
- Por favor...
- No
- ¿Por qué no?
- Porque no quiero
- Porfavorporfavorporfavor...
- ¡No!
- Por favor, haré cualquier cosa que me pidas...
El guerrero no contesta, pensando. Si la cría estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, podría enviarla a alguna misión imposible y sacársela de encima.
- Muy bien – dijo, provocando un salto de alegría por parte de la joven, y la sorpresa de los demás – si quieres que te enseñe, deberás conseguir con tus propias manos... la esencia de un ánima de Arvanna.
- Pff, fácil, delo por hecho.
- La melena de un león salvaje – la joven hizo un gesto extraño, pero asintió con la cabeza, demostrando el deseo de lograr su objetivo. Lobo sonrió con malicia – y... un colmillo de Thorkul.
El mercado quedó en silencio. La pequeña bárbara observó por un par de segundos al guerrero con seriedad, para luego dar un salto, saltar a su cuello, besarlo rápidamente y correr rumbo a la muralla del reino.
Antes de que alguien más pudiese reaccionar, Climene se levantó de donde se encontraba y (con su mano cubierta por el metálico guante de su armadura) golpea al bárbaro en el pecho descubierto.
- ¡Pedazo de bruto!, si te la querías quitar de encima me hubieses dicho en vez de mandarla a una misión como esa. Pobre de ti que algo le pase a mi prima consiguiendo tus tonteras, porque te tocará responder ante mí y mi familia completa, pedazo de animal – le reclamó la guerrera, golpeándolo nuevamente para tomar después sus armas y partir con sus amigos tras la adolescente.
- ¿La cría es prima de Clime? - preguntó el bárbaro, recibiendo la confirmación de algunos de los presentes - ¡y por qué demonios nadie me lo dijo antes! - gritó mientras tomaba su armadura y partía a masticar su furia en el fuerte cercano.
(1) Adaptación libre de Lobo, de Jorge Luis Borges. Traducción al elfito por Julio Enrique Brugos
Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
Eres el último.
furtivo y gris en la penumbra última.
(2) Si, es repetitivo, la idea es dar énfasis en su estado emocional.
Cap. 14 – Teadorareporsiempre
Harnanien melio
Cenuotye tereve
Kirie indossenya (1)
Al despertar, una extraña inmovilidad y algo en su espalda llamaron su atención. Al abrir los ojos, y ver los brazos de Enlil rodeándola las imágenes de la pasada noche volvieron a su mente.
Completamente avergonzada, intentó levantarse con cuidado para no despertar al elfo, pero un rápido movimiento de aquellos brazos la acercó más al cuerpo del mago.
- No te vayas - susurró en su oído, el que luego comenzó a besar delicadamente, provocando un estremecimiento en la joven. Poco a poco comenzó a recorrer su cuello para terminar besando sus hombros, mientras una de sus manos bajaba lentamente por su abdomen.
Sin poder evitarlo, comenzó a responder a las caricias de Enlil, jadeando ante cada movimiento de sus manos. Reuniendo lo poco que le quedaba de su fuerza de voluntad intenta nuevamente escapar de sus brazos y levantarse, pero el elfo es más rápido y, con un hábil movimiento, la dejó recostada de espalda en la cama, colocándose sobre ella mientras enredaba los dedos en su cabello. Acercó su rostro al de la semielfa y comenzó a besarla de forma suave pero segura, destruyendo todas las defensas de la joven.
x - x - x - x
En cuanto Enlil se asomó a la puerta de la casa fue asaltado por un grupo de infantes que lo llevó a rastras junto a Akasavut, el entrenador de brujos del pueblo, para que les enseñara y les hablara de magia, batallas y la nigromancia reconocida de Ignis. Aunque la joven conjuradora tuvo el impulso de preguntarle la razón detrás de la enorme sonrisa que lucía el mago, prefirió esperar a que el pobre elfo se desocupara del asedio de los pequeños.
Su hermana apareció poco después, con un leve sonrojo y un extraño nerviosismo que se dejaba ver en la torpeza con la que realizaba las cosas que su madre le pedía. Por muy joven e inocente que fuera, su mente comenzó a atar cabos, y una sonrisa pícara asomó en su rostro. Cómo se iba a divertir molestando a su hermana.
Y no fue la única en darse cuenta de los cambios en esos dos.
La última semana había sido una de las más largas vividas por la pequeña Nilil. Pese a su corta edad, se había dado cuenta de que su padre se comportaba de forma distinta ante la semielfa, y podía imaginar su preocupación por las heridas de la joven. Con la perspicacia propia de los niños, no tardó en notar las reacciones de su padre y de la guerrera a su llegada al pueblo, las extrañas miradas que se daban y el nerviosismo que mostraban al estar juntos.
Y obviamente, se dio cuenta que su padre esa noche no apareció en el cuarto que compartían en la antigua casona de Dohsim.
Sin poder aguantar la curiosidad (también, muy propia de los niños), se acercó a la semielfa, quien se encontraba revisando las reparaciones a su armadura y equipo en el mercado, y tomando su mano le preguntó:
- ¿Vas a ser mi nueva mamá?
El rostro de la guerrera se tiño de fuerte carmín, ante las miradas curiosas de todos los presentes en el mercado. Unos metros a la distancia Enlil (que había escuchado perfectamente la pregunta de su hija), intentaba ignorar la (mal contenida) risa de Akasavut.
Antes de poder responder (mejor dicho, pensar en una respuesta), un fuerte grito proveniente de la entrada del pueblo desvió su atención.
- ¡¡PRIMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
- Oh, no – fue lo único que logró decir Climene antes de ser arrojada al suelo por una figura pequeña enfundada en una armadura de cuero. Tratando de superar la asfixia provocada por el fuerte abrazo del que era víctima, buscó con desesperación alguien que la ayudara a sacarse aquel peso de encima.
- Ele, ¡me estás ahogando!
- Primita lindaaaaaaaaaa – exclamó la adolescente bárbara sentándose junto a ella – estabatanpreocupadaporti :snif: cuandosupequetehabíanherido :snif: quiseiravertearaeperopapánomedejó :snif: yocreíaquetemoríasynoteveíamás :snif: primaaaaaaaaaaaaaa – volvió a exclamar para colgarse nuevamente a su cuello en un apretado abrazo.
La semielfa no pudo más que devolver el abrazo y tratar de consolar a su muy emocionada prima, bajo la mirada y risa de su hermana, Nilil y del resto de los mercaderes.
- ¿Quién es ella? - preguntó en el antiguo idioma el brujo al acercarse a ellas.
- Es la hija del hermano menor de la madre de Climene... es alocada, suele hablar demasiado rápido y muy emocional, pero igual la queremos – respondió la conjuradora disfrutando del espectáculo frente a ella.
Al oírlos, la (más) joven guerrera detuvo su llanto, soltó a su pariente y volteó a mirar al ignita seriamente.
- ¿Tú eres el brujo que desobedeció las órdenes del consejo para salir al combate frente a la muralla? - pregunto con extrema gravedad.
- Si, soy... - no alcanzó a terminar su frase, ya que la pequeña semielfa se lanzó contra él arrojándolo al suelo.
- Graciasgraciasgraciasgracias :snif: erestanbuenograciasporsalvaramiprimita :snif: siyolaquierotantoquenosequehariasinellla :snif: teadorareporsiempreserasmiheroe...
x - x - x - x
Una vez que lograron calmar a la pequeña bárbara (con un vaso de agua, ordenándole respiraciones lentas y que diera tiempo a que sus pulmones obtuvieran algo de aire entre cada palabra que emitía), pudieron acomodarse en la casona a conversar un rato durante la cena. Ele, como le gustaba que la llamaran (ya que su nombre completo, Tar Elestirne (2), jamás le había gustado) entretuvo a todos con los relatos de sus aventuras durante su entrenamiento, y no los dejó tranquilos hasta que le prometieron que la llevarían a conocer la Zona de Guerra cuando Climene se recuperara.
Al caer la noche, aún resintiendo las heridas del combate, la guerrera decidió retirarse a su habitación. Bajo la atenta mirada de su hermana y su madre subió las escaleras hasta perderse en el segundo nivel de la casa. Pese a los deseos de acompañarla, Enlil decidió quedarse, ya que había notado la forma en que la conjuradora lo observaba cada vez que se acercaba a la semielfa. Aunque su intento de que sus intenciones pasaran desapercibidas no duraron mucho.
- ¿No irás a dormir esta noche con Clime, Ada (4)? - preguntó con total inocencia su pequeña hija.
La joven bárbara lo miró con curiosidad, sin entender completamente a qué se refería la pequeña. Ananké intentó sofocar su risa con su mano, mientras su madre observaba con severidad al brujo ignita.
Completamente sonrojado, el elfo se levantó y, tomando a su hija de la mano, realizó una pequeña reverencia ante las mujeres presentes en el salón, y se retiró a su habitación. Demasiada vergüenza por un día como para intentar pasar la noche nuevamente con su amada semielfa.
(1) Poema I Áre Cenutye
La luz de tus ojos
me ha herido de amor
tus ojos penetrantes
se han clavado en mi alma
(2) Élfico, Señora de la frente estrellada. Nombre de una de las reinas de Númenor.
(3) Papá
domingo, 16 de agosto de 2009
Cap. 13 - Amante
mirima imbe i maiwi.
Ar hiruvarnye ómalye lauka,
ar hyruvanye henulya melinor (1)
Con sólo cruzar la puerta se encontró con decenas de enemigos atacando a los guardias y a los pocos aliados que ya habían salido a luchar. Sujetando con fuerza la corta espada que usaba como apoyo, y concentrando toda su energía en su escudo para bloquear la mayor cantidad de ataque, se abalanzó contra un grupo de magos agrupados cerca del transportador a Eferias.
Con un hábil movimiento de su espada y la magia de guerra practicada durante mucho tiempo, formo un poderoso tifón que noqueó a la mayor parte del grupo que atacaba. Dos guerreros más junto a ella aprovecharon para rematar a un par de brujos, mientras la semielfa se lanzaba contra una conjuradora que había logrado evadir el efecto del golpe y huía del lugar.
Pero antes de poder alcanzarla, unas fuertes hiedras crecieron inesperadamente a sus pies, deteniendo su marcha; un fuerte golpe en su espalda la arrojó al suelo, y lo último que vio fue un martillo de dragón sobre su cabeza.
x - x - x - x
Aunque cruzó la puerta apenas 5 segundos después que la guerrera, la oleada de alsirios le impidió encontrarla entre los pocos aliados que rodeaban a los guardias. Elevando su concentración al máximo, logró clavar una de sus flechas entre los ojos de una bruja antes de correr hacia los árboles más cercanos. Buscando una posición que le asegurara un rango óptimo de ataque, alcanzó a ver una figura pequeña en el suelo a sólo unos metros de donde se encontraba, siendo brutalmente atacada por un guerrero uthgar.
Reconociendo a su querida amiga en la joven atacada, tomó una flecha de su carcaj y la imbuyó en antigua magia para que mordiera como venenosa serpiente; retrocediendo para mantener el blanco, lanzó letales saetas al bárbaro hasta verlo caer muy cerca de él.
Corrió junto a su amiga y, agachándose junto a ella, buscó desesperadamente a su alrededor, hasta lograr ver a Anyelis y Ananké cerca de muralla. A gritos logró llamar su atención, en el preciso momento en que un grupo de enemigos se dirigía hacia él. Protegido por la magia y el demonio de su tutora, comenzó a atacar y mantener a distancia a los alsirios, mientras la joven conjuradora intentaba reanimar a su hermana.
De forma sorpresiva, el Zarkit de un joven conjurador enemigo corrió a su lado y comenzó a atacar a quien originalmente lo invocara; un par de relámpagos y rocas cayendo del cielo llamaron su atención hacia el brujo ignita que llegaba junto a ellos. Antes de poder preguntar cómo había conseguido un báculo y logrado salir del reino, Enlil tomó en brazos a su amiga y ordenó la retirada del grupo.
Sin discutirle, lanzó un par de flechas para distraer a sus enemigos y corrió junto a las conjuradoras hacia el lado seguro del muro.
x - x - x - x
Llevaba ya varias horas sentado observándola. Los golpes del bárbaro habían provocado numerosas heridas internas en la semielfa que su hermana y Anyelis tardaron en curar. Para asegurar su recuperación, le indujeron un sueño mágico para permitir a su cuerpo descansar y recuperar fuerzas.
Luego que las magas y Belnazzar iban a las habitaciones que habían alquilado en la posada de la ciudad, Enlil se quedó junto a la guerrera, velando su mágico sueño. Tonos violáceos marcaban las zonas del rostro y cuello (no protegidos por la armadura) que habían recibido parte de la brutal paliza y que oprimían el corazón del mago.
Acercó una mano al rostro de la semielfa y acarició su mejilla, provocando un estremecimiento en la joven; estrechó la mano de la guerrera y la acercó a su rostro, para besar suavemente sus dedos. Inconcientemente, Climene se había convertido en algo más que una amiga para el brujo ignita, y aunque ella no correspondiera sus sentimientos, y aunque tuviera que desafiar a todo el reino verde, haría lo que fuera necesario para que la joven jamás volviera a estar en una situación similar.
x - x - x - x
Un fuerte dolor en el abdomen fue lo primero que llamó su atención al despertar. Quiso llevar su mano al lugar adolorido, pero una presión sobre ella le indicó que algo la sujetaba. Al abrir los ojos, encontró Enlil dormido en una silla junto a su cama, y sujetando fuertemente su mano.
Se sonrojó, y el dolor en su abdomen pasó a un extraño cosquilleo en el estómago. En ese mes había descubierto que el mago ignita le gustaba, más de lo que cualquier otro hombre le había gustado antes. Serio y correcto, pero con un oculto humor que surgía estando a solas con su pequeño grupo; completamente preocupado por su hija, era capaz demostrar la misma preocupación por las personas que aprendía a apreciar y querer en este reino; amable, educado, fiel a sus creencias... el brujo se había ganado el corazón de la semielfa en los pocos días que llevaban juntos en Syrtis.
Aguantando el dolor al moverse, se acercó a la orilla de la cama y acercó la mano que retenía la suya a su pecho. Acariciándola, se acurrucó, y dejó que su cuerpo retomara el descanso que necesitaba.
x - x - x - x
La noticia de la escapada de Enlil a ZG durante al asedio alsirio llegó rápidamente a oídos del consejo. Aunque la violación a la prohibición de usar su magia no era del agrado de los nobles, su actuar durante el combate, y el arriesgarse para salvar a una de las guerreras del reino era un hecho que ya era comentado (y alabado) por muchos, y que los llevaron a dar algo más de libertad al brujo ignita.
A una semana del combate se encontraban de regreso en Dohsim. Mientras Enlil era asediado por niños y jóvenes del pueblo, que ahora veían en él no sólo la posibilidad de aprender sus primeros pasos en la magia, sino también la oportunidad de practicar y aprender algunos secretos ignitas. Abrumado por tanta atención, el elfo no tuvo más remedio que prometerles algunas lecciones a la semana a los más jóvenes aprendices de la aldea.
Climene observaba desde el balcón de su pieza. Comenzaba a caer la tarde, y el sol teñía de rojo el cielo sobre el mar, que brillaba reflejando los tonos carmesí de su contraparte.
Durante esa semana, antes de regresar al pueblo, Enlil no se había separado en ningún momento de ella. Cada vez que rozaba su mano aquel cosquilleo en su estómago regresaba; cuando la ayudaba a levantarse o a sentarse, acercando su cuerpo al suyo, debía luchar para no sonrojarse. No sabía exactamente qué sentía el mago, pero cada gesto que tenía hacia ella le hacía pensar que quizás, sólo quizás, era correspondida.
Observó el sol ocultarse en el mar mientras dejaba escapar un suspiro...
- ¿Por quién suspiras? - aquel suave susurro en su oído la asustó. Volteó rápidamente, encontrando al dueño de sus pensamientos muy cerca de ella.
Y su rostro tomó un rojo más brillante que el de la bandera ignita.
- ¿Suspiras por mí? - preguntó en voz baja, acercándose más a la joven. Ella no respondió, aunque la expresión de su rostro lo decía todo. Tomó su cintura y acercó su rostro al de la semielfa - ¿Suspiras por mí, pequeña? - acercó sus labios a los de la joven.
- Sí, suspiro por ti – susurró Climene, antes de ser besada por el brujo. Llevó sus manos al cuello del mago, quien profundizó el beso mientras llevaba sus manos a la espalda de la joven.
(1)Adaptación de Heunya Hautar Luine Nénnssen
Un día cantaré en la playa
libre entre las gaviotas.
Y encontraré tu voz cálida
y encontraré tus ojos amantes
sábado, 15 de agosto de 2009
Cap. 12 - Lucha
lanc i dalaf.
Mâb le i nagor.
Dorthach vi mar han?
Dagrathach go hain? (1)
Llevaban casi un mes desde la llegada del brujo, y de la aceptación del consejo de darle asilo en tierras syrtenses. Durante ese tiempo Climene no había salido nuevamente a ZG, quedándose junto a su madre y su hermana en su casa en Dohsim, en donde alojaban Enlil y su pequeña.
La llegada del ignita por alguna razón no había sido bien recibida por algunas personas de su clan. Aún cuando conocían la amistad de la guerrera con el mago desde su primer encuentro, muchos no aprobaban su nueva cercanía con la joven y su presencia en el reino. Llego el momento en que la semielfa debió tomar una decisión, y ante la salida de su joven amigo Belnazzar del clan por algunas diferencias, se retiró del grupo junto a su hermana.
Y ahí estaban, compartiendo un momento familiar en la playa de Dohsim: Climene y Ananké jugando con la pequeña Nilil junto al agua, mientras Enlil conversaba con Amarië, la madre de las jóvenes; junto a ellos, Belnazzar (ya casi oficialmente adoptado en aquella familia) tomaba una siesta acompañado de la enigmática maga que solía acompañarlo y cuidarlo desde hacía un tiempo.
En aquel mes Enlil había logrado dominar casi completamente la lengua del reino verde (tarea que le era más complicada a su pequeña hija), y aunque extrañaba el poder practicar la antigua magia a la que estaba atado (ya que una de las condiciones para permitir su estadía, era una temporada de prueba sin poder hacer uso de ningún hechizo), había aprovechado el tiempo estudiando algunos antiguos textos que había sacado de su reino, y comparándolos con los que Ananké le había conseguido.
Estudiaba la forma en que los antiguos exiliados habían oscurecido su piel. Como una protección ante el ardiente sol de Ignis (además de diferenciarlos de quienes los habían expulsado de aquellas verdes tierras), la oscura piel de los elfos nigromantes era parte ya de su orgullo, y los hechizos que permitieron el cambio prácticamente se habían perdido en el tiempo. Pero Enlil deseaba encontrar una forma de revertir el proceso, para dar a su hija la oportunidad de crecer como una semielfa más del reino de Syrtis.
- Enlil – la joven guerrera se acerca al mago llevando a la pequeña de la mano.
- Dime, Wilwarin (2) – el sonrojo de la semielfa al ser llamada así es casi imperceptible. Enlil sólo sonríe al ver la reacción de la chica.
- Iremos a Raeraia a buscar la nueva túnica que Ananké encargó a Tyria, y pensé que quizás quieras acompañarnos. Tengo entendido que Dardel tiene algunos textos sobre el exilio de los nigromantes, y es probable que encuentres algo que te pueda servir.
El mago se toma un par de segundos antes de aceptar. Aunque sabe que Nilil se encuentra segura dentro de las murallas del reino, los años de preocupación pasados en Ignis son difíciles de olvidar. Finalmente, luego de acompañar a Amarië y a la niña a la antigua casona en que vivían, el grupo (al que se ha unido un aún adormilado tirador y una silenciosa maga) parte rumbo a la ciudad.
Les toma casi medio día llegar a Raeraia, en donde se separan. El brujo junto a la maga buscan a la encantadora de la ciudad, para intentar averiguar sobre los textos que posee. Belnazzar y Climene buscan al herrero, con la esperanza de encontrar alguna pieza nueva para sus armaduras. Ananké se detiene junto a la sastre de la ciudad, y luego de probarse su nueva túnica acepta la invitación de la otra joven de quedarse a beber algo para conversar.
Media hora de tranquilidad en la Frontera Norte que no dura demasiado.
- ¡Alsirios, alsirios en muralla! - se escucha el grito de un joven cerca de la puerta norte de la ciudad. Rápidamente los pocos guerreros que se encuentran en el lugar se acercan al bárbaro.
- ¿Cuantos enemigos y en que sector se encuentran? - Le pregunta Jerome sin siquiera permitirle tomar un respiro.
- Más de 400 alsirios se acercan a la puerta del reino desde los montes camino a Algaros. Al menos son los que pudo rastrear el caza con el que estaba. Se quedó en la zona para ver si lograba determinar el número exacto mientras yo venía con la noticia.
- ¡Todos los guerreros en la ciudad prepárense para combatir en muralla! Lleven a los niños a los refugios y cubran... - Fatha comenzó rápidamente a dar órdenes y dirigir el movimiento de la ciudad. Climene, Belnazzar y Ananké partieron junto a las tropas que marcharon a la puerta. Anyelis se quedó atrás.
- Sabes que no te dejarán ir – le dijo al brujo, al ver la expresión de su rostro.
- Lo sé y no me gusta. Vine a esta tierra en busca de asilo, y estoy dispuesto a luchar para asegurar una buena vida de mi hija. Pero me atan de manos cuando podría ir a ayudarle.
- Lo siento – fue lo único que respondió la maga antes de partir tras los últimos guerreros que salían de la ciudad.
Pocos minutos después el ruido de la batalla podía oírse desde la ciudad. De pie en la entrada, cerca de los guardias, Enlil recordaba la historia que Amarië le contará poco después de llegar: la vida de las chicas en Raeraia, cuando recién se conocieron, el primer asedio alsirio al reino, la ciudad arrasada y el padre de las jóvenes muerto en las afueras de Raeraia...
Cuando los primero heridos comenzaron a llegar, el brujo tomó una decisión: corrió al hogar de Dardel y aprovechó su ausencia para tomar el primer báculo de buen poder que encontró, y se dirigió a las murallas que protegían al reino del conflicto. Al llegar al lugar encontró una escena dantesca: los pocos guerreros que se encontraban en la ciudad eran masacrados por una horda alsiria que arrasaba con todo lo que se encontrara a su paso, deseosos de llegar a la enorme puerta y derribarla a golpes bestiales.
Ennoah, la joven encargada de controlar la magia que permitía a los syrtenses atravesar la muralla a salvo, se mantenía acurrucada y temerosa en un rincón protegida por dos de los guardias y un brujo aliado. Aunque se encontraba aterrada, no estaba dispuesta a cruzar la muralla y abandonar a sus compatriotas sin una opción de regresar a la seguridad del reino.
Invocó el antiguo terror y arrojó al suelo a gran cantidad de enemigos que se acercaban hacia la puerta, quienes fueron rápidamente rematados por los guardias y los pocos guerreros que se mantenían en la zona. Con un par de relámpagos y unas cuantas rocas ígneas se abrió camino hacia el teletransportador que llevaba al castillo.
Y junto a un árbol, la pequeña guerrera se encontraba inconciente, siendo protegida únicamente por un joven tirador, una conjuradora y su demonio, mientras era atendida por su muy asustada hermana.
Con una furia que en el momento no pudo entender, y apenas dándose el tiempo de levantar las protecciones mágicas mínimas que cualquier mago conoce, se lanzó contra los enemigos que asediaban al pequeño grupo: robando la invocación de un uthgar la dejó como apoyo para el arquero, mientras comenzaba a utilizar todo su arsenal de hechizos y maldiciones para alejar y acabar con cuanto alsirio se les acercara. Dándose un segundo para pensar, y dándose cuenta de que lo único sensato era salir del lugar lo más rápido posible, invocó nuevamente aquel viejo truco que lanzó al suelo a sus enemigos alsirio; tomando a la inconciente semielfa en brazos, le ordenó al resto seguirlo rumbo a la puerta.
Cuando la magia de la joven transportadora los llevaba hacia el interior, lograron ver a lo lejos las tropas que llegaban desde los fuertes y el castillo para defender al reino. Detrás del muro, centenares de guerreros syrtenses se preparaban para salir en una oleada que sorprendiera a sus enemigos.
Pero nada de eso importaba. El brujo ignita sólo tenía en mente llegar lo más rápido posible a la ciudad, aferrando fuertemente el cuerpo de la guerrera entre sus brazos.
(1)Entmoot, de la película The Lord of the Rings
Los bosques están ardiendo,
el suelo yace desnudo.
La guerra está sobre ti,
¿Eres parte de este mundo?
¿Te unirás a su lucha?
(2) Mariposa
lunes, 3 de agosto de 2009
Cap. 11 - Refugio
Si boe ú-dhanna.
estelio han, estelio veleth.
Teliach nad, estelio han. (1)
Los dos últimos días se había dedicado a recorrer la zona de guerra de su reino, evadiendo astutamente a los enviados de los Goldenheart. No tenía ganas de pararse frente a un grupo de nobles con nula experiencia en guerras reales, para explicar su relación con el brujo ignita.
Se había detenido un par de minutos junto al transportador que permitía a los guerreros que se encontraran dentro del reino llegar rápidamente al castillo para defenderlo de posibles ataques. Llevaba medio día recorriendo la zona cerca de la puerta, atenta a cualquier movimiento enemigo. Sin embargo, ni alsirios ni ignitas se habían asomado en varias semanas desde la derrota de la tropa del ejército azul.
Se levantó, decidida a llegar al castillo por el camino largo. Tomó su lanza y su escudo y comenzó su caminara hacia el Este. A los pocos minutos pudo ver a una alta figura de caminar lento frente a ella. Sonrió al reconocer a Lobo, y notar en su caminar que los rumores que decían que Masterclan había continuado la celebración del Ehtele'mele por su cuenta eran correctos. Decidió seguirlo sin llamar la atención, por si llegase a necesitar algo de ayuda al encontrar a algún enemigo.
Casi llegando al inicio de la playa, logró ver a la distancia una figura caminando lentamente rumbo a la muralla. La verde túnica de la Muerte Alada lo señalaba como brujo, y su oscura piel su origen: Ignis. Sin embargo, su lento caminar, y un extraño bulto a su espalda indicaba que no estaba preparado para combatir.
El bárbaro frente a ella también lo vio, y tomando su martillo hizo brotar su sed de sangre y embistió hacia su enemigo. Sin embargo, el metálico sonido al chocar su arma contra un escudo le hizo notar que su golpe no había alcanzado a su objetivo.
Frente a él, la joven guerrera levantaba su defensa, protegiendo al sorprendido brujo. Cuando iba a reclamar a su amiga su acción, notó el bulto que el elfo llevaba en la espalda.
Una asustada niña de no más de 5 años, de puntiagudas y cortas orejas y piel levemente oscura.
Una semielfa ignita. Una niña prohibida.
- Sorpresa sorpresa – fue lo único que pudo decir, atontado por lo extraño de la situación (y por el alcohol que aún corría por sus venas).
- Alma, Enlil (2) – saludó Climene a su amigo - ¿Qué te trae por aquí?
- Alma, mellon nîn (3)– respondió el ignita – He venido buscando refugio.
La semielfa lo observó por unos segundos, para luego poner atención en su aturdido amigo bárbaro.
- Lobo, él es Enlil. Viene a pedir asilo en nuestro reino – el guerrero se queda mirando a la chica, como tratando de procesar la información. Luego de unos minutos, lo único que tiene claro es que debe dejar de beber cuando se encuentra en la zona de guerra. - Vayamos al muro – es lo único que dice, dando media vuelta y encaminando sus pasos hacia la puerta del reino.
La guerrera hace una seña a su amigo para que la siga, tratando de no alejarse demasiado del (mareado) semielfo. Observa a la pequeña en la espalda del ignita, quien trataba de ocultar su rostro entre sus brazos.
- ¿Es tu hija? - el elfo asiente.
- Nilil, ella es Climene, una amiga de tierras syrtenses, quien conoce el antiguo idioma – la niña la mira con sus ojos, y le regala una sonrisa – Su madre murió hace cinco años, en una batalla contra los alsirios en Menirah – la voz del brujo le recuerda aquella conversación en la playa del lago, hace ya exactamente cinco años...
- ¿Es por ella que has tomado esta decisión?
- Ignis es muy diferente a tu reino. Durante décadas, los elfos oscuros han mantenido la pureza de la raza con medidas extremas y estúpidas. Un semielfo no sólo es una deshonra, es una traición a lo que somos y a lo que aspiran las altas cúpulas. Lo único que le espera a mi hija en esas tierras es ser tratada como una paria, y eso si es que tiene suerte. No puedo permitir que la nobleza y la teocracia transformen la vida de mi pequeña en un infierno: prefiero traicionar a mi reino y buscar asilo en Syrtis, en donde no la discriminarán por ser una semielfa.
Climene había oído hablar de las restricciones existentes entre los elfos oscuros, para preservar la pureza de su raza, pero jamás pensó que podrían llevar a alguien a traicionar a su gente sólo para dar seguridad a sus hijos. Si bien la curiosidad que su amigo le generaba había sido en gran parte satisfecha de forma rápida, en lo único en que podía pensar era en la dura vida que debió llevar en estos años, criando a una niña rechazada por los suyos.
Llegaron a la gran puerta que protegía las tierras de su reino, y tras convencer a los guardias lograron entrar junto a brujo y su pequeña. Escoltados por varios syrtenses que los vieron llegar (desconfiados ante la presencia del ignita), dirigieron sus pasos hacia Fisgael, la capital de la república.
Aunque Lobo los dejó antes de iniciar su camino: algo sobre su clan y un cuarto en Raeraia fue lo poco que lograron entender entre el enredo de sus palabras. Enlil reía disimuladamente: de no llevar a su pequeña, se habría divertido un rato luchando contra aquel guerrero en aquel estado.
Caminando junto a su padre (y fuertemente aferrada a su mano) la pequeña observaba todo con emoción: los altos árboles del bosque de Myil y el brillante verde de las praderas de la Frontera Norte eran un espectáculo sin comparación para aquellos inocentes ojos. En lo alto de una meseta un enorme escarabajo observaba al grupo cruzar la unión de los tres caminos; asustada por los cíclopes que rodeaban las Colinas Esmeraldas, tomó la mano de la guerrera y tironeo hasta acercarla más a ella, protegiéndose entre los dos adultos.
Sus compatriotas, que caminaban detrás de ellos, no miraron con buenos ojos esta acción. Los tres, de la mano, caminando tranquilamente, era una imagen demasiado familiar (4) para un par de ignitas y una syrtense.
Al llegar a Fisgael, vieron a Larissa y su hija esperándolos junto a los guardias de la entrada Este; ignorando la desaprobatoria mirada que le diera la general, Climene llevó a Enlil y su hija frente al consejo. Sabía que en la ciudad no había nadie que conociera el antiguo idioma, lo que la convertía en la única intérprete capaz de traducir las palabras de Enlil, por lo que era casi imposible que la altiva Goldenheart pudiese tener el gusto de interrogarla a solas mientras el consejo y la nobleza de Syrtis la necesitara para hablar con el elfo oscuro.
Y bajo las curiosas miradas de los habitantes de la ciudad, los tres entraron en el edificio central. Solos.
(1)Evenstar, de la película The Lord of the Rings
Este no es el fin, sino el comienzo.
Ahora es necesario no caer.
Confía en esto, confía en el amor.
Tú significas algo, confía en esto.
(2) Salud, Enlil
(3) Salud, Amiga mía
(4) Este familiar no va en el sentido de conocido, sino de Familia.
Cap. 10 - Primavera
Salquentar líreion
Tucuvatyen nandeletye
Ar náuvatye quentaro
Vanye nyaro elenen (1)
Gracias a la información extraída a los prisioneros alsirios, y a la excelente coordinación de varios clanes de la República, se logró detener un ataque coordinado a ambos fuertes y castillos, que buscaba debilitar las principales defensas de Syrtis para caer luego con gran fuerza contra el gran muro y entrar al reino.
Con la confianza dada por esta victoria, sumado a una reciente baja de agresividad desde Ignis, los syrtenses se prepararon para el Ehtele'mele (2), principal festividad que celebraba la llegada de la Primavera y el renacer de la vida, y que permitía a los cansados guerreros olvidar por un día las penurias de la guerra.
Fisgael, la ciudad capital, se encontraba adornada con verdes ramas (traídas desde los distintos bosques del reino), flores y frutos de la estación; las jóvenes solteras (tanto civiles como aquellas que hacían de la guerra parte de su vida) lucían cortas y ligeras túnicas, y coronas floridas tejidas por ellas mismas. Los jóvenes buscaban a sus amadas, o a aquellas amigas o compañeras de batalla más leales, y les obsequiaban brazaletes hechos con ramas de madreselva (4), representación del cariño que les profesaban.
La comida era compartida en forma abundante, junto al aguamiel y el miruvor (3), mientras los talentosos bardos, elfos y alturian, llenaban el ambiente con su música, invitando a los presentes a compartir con alegres y enérgicas danzas en los alrededores de la ciudad.
Cerca a la Puerta Este (5), frente a las caballerizas, Luca daba el bajo a una botella de vino de Dohsim, mientras entusiasmaba a algunos novatos para aprovechar de gastarle un par de bromas al siempre estirado Irehok; junto a el Lobo, no muy amigo de las festividades y de las reuniones masivas (y que había sido arrastrado a la ciudad por sus compañeros del clan), se reía a costa de Lloid y sus frustrados intentos de conquistar a una hermosa elfa (mucho mayor que él, aunque el joven cazador aún no se daba cuenta de este detalle).
El clan de las Perras se había unido y preparado para llevar a esta festividad a Belnazzar, quien se encontraba con el corazón roto tras ser traicionado por la mujer que amaba. Los miembros del clan se habían puesto de acuerdo para acompañarlo y levantarle el ánimo, pero antes de poder ejecutar su plan Mig Rog, uno de los mejores amigos del joven tirador, lo tomó sorpresivamente para arrastrarlo por toda la ciudad, mientras coqueteaba con cuanta elfa y semielfa se le cruzara por delante.
El pobre semielfo intentaba mantenerse al paso del enérgico bárbaro, pero deseoso de poder encontrar alguna chica que de una vez por todas prestara atención a su amigo, y así poder descansar en algún rincón tranquilo; al cruzar (por enésima vez) frente al altar en donde muchas jóvenes parejas aprovechaban de tomar votos matrimoniales durante el Ehtele'mele, logró ver a Climene, de pie junto a algunos de sus amigos, quienes le impedían ver los desesperados gestos del arquero.
Resignado ya a continuar el suplicio de acompañar a su amigo en sus (intentos de) conquistas, logró ver algo que le dio la excusa perfecta para alejarse del bárbaro: Gatuno, el joven cazador del clan, llevaba de la mano a su novia, Gatuna, hacia el altar fuera de la ciudad. Inmediatamente los miembros del clan rodearon a la pareja, para verlos pronunciar los votos nupciales, mientras ataban sus manos con un lazo blanco como símbolo de su unión (6).
Antes de que el bárbaro lograra llevarse a Belnazzar, Climene tomó al tirador de un brazo y lo llevó junto a las chicas del clan, quienes comenzaban el festejo por los novios danzando cerca de los bardos. El tirador hizo un gesto de aflicción al verse arrastrado al centro del baile.
- O pretendes intentar bailar con nosotras, o Mig te llevará a recorrer nuevamente Fisgael – le susurró la semielfa al oído, lo que logró cambiar el rostro del joven, quien intentó mostrarse entusiasmado por la situación. Sin embargo, tras sólo ver sus primeros intentos de seguirles en el baile, las chicas decidieron que lo mejor para todos sería dejarlo con el resto de los hombres del clan. Al verse libre de las chicas y de su viejo amigo, Bel se acomodó rápidamente junto a Maipucino y Poison Arrow, lo más oculto posible de la vista de los demás.
Cuando se cansó de bailar junto a sus amigas (y de molestar a la nueva novia), Climene se acomodó junto a uno de los muros de la ciudad, dispuesta a disfrutar de un poco de paz y una copa de miruvor. Su soledad, sin embargo, no duro demasiado, ya que Lobo aprovechó de alejarse de la masa y sentarse a su lado.
- Hola Lobito – dijo la guerrera mientras bebía otro trago de su bebida. El bárbaro sólo hizo un gesto con su cabeza, y brindó a su vez bebiendo de la botella de vino que había logrado quitarle a Luca.
- Alguien de tu clan me comentó que te encontraste nuevamente con el brujo ignita – directo al punto, pensó la semielfa mientras bebía otro poco, sin mirar al guerrero – no quiero ser demasiado insistente – no me digas – pero nos gustaría saber si averiguaste algo de sus planes, o el porqué de pronto se han vuelto tan pasivos. Llevan ya tres o cuatro días sin aparecer por nuestras tierras.
- Honestamente, no se más que el resto de ustedes -respondió ella, mirando fijamente su (ahora) vacía copa - Ignis aún intenta hacerse con las gemas (al igual que Alsius) y controlar al Dragón Dorado. Y a Enlil lo vi antes del ataque alsirio, hace más de una semana, antes de que sus compañeros detuvieran sus ataques de forma tan brusca – Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que el semielfo se levantó con calma.
- ¿Sabías que la conjuradora que llevaste a Eferias te vio hablar con el ignita? - Climene levantó su mirada, la sorpresa reflejada en sus ojos: ella había creído que la alsiria se encontraba inconciente durante su encuentro con el brujo – He oído que los Goldenheart quieren hablar contigo: su fuese tú, no me quedaría en la ciudad al terminar las celebraciones – le dijo antes de marchar junto a su clan, quienes ya comenzaban a prepararse para regresar a la zona de batalla.
Rápidamente abandonó su refugio junto al muro y fue en busca de sus cosas. Antes de que el atardecer cubriera Fisgael, la joven guerrera partía rumbo a Herbred junto a los miembros de su clan.
x - x - x - x
Mucho más lejos, en una ciudad rodeada de rojas arenas, sus habitantes no estaban celebrando. Gente murmurando en cada esquina, extraños rumores nacidos de la desesperación, y el movimiento de decenas de soldados y civiles preparándose para recorrer las tierras del reino agitaban el lugar.
En una casa en las orillas de la ciudad, un hombre terminaba de empacar algunas cosas, observado fijamente por un par de pequeños ojos.
- Mani marte, Ada? (7)
- Nos vamos, sellnin (8). Marchamos en busca de un verdadero hogar.
(1)Poema Salquentar líreion
Tu corazón es un niño pequeño
pastor de canciones
Te traeré los acordes de tu arpa
y serás narrador
de bellos cuentos para las estrellas
(2) Equinoccio de Primavera
(3) Licor ligero destilado por los elfos.
(4) Madreselva, representa la fraternidad, los lazos de amor y de afecto.
(5) La orientación de las puertas está considerada desde el punto de vista de alguien parado en la plaza de Fisgael, mirando hacia el edificio de los nobles.
(6) Dentro de la Wicca o neopaganismo, la ceremonia de matrimonio es conocida como la Atadura de Manos, y suele realizarse durante la celebración de Ostara (Equinoccio de Primavera) o Beltane (festividad asociada al verano).
(7) ¿Qué ocurre, papá?
(8) Hija mía
viernes, 19 de junio de 2009
Cap. 9 - Reencuentros
Mathach vi geven?
Nostach vi `wilith?
Mâb le i nagor,
Bâd gurth vi ngalad firiel.(1)
Habían pasado ya algunos años desde aquella conversación con el brujo ignita, en donde descubrió más de lo que podía imaginar sobre la guerra. Durante la mayor parte de ese tiempo las cosas no habían cambiado, pero hacía unos pocos meses que habían notado un considerable aumento las avanzadas ignitas, que cada vez tomaban más confianza y manejaban mejor las batallas en tierra syrtense. Los alsirios, en cambio, habían disminuido sus ataques, sin que nadie pudiese descubrir la razón tras esta extraña actitud.
El Clan de Perras se había movilizado hacia Puente Blanco, siguiendo a un pequeño grupo alsirio que rastrearon desde
- ¿Algo? - preguntó uno de los caballeros, al ver a los cazadores detenerse buscando alguna señal.
- Dos rastros distintos – dijeron a un mismo tiempo los gatos, cada uno señalando hacia la misma dirección.
- Tal parece que los azules están siendo cazados por ignitas... se puede ver un nuevo grupo de huellas sobre la de los alsirios, y los superan en número – explico
- Sigamos adelante, aún si logramos llevarnos a un alsirio vivo será suficiente para que en Eferias logren sacarle algo de información – dijo Luis, mientras el resto del grupo asentía. Cualquier información que ayudase a descubrir los planes de sus enemigos era de vital importancia, por lo que no estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad de hacerse con al menos un prisionero.
Por cerca de media hora continuaron su camino, desviándose finalmente hacia la zona del pantano. Apenas y se habían internado en el sombrío lugar cuando el conocido sonido de una batalla llamó la atención del grupo. Se acercaron con cuidado, ocultos entre la vegetación, para descubrir al grupo alsirio siendo sometidos por unos 10 ignitas. Los arqueros pusieron una flecha en sus arcos, mientras los guerreros se prepararon para avanzar hacia el grupo.
Con rapidez, Devastación y Meylin invocaron aquella antigua ilusión que sometió a sus enemigos en un profundo terror que los arrojó al suelo; de forma inmediata los guerreros corrieron al centro del grupo: Climene realizó un movimiento con su lanza para mantenerlos en el suelo, mientras Luis y Maipucino remataban a los conjuradores ignitas, movimiento necesario para debilitar a dicho grupo.
Los cazadores comenzaron a enredar con sus flechas los pies de los alsirios, para impedirles la huída, mientras el tirador y los brujos atacaban a los rojos que intentaban sobreponerse a la arremetida. Mientras acababan a los ignitas y rodeaban al resto de sus enemigos, Climene vio a una conjuradora alsiria correr entre los árboles, aprovechando la bruma verdosa del lugar para pasar desapercibida. Confiando en la diferencia de poder, la guerrera se separó del grupo para perseguir a la maga.
Cuando estaba a pasos de alcanzarla, un rayo cayó desde el cielo sobre la chica, dejándola malherida. Débil e incapaz de defenderse, Climene sólo necesitó un suave golpe en la nuca de la alsiria para noquearla.
- Aaye (4) – dijo alguien a su espalda. Al voltear, pudo ver a aquel brujo ignita con el que conversara en aquella playa, hacía ya un buen tiempo.
- Aaye – respondió ella con una sonrisa – Nae saian luume' (2) – dijo mientras terminaba de atar las manos de la conjuradora que se mantenía inconciente a sus pies.
- Demasiado tiempo en una guerra demasiado larga – dijo él, mientras se acercaba. Sintiéndose segura en compañía del mago, Climene se sentó en una roca cercana para ajustar su armadura y descansar antes de partir al castillo junto a su prisionera - ¿Es una nueva política de tu reino, no matar, sino hacer prisioneros? - preguntó el elfo, extrañado por la decisión de la semielfa de atar a su enemiga en vez de terminar con ella.
- Es una vieja política de todos los reinos, Enlil, me extraña que no la conozcas – le respondió ella, mientras soltaba su pechera para poder respirar con mayor facilidad. La pesada armadura era realmente útil para bloquear los ataques enemigos, pero se transformaba en una pesadilla tras muchas horas de batalla o largas caminatas – Alsius ha estado demasiado tranquilo en los últimos meses, y eso tiene preocupado a toda la república, en especial al consejo. Creemos que un poco de buen incentivo nos ayude a convencer a estos jóvenes prisioneros a contar algunas de las razones de su inactividad.
- Demasiados tranquilos es decir poco. Desde hace un mes que nuestras tropas han realizado fuertes ataques a su castillo y al fuerte Aggersborg, y hemos encontrado una mínima resistencia. Nuestra gente también sospecha de algún movimiento especial tramado por los azules, y ya se están preparando para enfrentar un ataque fuerte – comentó Enlil mientras se sentaba junto a la guerrera.
Se quedaron unos minutos en silencio, disfrutando de la tranquilidad que brindaba aquel oscuro lugar.
- ¿Aún pretenden tomar todas las gemas? - preguntó la semielfa, mientras observaba a la alsiria a sus pies, asegurándose de que aún no despertara.
- Eso me temo. Nuestros nobles han logrado convencer al pueblo de que es el deseo de los Señores (6) el capturar las gemas para dirigir la guerra a nuestro favor – el brujo bajó la mirada, fijando la vista en sus manos vacías - No importa qué deban sacrificar para lograrlo, lo único que les interesa es mantener su poder, y controlar a los otros reinos con él.
Climene no quiso mirarlo. Al igual que en su último encuentro, la voz del mago mostraba una profunda tristeza, desánimo y algo de rencor. Nuevamente se quedaron en silencio, hasta que cierta incomodidad obligó a la guerrera a mirar al brujo: este había cambiado la dirección de su mirada, y la observaba con atención.
- ¿Qué se siente? - le preguntó. La joven hizo un gesto de confusión - ¿qué se siente ser semielfa?, ¿no ser parte de una raza ni de otra, sino una mezcla? - el tono de voz, aún más que la pregunta en sí, la sorprendió.
-¿Qué se siente? - repitió la pregunta, aún tratando de entenderla. Para ella, el ser semielfa era tan normal como ser elfa o humana: no había diferencia – No lo sé... jamás me había preocupado de algo así. Jamás me he sentido diferente, ni de mi hermana (que es elfa), ni de mis amigos, humanos o elfos. Jamás he sido discriminada, ni tampoco los otros semielfos que conozco.
El brujo regresó la vista a sus manos, mientras la guerrera se acercaba a la joven alsiria, quien parecía que comenzaba despertar.
- Tenna rato – dijo el elfo mientras tomaba su báculo y se acercaba al camino – Nai ayuval maara (6).
- Tenna rato – respondió Climene, mientras veía como se perdía en el pantano. Dando un par de ligeros golpes en las mejillas de su prisionera logró despertarla por completo, para luego levantarla e iniciar el camino hacia Eferias.
(1) Entmoot (canción de la película ESDLA, Las Dos Torres)
¿Lo sientes en la tierra?
¿Puedes olerlo en el aire?
La guerra está sobre ti,
la muerte se mueve en la luz que desaparece.
(2) Gatuna y Gatuno
(3) El carcaj o aljaba es una caja o cilindro de piel, madera o tela usada por los arqueros para llevar las flechas, permitiéndoles alcanzarlas con facilidad y rapidez.
(4) Saludos
(5) Ha pasado mucho tiempo
(6) Ojala estés bien
sábado, 13 de junio de 2009
Cap. 8 – La Esperanza del Elfo
Syrtis la bella, flor de amanecer?
Escondida del miedo y la sombra,
aquel que te nombra comienza a creer.
¿Dónde estás, fortaleza rotunda,
lágrima iracunda de mi despertar?
Mientras siga tu llama encendida
la fuerza y la vida no se han de apagar. (1)
Hacía ya muchas décadas que, tras la lucha contra los ígneos, los ahora elfos oscuros fuesen exiliados de las verdes tierras de Syrtis. Si bien aún mantenían el deseo de recuperar la tierra que añoraban, los combates entre el reino escarlata y el esmeralda no eran muy frecuentes. De hecho, durante años lograron varios momentos de tregua para unir fuerzas contra las tropas alsirias, ansiosas de ampliar si imperio tomando las tierras que ambos reinos habitaban,
Durante dichas treguas, Narmo (2) había aprendido mucho de la nueva lengua nacida entre los habitantes del reino de Ignis, lo que le era de mucha utilidad estando prisionero en Meleketi. Hacía ya un par de semanas que con su grupo fueron capturados y llevados a esa apartada zona portuaria del reino rojo.
Tomó entre sus manos el medallón que colgaba de su cuello, grabado con el viejo emblema familiar, intentando evocar con su tacto aquello que había dejado atrás: su hogar en Raeraia, su adorada mujer, y la pequeña niña de sus ojos.
Mira niñita
te voy a llevar
a ver la luna
brillando en el mar
mira hacia el cielo
y olvida ese lánguido temor
que fue permanente emoción (3)
Comenzó a cantar aquel arrullo creado por su esposa para su pequeña, tratando de imaginar que se encontraba con ellas, descansando en la playa cercana a la ciudad, en vez de en esa oscura prisión.
- ¿De qué es esa canción? - una ligera voz lo sacó de sus pensamientos. Cerca de la celda, medio oculto por unos viejos barriles guardados en un rincón, pudo ver al hijo del capitán de guardia de las mazmorras. No tendría más de 6 o 7 años, y lo observaba con seria curiosidad.
- Es hogar, y amor – respondió acariciando el medallón. El pequeño lo observaba sin moverse de su escondite - ¿Qué haces en este sitio? No es el lugar para un niño.
- Da igual. Aún no tengo edad para iniciar el entrenamiento básico en las artes mágicas, y me aburro. Y mi padre jamás nota mi presencia cuando estoy cerca, por lo que no tengo problemas en entrar a este lugar – respondió como si no le importase mientras sacaba un libro y se acomodaba para leer. Pero a las pocas páginas regresó su atención al elfo prisionero.
- ¿Qué es hogar para usted? - preguntó con genuina curiosidad. El syrtense se le quedó mirando unos segundos antes de responder.
- Es el abrazo de la mujer que amo, la risa de mi hija... es la tranquilidad de una tarde en su compañía, y la esperanza de volver a verlas, cueste lo que cueste.
El pequeño elfo lo observó durante unos minutos, para luego regresar su atención al libro, con un gesto de confusión en el rostro.
Durante los siguientes días, junto a sus compañeros comenzó a planear distintas formas de escape de aquellas celdas, de la ciudad y del reino. Al final, decidieron que lo más adecuado era intentar llegar al puerto y tomar una embarcación, y partir rumbo a sus tierras. El problema sería poder salir de aquella prisión y llegar hasta la playa.
Cuando ya creían que no tendrían oportunidad de salir de aquel calabozo una mañana, mientras los guardias distribuían alimentos entre los prisioneros, una fuerte explosión se escuchó desde uno de los extremos de la ciudad. Los gritos de la gente hicieron salir a los guardias para ver lo sucedido, descuidando las celdas... una de las cuales habían dejado abierta.
Una vez que todo el grupo fuera liberado se asomaron con cuidado hacia el exterior del recinto: a la distancia, en la zona cercana a las casas del alquimista y el entrenador de caballeros del pueblo, enormes llamas devoraban las construcciones, y toda persona que podían ver se dirigía hacia dicho lugar para ayudar a controlar el incendio.
Aprovechando la confusión y protegidos por el denso humo que ya cubría aquel poblado, llegaron hasta uno de los muros, escalándolo para caer cerca de la playa, en donde veían un par de embarcaciones cerca del muelle (4). Corrieron hacia el lugar, y eligieron una pequeña goleta anclada más lejos que las demás.
En el momento en que subía al barco, un ruido detrás de el llamó su atención. Al voltear pudo ver al pequeño elfo oscuro de pie observándolo a sólo unos metros de distancia.
- ¿Qué siente un niño que es amado por sus padres? - la pregunta, más que la situación, fue lo que lo sorprendió. Al observar con cuidado al niño, pudo darse cuenta de que su curiosidad era sincera. Verlo ahí, sólo ante un grupo de enemigos, preguntado algo así hizo que su corazón se encogiera.
Se acercó al pequeño, y arrodillándose frente a él, le entregó un viejo anillo, reliquia familiar que siempre llevaba consigo. Luego le regaló una sonrisa, mientras acariciaba su cabeza.
- ¿Cómo te llamas?
- Enlil – le respondió el niño.
- Enlil. Algún día, en unos años más, conocerás a alguien que te amará como nadie en el mundo. Y tendrás un hijo. Él te dará la respuesta – besó la frente del pequeño y se levantó, para subir finalmente a la embarcación.
Durante horas el niño se quedó de pie en el muelle, observando el mar, luego de la partida de la goleta. Al anochecer, con el pueblo ya en calma, volvió a su hogar, con el anillo escondido entre sus ropas.
- x - x -
Llevaban casi una semana navegando, y las pocas provisiones que encontraron en el navío estaban ya por acabar. La mayor parte del grupo creía que habían perdido el rumbo, y que no lograrían encontrar la ruta al reino esmeralda.
De pie en la proa Narmo mantenía la vista fija en las oscuras aguas que los rodeaban. Había encomendado su travesía a Ulmo (5), y confiaba en poder ver en cualquier momento las grandes murallas que protegía su amada tierra, o los montes que rodeaban el antiguo castillo en la península.
Guiado por la posición del sol se aseguraba de que mantuviesen dirección sur, y alzaba la voz con frases de esperanza para sus compañeros. No se dejaría caer: en algún lugar, por esa ruta, se encontraba su reino, su vida y su hogar.
(1) Nuevamente cancioncilla loca. Ya se viene completa.
(2) Lobo
(3) Mira niñita, de Los Jaivas
(4) NO conozco Ignis ni Meleketi, lo escrito aquí es sólo en base a conjeturas, viendo un mapa del poblado en regnumzg y un mapa de Regnum.
(5) Valar, Señor de las Aguas
NO me gusta este capítulo :(. Tenía la idea muy clara, pero fue un parto escribirlo, y no quedó como esperaba. Pero por más que intento ya no se me ocurre nada para cambiarlo :(.
viernes, 12 de junio de 2009
Cap. 7 - Decisión
Ar ilye tier unduláve lumbule... (1)
Era ya de noche cuando regresó a Stone, en donde ya no quedaba casi ningún guerrero en los alrededores. Al entrar al fuerte, pudo ver a una decena dormitando alrededor de la torre, mientras unos pocos hacían guardia desde las tarimas.
Subió silenciosamente la torre buscando algún rincón oscuro y tranquilo para descansar. En lo alto, encontró a su hermana, acurrucada en un rincón cerca de su escudo y su lanza. Con cuidado de no hacer ruido se quitó la pechera y los otros accesorios, y se acomodó junto a la elfa, pasando un brazo sobre sus hombros para abrazarla.
- Amin hiraetha (2) – susurró la joven maga, a medio despertar.
- Ú-moe edhored (3), Onónë – respondió en un susurro similar, mientras abrazaba a su hermana – Aún así, mañana vuelves a la ciudad – la elfa asintió, para acomodarse entre los brazos de la guerrera.
A la mañana siguiente, la conjuradora partió rumbo a Raeraia junto a un grupo de guerreros, bajo la atenta mirada de su hermana. Una vez que cruzaron el mercado rumbo a la muralla, Climene marcho hacia la zona de columnas, en donde sabía que parte del clan se reunía durante las mañanas.
Al llegar encontró a La Dama Blanca en compañía del caballero Maipucino, Belnazzar y Poison Arrow. A la reunión se habían unido además Lobo, Gotten y una conjuradora que no conocía, y que se presentó con el nombre de Har.
Mientras se acomodaba para empezar su desayuno entre sus amigos, sintió las miradas del grupo sobre ella. Tratando de ignorarlas, partió un trozo del pan de viaje (4) que guardaba entre sus provisiones y bebió un sorbo de agua de una botella que estaba en el lugar.
Al levantar la vista, notó que nadie del grupo había dejado de mirarla.
- ¿Qué? - preguntó con fastidio.
- Tienes una hermana – respondió el joven semielfo que conociera al salir a la zona de guerra. Climene abrió los ojos en un gesto de asombro, llevándose una mano al corazón.
- ¡No me digas! - exclamó, fingiendo sorpresa. Un par de risas se sintieron entre el grupo, mientras el rostro del joven se encendía en enojo por la broma de su amiga.
- Tonta – le respondió algo resentido – a lo que me refiero, es que jamás contaste a nadie del clan que tenías una hermana – dijo mientras el resto de los miembros del clan asentía ante esta afirmación. Climene suspiró, mientras sacaba otro trozo de lembas.
- Ananké es la hija de la esposa de mi padre, que vino a vivir con nosotros unos años después de la muerte de mi madre. Es tres años menor que yo.
- ¡Ah!, pero no son hermanas de sangre – comentó Poison – eso explica que no se parezcan.
- Y que tú seas más fea y enana – dijo Belnazzar entre risas, ganándose un fuerte golpe en la cabeza, gracias a la botella vacía y la puntería de la guerrera.
- ¡Anda! Tengo mucho más acierto que tú. Quizás debo convertirme en arquera, es obvio que lo haría mejor que este feo – respondió con malicia la guerrera entre las risas de los demás.
- La trataste muy feo ayer tras el combate – le recriminó la cazadora, tratando de traer la atención nuevamente al tema inicial. Climene comió un último trozo de lemba.
- Ya hablé con ella. Además, es mi hermana, los asuntos pendientes quedan entre nosotros.
- Ya no más – comentó el caballero, quien se había mantenido en silencio. La semielfa lo observó atenta – Dama la reclutó mientras no estabas ayer: como miembros del clan, sus asuntos son nuestros asuntos ahora – Climene hizo una mueca, pero no respondió.
- Hablando del tema, ¿dónde te fuiste ayer? Te estuve buscando para revisar tus heridas. Se supone que debías permanecer en reposo un par de días, no meterte en una batalla y luego salir corriendo Estë (5) sabe dónde – le recriminó Gotten, mirándola con gesto severo. La joven simplemente desvió su mirada en dirección al gran lago.
- Encontré un brujo ignita en la playa – comentó como si no fuese importante, sorprendiendo a todos – conocía el idioma antiguo – comentó despacio, llamando la atención de su amigo cazador.
- ¿Te habló? - cuestionó Lobo, sin creer que un ignita se detuviese a intercambiar palabras con una syrtense.
- Conversamos casi toda la tarde, mientras mirábamos el lago – dijo como si su encuentro del día anterior fuese lo más natural del mundo. Antes de que hicieran más preguntas, les habló del tema de las gemas, y de las ambiciones de Ignis y Alsius.
El grupo quedó en silencio, como intentando entender todo lo que el tema significaba. De ser cierto, la república corría un enorme peligro, proveniente desde ambos frentes. El problema era aún mayor: con la presión provocada por la guerra dentro del consejo de Syrtis, era imposible saber cuál sería la decisión que tomasen en caso de conocer el secreto de las gemas y el posible poder que albergaban.
- Esta información es muy delicada, ¿por qué crees que la comentó tan libremente? - pregunto Har, recibiendo un simple encogimiento de hombros como respuesta. La conjuradora meditó unos minutos – Esto es importante, y debemos decidir qué hacer con este tema: ¿lo contamos a alguien?, ¿hablamos con el consejo?
- No – dijo Lobo con seguridad – El consejo no debe ser informado de esto, no aún. Primero debemos averiguar más sobre este asunto. Con mucho cuidado escogeremos a un par de personas de confianza que nos ayuden a investigar sobre las gemas y el Dragón, pero no se hablará con nadie más – el resto del grupo asintió.
Durante el resto de la mañana discutieron sobre las personas que elegirían para compartir la información, y como manejarían el secreto en sus respectivos clanes. A mediodía se separaron, comprometiéndose previamente para reunirse en el mismo lugar antes de una semana, para compartir cualquier información obtenida.
Lobo, y Gotten partieron rumbo a Algaros para reunirse con su clan, y hablar algunas de las personas que habían sido seleccionadas en la mañana. Har se quedó en Stone junto a Maipucino, para mantener la guardia en el fuerte, mientras el resto tomó rumbo al castillo.
Las manos de Vairë (6) comenzaban a tejer un nuevo futuro de los reinos para adornar las estancias de su esposo.
(1) y todos los caminos se han ahogado en sombras
y la oscuridad que ha venido de un país gris se extiende...
(2) Perdóname (lit. Lo siento)
(3) No hay nada que perdonar
(4) Lembas élficas.
(5) Valier, La Curadora
(6) Vairë, La Tejedora
Cap. 6 - Gothnin
Si boe ú-dhanna.
Ae ú-esteli, esteliach nad.
Ú i vethed nâ i onnad.
Nâ boe ú i. (1)
Se sentó en la playa, cerca del viejo muelle que alguna vez permitió a los suyos viajar a la isla en el centro del lago. No quería ver a nadie, no quería hablar con nadie.
Sabía que no fue la mejor manera de regañar a su hermana (en especial, con tanta gente presente), pero no pudo evitarlo. Estaba furiosa con los Goldenheart, por ser incapaces de medir las consecuencias de sus decisiones; estaba enojadísima con los que llevaron a los novatos al fuerte, en lugar de guiarlos directamente a Raeraia; estaba enojada con su hermana, por no ser capaz de discernir entre una orden y una demostración de cobardía por parte de un alto rango. Por sobre todo, estaba enojada consigo misma, por la forma de reaccionar ante toda la situación.
Acariciando el viejo medallón de su padre tarareaba aquella vieja melodía popular de Dohsim. Una costumbre heredada de Laranda su primera maestra, quien le enseñó a vaciar su mente y su corazón de preocupaciones entonando antiguas canciones de la república.
Más su canto se cortó a la mitad al sentir un frío paralizante que congeló todo su cuerpo. Con dificultad pudo ver a un elfo oscuro acercarse rápidamente hacia ella, presto a continuar su ataque en cuanto el mágico hielo se deshiciera.
En cuanto sintió disminuir el frío, con un gran esfuerzo se puso de pie y retrocedió un par de pasos. Sin escudo ni armas no tenía ninguna chance de ganar, pero no se dejaría vencer fácilmente, aún si tuviese que luchar a mano vacía su enemigo se llevaría un recuerdo de su parte.
- Utinu en lokirim (3) – exclamo mientras veía al mago preparar otro hechizo, que nunca lanzó. En cuanto escuchó esas palabras salir de la boca de la semielfa se detuvo, para mirarla con una expresión extraña.
- Lle quena i'lambe tel'Eldalie? (4) – preguntó, esta vez sorprendiendo a la guerrera syrtense.
Separados por unos pocos metros se observaron con curiosidad. Años de guerra, exilio y separación habían dividido a sus pueblos, y en unos segundos dos simples frases generaban una extraña unión.
- No entiendo (5)– dijeron ambos al mismo tiempo en aquella lengua, logrando sacarles una sonrisa al coincidir sus palabras.
- Enlil (6), brujo de Ignis – se presentó el elfo con una seña muy similar al antiguo saludo al que ella estaba tan acostumbrada.
- Climene, guerrera de la república de Syrtis – respondió ella con la misma cortesía – extraño encontrar en un enemigo a un conocedor de la antigua lengua, ya olvidada incluso por la mayoría de los míos.
- También es extraño para mí. En mi tierra es un idioma casi prohibido, por recordar el exilio obligado de mi gente. Sin embargo, mi viejo maestro pasó años enseñándolo a sus discípulos: la memoria de nuestros orígenes nos permite conocer el camino a nuestro futuro, solía repetir constantemente.
- Sabias palabras. Aún así, es extraño. La lógica me dice que debería estar defendiéndome, no hablando tan cordialmente contigo.
- Quizás debamos dejar de lado la lógica y simplemente disfrutar de un momento de paz entre nosotros. No conozco a nadie con quien poder hablar en este bello idioma, y no quisiera perder la oportunidad en una batalla – respondió el mago, mientras se acercaba un par de metros para luego sentarse, su báculo reposando sobre la arena.
Tras unos segundos de inseguridad, Climene lo imita, sentándose junto a él a observar el plácido lago.
- En ocasiones, me gustaría que no existiese la guerra. Es agradable poder sentarse a admirar la belleza de un día calmo sin pensar en los peligros que nos rodean – dijo la joven después de unos minutos. El ignita asintió.
- La emoción por la guerra sólo dura unos instantes. Luego de un par de años, y muchas pérdidas, se comienza a extrañar aquella época en que los combates no eran parte de nuestras vidas – Climene lo observó fijamente. Algo en la forma en que habló de las pérdidas le llamó la atención.
- ¿Por qué siguen luchando? Tengo entendido que han estudiado las cualidades de las tierras de su reino, y ya han comenzado a trabajarla y hacerla próspera. En unos años podría ser un lugar muy distinto al actual... ¿aún así intentan tomar Syrtis para ustedes? - el elfo guardó silencio por unos minutos, como pensando en responder o no a la pregunta.
- Originalmente, sí: la intención era tomar el reino verde por la fuerza y absorber sus tierras en nuestro reino, pero hace un par de años, luego de una larga batalla con los alsirios en el fuerte Menirah los planes cambiaron – voltea a ver a la semielfa, que lo mira con curiosidad - ¿qué sabes de las gemas de tu reino? - la pregunta sorprende a la joven.
- Las gemas... sé que aparecieron de improviso hace unos 20 años, poco antes de la invasión alsiria a nuestro reino. En los altares que las sostienen están grabadas dos frases similares: Y los altos señores enviaron el más antiguo saber en la forma de un dragón, quién envió la Sabiduría a las verdes tierras, para ser la base de la paz. La segunda frase es igual, pero termina con envió la Nobleza, el centro de su ser.
- Hace exactamente el mismo tiempo dos gemas aparecieron en Ignis, y otras dos en Alsius. Las nuestras hablan de la Astucia y la Perseverancia, y las de Alsius del Orgullo y el Valor. Tras un tiempo, nuestros sabios determinaron que la base se refería al Alma del reino, y el centro a su Corazón.
- Eso significa... que el alma de Syrtis es su Sabiduría, y su corazón la Nobleza. Curioso, nunca lo había pensado así.
- Los alsirios llegaron a una conclusión aún más extraña: sus sabios determinaron que quien tuviese las seis gemas, es decir, el alma y corazón de los tres reinos, tendría el poder para controlar al Dragón Dorado enviado por los dioses, y cambiar los resultados de la guerra a su favor. Hace dos años, tras meses luchando con las tropas de Alsius en el fuerte del norte, se corrió la voz en el reino de esta creencia alsiria, y rápidamente los planes de la guerra cambiaron. Hoy las intenciones de Ignis son las mismas que las de Alsius: obtener las gemas y controlar al Dragón.
- ¿Por qué me cuentas todo esto? Prácticamente me revelas todo el plan de tu reino – el elfo no respondió. Tomando su báculo se levantó, y comenzó a caminar en dirección al puente blanco.
Unos metros más adelante se detuvo, y volteó haciendo una semireverencia y una señal de despedida.
- Aa lasser en lle coia orn n'omenta gurtha (7) – dijo, para luego retomar el camino hacia su reino.
- Aa menealle nauva calen ar'malta (8) – respondió ella al verlo partir
Titulo: Enemigo Mio
(1) Evenstar, de J.R.R.Tolkien
Este no es el fin, sino el comienzo.
Ahora es necesario no caer,
Si no confías en algo.
Este no es el fin, sino el comienzo.
Es necesario que no sea.
(2) Cancioncilla loca, ya la tendrán completa en un par de días, junto a otro relato, y con una sorpresa .
(3) Hijo de una serpiente
(4) ¿Conoces el idioma antiguo? (lit.: ¿hablas élfico?)
(5) De aquí en adelante, lo escrito en cursiva significa que está hablado en idioma antiguo (élfico).
(6) Personaje creado por mí. Su nombre viene del dios sumerio del cielo, el viento y las tempestades.
(7) Que las hojas del árbol de tu vida nunca caigan
(8) Que tu camino sea siempre verde y próspero (lit. Verde y dorado)
Cap. 5 - Onónë
asúy' aldassen úlassië,
alussa olbalissë nornë,
alamya ve Nuru-nainië. (1)
Se sentó con cuidado, aún bastante adolorida, para revisar atentamente el estado de su armadura. Si bien prefería reparar su equipo con Kanes en Raeraia, debía admitir que las habilidades y la magia de Dardanus eran lo suficientemente buenas para hacer que aquellas piezas de metal recuperaran su forma y resistencia original.
Daba gracias a Manwë por detener la mano de Námo (2) al querer llevarla a sus recintos, y por enviar aquel par de syrtenses a socorrerla luego de su enfrentamiento. Lobo y Albus, un par de reconocidos guerreros de los que mucho había oído hablar, la encontraron al regresar de una corta inspección de la frontera con Ignis, y la llevaron a una zona más segura. Poco tiempo después llegó un pequeño grupo desde Eferias, persiguiendo a los ignitas que huían de regreso a su reino, y su conjurador, Gotten, se había quedado junto a ellos para sanar sus heridas.
Los tres se encontraban a unos metros de ella, conversando en voz baja. Dardanus, el arriesgado mercader que se mantenía cerca a Puente Blanco para proveer a los guerreros, había regresado ya al sector que ocupaba habitualmente, a unos 20 metros de donde se encontraba ella revisando su armadura.
Mientras terminaba de acomodársela, vio un par de arqueros del grupo de Gotten correr hacia ellos.
- ¡Van hacia el fuerte! Son más de 50 marchando desde Puente Blanco – dijo aquel que reconoció como Lloid.
- Maldición, ¿alguien sabe cuanta gente hay en Stone? - preguntó Lobo a los recién llegados.
- Cuando salimos a buscar a los novatos con Luca, no quedaron más de 10 junto a los guardias – le respondió Climene, acercándose a ellos.
- Ayer enviaron unos 5 más, junto a algunos de los novatos que rescataron y se encontraban en mejores condiciones. Se supone que hoy los enviarían de regreso al reino – Gotten no alcanzó a terminar de hablar cuando la joven guerrera ya corría rumbo al fuerte.
- ¡¿Donde demonios crees que vas?! ¡Aún no te recuperas de tus heridas! - le reclamó el conjurador, recibiendo sólo silencio de parte de ella. El bárbaro embistió y dio más velocidad a sus aliados para poder alcanzar a la semielfa, a quien la preocupación le había permitido ganarles mucho terreno.
Tras cruzar las columnas pudieron oír el sonido de la batalla proveniente desde el fuerte. Unos pocos syrtenses siendo masacrados por las huestes ignitas fue la imagen que los recibió al llegar. Sin embargo, fue una conjuradora agachada junto a un herido lo que llamó la atención de Climene.
Un par de tiradores vieron a la joven maga y dirigieron sus flechas hacia ella. Pero en vez de atravesar la carne chocaron contra un escudo reforzado con antigua magia, sostenido por una pequeña guerrera.
- ¡Sal de aquí de una puta buena vez! - gritó abandonando toda la buena educación que su madre le había inculcado. Mientras la conjuradora ayudaba al herido a levantarse para salir del lugar, Climene concentraba toda su energía en el bloqueo de los variados ataques dirigidos hacia ellos.
Rodearon a las fuerzas enemigas y lograron llegar al fuerte. Una vez adentro, la conjuradora marchó hacia la torre a ayudar con los heridos, mientras la semielfa se recostaba junto a uno de los muros, su mano presionando su abdomen. Pese al excelente trabajo de Gotten, algunas de sus heridas no habían sanado por completo, y el esfuerzo por llegar al fuerte y el combate le estaban pasando la cuenta.
- ¡La puta madre! - exclamó un bárbaro de cabello rojo al entrar el fuerte – estos malnacidos se reproducen como alimañas.
- ¡No aguantaremos mucho! - escucha a alguien gritar desde tarima.
- ¡Aguantaremos! Este fuerte no cae hasta que yo no lo diga – le contestó Lobo desde la puerta mientras se preparaba para salir y destrozar algunos nigromantes. Pero antes de cruzar la puerta el profundo rugido de un cuerno se escuchó en dirección oeste. Climene subió lo más rápido que pudo a la tarima para ver qué se aproximaba.
- ¡Gurth goth Tel'Syrtis! (3) - gritaba un cazador muy conocido para ella, quien en compañía de varios miembros de su clan llegaba seguido de de al menos cien guerreros del ejército esmeralda.
Con renovadas energías los refugiados del fuerte salieron a combatir, rodeando a sus enemigos. Ajustando más su armadura Climene siguió a los dos bárbaros que embistieron violentamente contra los ignitas, abriendo camino al resto de sus aliados. En pocos minutos las fuerzas rojas fueron diezmadas, lo que llevo a un intento de huída rumbo a Puente Blanco. Buena parte de los syrtenses recién llegados partieron a cazarlos.
Con el ambiente ya algo más calmado, mientras los conjuradores recorrían la zona para auxiliar a los heridos, Climene esquivó hábilmente a Gotten (quien llegaba a recriminarle por su arranque al saber del ataque), para llegar junto a la joven conjuradora que salvara previamente.
- ¡Que demonios crees que hacías! ¡Salir a la Zona de Guerra, siendo aún una novata! ¡Yo apenas si puedo mantener con vida acá afuera y tú vienes y tomas una maldita misión de boca de un cobarde para venir a morir! - pese a ser más alta, la maga se veía completamente disminuida ante el arrebato de la guerrera - No quiero seguir viéndote aquí, te marchas de regreso con el primer grupo que salga a Raeraria, ¡y es una maldita orden!
- Pe... pero, onónë (4)...
- ¡Pero nada! No seré yo quien entregue la noticia de tu muerte – con extrema furia arrojó su escudo y su lanza en la entrada del fuerte y se marchó hacia el norte, a la playa del lago. Los que quedaron se miraban entre ellos y a la elfa, que se quedó de pie mirando hacia el suelo, con lágrimas en los ojos.
- ¿Qué demonios fue todo eso? - preguntó en un susurro Gatuna a los que estaban cerca.
- Creo... que la niña es su hermana – respondió Poison, aclarando un poco lo recién acontecido, pero dejando aun más preguntas entre la gente del clan.
(1) Poema Hríveressë
Oigo el frío Viento del Norte,
soplando a través de árboles sin hojas,
rumoreando en las retorcidas ramas,
resonando como un Lamento de Muerte.
(2) Manwë y Námo son dos de los Valar, del mundo de Tolkien. Manwë se pronuncia Manuee.
(3) ¡Muerte a los enemigos de Syrtis!
(4) Hermana
Cap. 4 - Sacrificio
Kela carmië lalantar
Ve sirië tula earesse
Tuluvarye yáresse
An a anna ata carmië
Ar i hehtale turuva indolve (1)
Hacía ya varias horas que la mayor parte de los guerreros apostados en Herbred habían partido rumbo a Eferias, siendo acompañados por el joven semielfo que conociera cerca de Muralla, y casi todos los miembros del clan que se encontraban en el fuerte; con excepción de Gatuno y Gatuna, una pareja de jóvenes cazadores recién llegados al clan. Los pocos que quedaron en la zona se repartieron los turnos para mantener la vigilancia del lugar.
Acomodada en una de las tarimas del fuerte, Climene mantenía su mirada en el camino hacia Puente Blanco, mientras escuchaba a algunos guerreros entonar una conocida canción de taberna:
De pronto uno de los guardias señala en dirección al mercado, por donde se ve una figura correr hacia el fuerte. Baja a la puerta y junto a los dos cazadores del clan espera al muy joven bárbaro que llega hasta ellos, seguido de algunos guerreros.
- ¿Los vieron?, ¿ya se fueron? - pregunto jadeante al llegar frente a ellos.
- ¿A quienes, a los que van hacia Eferias? - pregunto la cazadora.
- ¡No!, a mis compañeros, venimos desde Raeraia por orden de Egan Goldenheart, se supone que debemos ir a la zona del pantano con Ignis para inspeccionar el terreno e informar sobre la avanzada Ignita.
- ¡Estás de broma! Apenas eres un niño, no debes tener ni 17 años, ¡cómo te van a enviar a una misión como esa!
- ¿Acaso la edad es importante? Si soy el más joven de mi grupo, pero la mayor apenas si tiene 20... Todos entrenábamos en la ciudad cuando nos dieron las órdenes.
- Ese puto Goldenheart, de seguro la misión era para él y no quiso arriesgarse a salir donde hay batallas reales – dijo un bárbaro de cabello rojo que había llegado poco después que el muchacho - Muy bien, quien más viene conmigo a buscar a esos críos – dijo mientras partía rumbo a la frontera con Ignis.
Climene y los cazadores lo siguieron junto a un brujo que se encontraba en el lugar. Los guardias del fuerte retuvieron al adolescente guerrero, mientras un tirador marchaba rumbo a al castillo para informar y buscar un poco más de ayuda.
Embistiendo con la fuerza nacida de la furia el bárbaro los obligaba a correr a un paso casi inhumano, y así llegar al Puente del Pantano antes del anochecer. El sol recién se ocultaba cuando recorrían aquella insana zona en busca de los jóvenes.
- ¿Algo, Gatuno? - preguntó en un murmullo Climene al cazador
- Nada en 300 metros – respondió mientras intentaba encontrar algún rastro de los compañeros del pequeño bárbaro. Su compañera se adelantó junto al pelirrojo y se encaminaban fuera del pantano, por lo la guerrera y el arquero dejaron su conversación para seguirlos presurosos.
No alcanzaron a avanzar mucho cuando la semielfa se detuvo para oler algo en el aire, gesto que fue imitado por su pareja.
- Sangre... a unos 200 metros hacia el oeste – dijo mientras tomaba el rumbo indicado, seguida de los demás. Con cautela se acercaron a la zona, pero en cuanto vio lo que sucedía frente a ellos el bárbaro embistió para correr directamente a la contienda.
Ya que ocho jóvenes elfos y alturian se enfrentaban en clara desventaja contra no menos de 20 ignitas que los superaban en experiencia: dos arqueros habían caído y eran curados por una conjuradora alta de cabello rubio, mientras sus compañeros (2 caballeros, una bárbara, una bruja y un tirador) se mantenían a duras penas, casi vencidos por sus enemigos.
Con un hábil movimiento de su lanza el pelirrojo envío al suelo a buena parte de los enemigos (2), sorprendidos al no verlo llegar. Aprovechando el desconcierto el brujo junto a ellos invocó el más profundo terror que lanzó al suelo al resto de sus enemigos junto a la lanza de Climene.
- ¡Todos al puente de una puta buena vez! - exclamó el mayor del grupo, quien ya cargaba a uno de los heridos y dirigía al grupo en la huída. Muy cerca de él y presta a seguir curando a los heridos iba la conjuradora, a quien la joven guerrera ya había podido reconocer.
El grupo ya cruzaba el puente siguiendo las órdenes del bárbaro, quien tomaba rumbo al castillo. Climene se detuvo un segundo, observando hacia el pantano. Los ignitas ya se veían por el verdoso camino: con los heridos sería imposible llegar a tiempo junto a sus aliados, y los jóvenes no serían capaces de enfrentar nuevamente a aquellos enemigos.
Tomó con fuerza su escudo y conjuró toda su energía en el, preparando su lanza para la batalla. No podría enfrentarlos a todos, pero al menos podría entretener a un buen número durante suficiente tiempo, y así dar ventaja a los que huían.
- ¡Gurth gothrimlye! (3) - exclamó con la lanza en alto, recibiendo a la tropa escarlata frente a ella.
Bloqueó un par de golpes de espadas, y resistió un relámpago caído del cielo, pero una flecha encantada se enredó en sus pies y una hábil patada la dejó en el suelo. Varios golpes más y pasaron sobre ella, obviando el golpe de gracia para poder ganar tiempo en la persecución de sus presas.
- Nauthannem i ned ôl reniannen (4) – murmuró observando las estrellas entre la sangre – Tenn'oio, Onónë (5)
Dio un último vistazo a la luna, y cerró sus ojos.
- x – x – x -
- No resistirá mucho si nos quedamos aquí.
- No podemos movernos Albus, la zona está llena de ignitas. Además, Gotten estaba muy cerca, estoy seguro que pasará por este camino cuando regrese con su grupo.
- Mani... mani marte? (6) – su cuerpo dolía como si hubiese sido aplastado por una banda de enanos, y sus ojos ardían al punto que no podía abrirlos – onónë...
- Está despierta - dijo la primera voz al acercarse a ella - ¿sabes que está diciendo?
- No lo sé, parece ser el idioma antiguo
- Onónë... hermana
- Llama a su hermana... si al menos pudiésemos saber quién es sabríamos quien debemos entregar...
- ¡Para ya! No se ha muerto y no se morirá. Varios grupos están rastreando a los ignitas, si Gotten no viene de seguro algún otro grupo pasará con un conjurador.
- Espero que tengas razón, Lobo. No me agrada dar noticias de muertes, menos cuando son guerreros tan jóvenes los que caen.
(1) Poema Un Lóme Fuini
Bajo las sombras de la noche
fluye la sangría risueña
Como el río llega al mar
llegará a nuestra sangre
dame pues sangría de nuevo
y el olvido dominará nuestra mente
(2) Es de p*tos incluir las actualizaciones en los relatos. Golpe Relámpago es noqueante y se joden los que quieran reclamar .
(3) ¡Muerte a nuestros enemigos!
(4) Pensé que vagaba en un sueño
(5) Hasta siempre, hermana
(6) ¿Qué ocurre?